domingo, 27 de julio de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A
LOS VALORES DEL REINO.

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Reyes 3, 5.7-12: La sabiduría como valor. Salomón comprendió que escuchando y orando a Dios puede encontrar la verdadera sabiduría para gobernar a su pueblo. La sabiduría es un don divino que hemos de pedir, porque él nos ayuda a discernir claramente entre lo que es bueno y malo, entre lo pasajero y lo permanente.
  • 2ª Lectura: Romanos 8, 28-30: El plan salvífico de Dios. Pablo anuncia con alegría cuál es el plan salvador de Dios. Comienza por llamarnos, nos hace justos y nos destina a la gloria.
  • Evangelio: Mateo 13, 44-52: El gran tesoro. Jesús continúa hablando a la gente sencilla en parábolas y revela los secretos del Reino. El Evangelio de hoy contiene tres parábolas. Las tres insisten en el gran valor del Reino de Dios.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El libro de los Reyes (1ª lectura) nos presenta el inicio del reinado de Salomón, el rey sabio por antonomasia. El rey, antes que bienes materiales y la gloria human, pide a Dios sabiduría para gobernar con justicia. Ésta es la misma experiencia que refleja el salmista al decir que ama los mandatos del Señor porque le ayudan a vivir más que otro bien. El sueño de Salomón en Gabaón ilustra las parábolas del tesoro y la perla que leemos en el evangelio de este domingo decimoséptimo del tiempo ordinario: Jesús nos dice que la verdadera sabiduría es la de ver la realidad que trae el Reino por él inaugurado. Ese tesoro del Reino está dentro de nosotros mismos, pues llevamos la impronta de Dios y estamos destinados, como dice Pablo (2ª lectura), a reproducir la imagen de su Hijo, despojándonos del hombre viejo.
Mis queridos hermanos, el mensaje central que ofrecen los tres textos de la liturgia de este domingo versa sobre los valores del Reino que hemos de descubrir los cristianos; pero hemos de descubrirlos siguiendo las orientaciones del que es el "valor supremo": Jesucristo. Él nos invita hoy a saber guardar el tesoro hallado, es decir, la FE y aquellos otros valores que edifican nuestra vida human y espiritual. No se trata de una tarea fácil. Ni en los tiempos del rey Salomón ni ahora; porque vivimos en un mundo y en una sociedad que promueven valores muy confusos, cuando no contrapuestos. Proponen una forma de vida basada en lo cómodo y fácil, donde la conciencia se adormece; por otro lado, gastamos fuerzas en lo que es secundario o superfluo. Lo importante para los católicos es descubrir los valores del espíritu y optar por ellos.
No nos basta sólo con discutir si estos y otros valores son verdaderos o falsos, si perduran o son efímeros, si salvan y dan felicidad o sólo ofrecen un bienestar instantáneo. Corremos el riesgo de imponer cada uno de nosotros nuestros propios gustos para establecer lo que es bueno y lo que es malo, lo que me gusta o lo que no me gusta, etc. El rey Salomón evitó esta tentación, por eso pidió a Dios un corazón dócil, humilde para gobernar con sabiduría, para poder discernir el bien y el mal. La verdadera sabiduría, la que pidió el rey, es la única que nos orienta hacia los valores espirituales, los que permanecen.
Esta enseñanza nos prepara de modo admirable a la que Jesús imparte en el evangelio de hoy. El Señor también nos pide a sus seguidores el saber descubrir lo más valioso y precioso para un creyente cristiano; el Reino de Dios. El Señor pide una opción radical por Él que es el tesoro que hemos encontrado en la fe. Descubrir a Jesús en la fe supone vivir desde su vida, su amor, su filiación divina, su fraternidad universal, sus proyectos de un nuevo mundo y de una nueva creación. Y cuando un cristiano descubre por la fe tal maravilla, se siente el más dichoso del mundo y se llena de alegría. Un cristiano ha de vivir su fe gozosamente porque se sabe poseedor de la mayor de las dichas. Amén.

domingo, 20 de julio de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A.
LA PACIENCIA DIVINA.
 
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Sabiduría 12, 13. 16-19. La paciencia de Dios: El sabio medita los acontecimiento de la historia con ojos nuevos, los recuerda en su mente y saca sus consecuencias para la vida. Mira atrás y descubre la presencia de Dios, que es el principio de la justicia y de la misericordia. Este mismo Dios se muestra, además, comprensivo y perdona al pecador que se convierte. Dios que es divino, enseña al hombre a ser humano.
  • 2ª Lectura: Romanos 8, 26-27. El Espíritu viene en nuestra ayuda: Pablo habla de la importancia e influencia del Espíritu Santo en la vida cristiana. El Espíritu ayuda a nuestra debilidad natural y nos enseña a rezar para saber pedir lo que nos conviene.
  • Evangelio: Mateo, 13, 24-43. El estilo paciente de Dios: El evangelio de hoy propone tres parábolas muy breves: el grano de mostaza, la levadura y el grano de trigo. La paciencia de Dios permite que el Reino de Dios crezca en medio del mal. Jesús, además, expone en otras dos parábolas lo que es el Reino de Dios.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Seguimos con la explicación sobre el nuevo Reino, frente al viejo Pueblo de Dios, al que fustiga Mateo con sus parábolas. El domingo pasado fue la del sembrador. Éste es el de la cizaña. Aquella fue la del realismo, poca respuesta recibe la Palabra de Dios. Ésta de hoy es la parábola de los contraste: el trigo y la cizaña (el bien y el mal), el dueño y el enemigo, la paciencia del dueño y la prisa de los jornaleros, el presente y el final. Toda una explicación de la Iglesia, el Reino de Dios en la tierra, a base de preciosos contrastes que nos deben hacer pensar, sobre todo en la figura de Dios, representado por aquel dueño que llena con su categoría toda la página del evangelio.
Vivimos en un mundo en el que están presente el bien y el mal. Sin embargo, podemos transformar el mal y hacer que la levadura del bien fermente la masa y la haga crecer. A veces sembramos el bien y aparece el mal. ¿Por qué? Por recordar una cuestión angustiosa para mucha gente de nuestro tiempo: Muchos padres cristianos han procurado la mejor educación religiosa a sus hijos y les ha dado buenos ejemplos, y, sin embargo,  ha aparecido la cizaña en casa. ¿De dónde viene el mal?, nos preguntamos impacientes. Quizá estemos tentados, como los criados de la parábola, de arrancar el mal para extirpar la cizaña, con el riesgo de arrancar también la buena semilla. ¿Nos gustaría que Dios lo hiciera así? Él no actúa de esta manera, sino al contrario, hace salir el sol y hace llover sobre buenos y malos. El Señor quiere que seamos como él, y nosotros queremos que él sea como nosotros, intransigente e intolerante con los malos. En vez de ser nosotros "imagen de Dios paciente", pretendemos sutilmente que Dios sea imagen nuestra. Y ésta no es la lógica de la Palabra de Dios de este Domingo.
Queridos hermanos y hermanas, toda la liturgia de la Palabra de este domingo decimosexto del tiempo ordinario, nos remite a meditar y observar la manera como Dios actúa frente a estos contrastes que habitualmente nos presenta la vida. Tanto el Libro de la Sabiduría (primera lectura), como el salmo responsorial de hoy nos hablan de la benignidad y la indulgencia de un Dios "clemente y compasivo, lleno de amor fiel", cuya justicia se armoniza perfectamente con su compasión.
Seamos como el sabio del libro sagrado que medita los acontecimientos de la historia con ojos nuevos, los recuerda en su mente y saca sus consecuencias para la vida. Mira atrás y descubre la paciencia de Dios, que es el principio de la justicia y de la misericordia. Este mismo Dios se muestra, además, comprensivo y perdona al pecador que se convierte. Dios que es divino, enseña al hombre a ser humano.
Nuestro Dios sabe tener paciencia con los hombres, convirtiendo el presente en u espacio para la gracia y una oportunidad para la conversión. Seamos, así, como nuestro Dios, y no pretender queél sea como nosotros. Amén.

domingo, 13 de julio de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A.
LA LLUVIA DE DIOS.
 
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Isaías 55, 10-11. La palabra de Dios es como la lluvia. Los seres humanos nos comunicamos por medio de la palabra. Sin ellas es difícil expresar los secretos y sentimientos del corazón. Dios se ha comunicado con el hombre por la Palabra. La palabra de Dios ha creado el mundo y ha salvado al hombre, porque es viva y dinámica, fecunda y eficaz. Se compara a la lluvia y a la nieve que fecunda la tierra. La palabra de Dios siempre es fiel, eficaz y fecunda.
  • 2ª Lectura: Romanos 8, 18-23. Las fatigas del tiempo presente. El Apóstol exhorta a no desesperarse a pesar que la situación actual no sea del todo buena. La visión cristiana dl mundo es profundamente optimista a pesar de las fatigas, trabajos y sufrimientos del tiempo presente. El cristiano espera la gloria que Dios le tiene preparada.
  • Evangelio: Mateo 13, 1-23. La semilla fecunda. Jesús habla de los "secretos del Reino". La palabra de Dios se parece a la semilla sembrada en el campo que fructifica según el terreno. La tierra es el corazón del oyente. Todos están llamados a preparar el surco, a conocer y poner en práctica las enseñanzas de Jesús.
 
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Las lecturas de hoy, decimoquinto domingo del tiempo ordinario, adoptan un símil agrícola para explicar que la fuerza transformadora del mundo no llega a través de los limitados medios humanos, sino gracias al don poderoso de Dios, que sobrepasa todas las expectativas.
Isaías, en el contexto de un nuevo éxodo, pone toda su confianza en la Palabra de Dios, que alcanzará su cumplimiento devolviendo al pueblo exiliado a la tierra de Israel (1ª lectura). Pablo, en la segunda lectura, explica que toda la creación aguarda expectante la plena manifestación del Reinado de Dios, la vida nueva de los resucitados en Cristo. Y Jesús, en el evangelio,  deposita toda su confianza en la llegada del Reino, con la certeza de que su Palabra no era estéril y anima a continuar sembrando a sus discípulos.
Mis queridos hermanos, vale la pena saber que Isaías, Pablo y Jesús no ponen su confianza en un dios mudo ni lejano, hablan desde su propia experiencia de haber tratado con un Dios vivo que habla a los hombres, y nos invitan hoy a poner nuestra confianza en ese Dios. Ese Dios se revela no solamente el lenguaje silencioso de la naturaleza y de los signos de la creación. Él habla con sus intervenciones históricas en su plan de salvación.
Él habló por mediación de los profetas, que eran los portadores de su palabra. Hablaba en sueños y visiones, y se revelaba en las inspiraciones personales o hablaba directamente como a Moisés. No es un Dios mudo o el Dios del silencio o el Dios muerto. Es el Dios que habla y su Palabra es don que reclama acogida y respuesta. Su Palabra supera todas las bellas palabras humanas imaginables. Porque Dios cumple su palabra, hace lo que dice, realiza lo que anuncia y consuma lo que promete. Él es la Palabra con mayúscula. Por eso merece la pena prepararnos para acoger su palabra en nuestros corazones y en nuestras vidas.
Sabemos que no siempre la tierra, nuestra tierra, la tierra de nuestro corazón está bien dispuesta, mullida y jugosa para recibir la semilla de la Palabra divina. Resuenan en nuestros oídos muchas voces que gritan la mercancía efímera y esclavizante e impiden la escucha de la voz suave y susurrante del Señor. El silencia capacita para acoger la Palabra. Dichoso los que escuchan la Palabra divina y la cumplen. La semilla crece lenta y ocultamente. Ése es el Reino de Dios. La Palabra acogida, creída y anunciada es a la vez nueva semilla en el campo del Reino de Dios. Amén.

domingo, 6 de julio de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A
CRISTO, EL MESÍAS.
 

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Zacarías 9, 9-10. El Mesías pacífico. El profeta Zacarías habla de un rey modesto y solícito, amable y pacífico, que cabalga en un asno y domina hasta los confines de la tierra. Es una profecía netamente mesiánica. En Cristo se conjugarán perfectamente las características anunciadas por el profeta. El Mesías dominará por la fuerza del Espíritu y no por el poder.
  • 2ª Lectura: Romanos 8, 9. 11-13. El Mesías del Espíritu. Los discípulos de Cristo están llamados a vivir según el Espíritu. Carne y espíritu son dos realidades antagónicas. Si se vive según las exigencias de la carne, se camina a la muerte. El que vive siempre en la dirección marcada por el Espíritu, vive en plenitud la vida de Cristo resucitado.
  • Evangelio: Mateo 11, 25-30. El Mesías liberador. Las verdades que anuncia Jesús son acogidas y comprendidas por los sencillos; por el contrario, son veladas a los sabios que confían en sus conocimientos y quieren controlar los secretos de Dios. Jesús hace una llamada a los que están cansados por la fatiga del camino. Basta tener un corazón sencillo y creyente para que Él sea alivio y paz. Él es el único que conoce la verdadera libertad.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hay un gran salto entre el evangelio del domingo pasado y el de éste. Allí todo fue radicalidad: tomar la cruz, perder la vida por Jesús, posponer la familia. Hoy todo lo contrario: acción de gracias al Padre, descanso al agobiado, yugo llevadero, carga ligera. No olvidemos que Jesús aprovechaba las circunstancias que se le presentaban para dirigirse a los que le seguían. Jesús pronunció estas palabras que acabamos de escuchar en el evangelio, en un contexto en que los sabios y entendidos, es decir, los doctores y maestros de la ley de Dios se habían molestado por el discurso apostólico que terminamos de leer el domingo pasado.
Hoy como ayer sigue habiendo sabios y entendidos, es decir, doctores y maestros en diferentes disciplinas de la vida que estiman en nada la sabiduría divina. Si muchos de ellos han dicho que el ser humano no puede saber nada acerca de Dios, más aún otros critican a la Iglesia cuando ésta, siguiendo el mandato del divino Maestro, pretende orientar a los fieles en los caminos de la vida.
Pero el mensaje de Jesús nunca pasa. Hoy nos invita una vez más a cargar con su "yugo". Metáfora que nos puede recordar esclavitud y total dependencia. Él mismo, una vez se quejó de que los doctores de la ley cargaban fardos pesados en los hombros de los hebreos. Jesús, en cambio, nos dice que si cargamos con ese yugo él nos aliviará y nos dará descanso, porque él es manso y humilde de corazón.
Esto no significa que el estilo de vida que nos enseña Jesús no sea exigente. Nos presenta un programa empeñativo cuando nos invita a cargar con su cruz y seguirle. "Yugo" y "cruz" son las características de la vida cristiana. En esto consiste el Espíritu de Cristo de que habla San Pablo en la segunda lectura. Él nos ayuda a sobrellevarlos y encontramos el descanso en Él. Para llevar el yugo y la cruz es preciso tener un corazón sencillo y obrar siempre con naturalidad.
Dios revela su secretos a los sencillos, mansos y humildes. El manso no es agresivo ni violento. Se acerca y deja que los demás se le acerquen; suaviza las relaciones humanas. El humilde no es soberbio ni arrogante, sólo le importa formar parte de la tierra buena capaz de producir fruto de humanización. Quien sonríe como un niño es capaz de sonreír a la vida y descubrir la maravilla de un nuevo día. Quien es sencillo de corazón se ríe de sí mismo y toma en serio a los otros. Quien es como un niño sueña y espera con las manos vacías para acoger las migajas del universo y convertirlas en estrellas fulgurantes. Quien tiene un corazón sencillo se acerca al que es manso y humilde para encontrar alivio y paz. Amén.