LOS VALORES DEL REINO.
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Reyes 3, 5.7-12: La sabiduría como valor. Salomón comprendió que escuchando y orando a Dios puede encontrar la verdadera sabiduría para gobernar a su pueblo. La sabiduría es un don divino que hemos de pedir, porque él nos ayuda a discernir claramente entre lo que es bueno y malo, entre lo pasajero y lo permanente.
- 2ª Lectura: Romanos 8, 28-30: El plan salvífico de Dios. Pablo anuncia con alegría cuál es el plan salvador de Dios. Comienza por llamarnos, nos hace justos y nos destina a la gloria.
- Evangelio: Mateo 13, 44-52: El gran tesoro. Jesús continúa hablando a la gente sencilla en parábolas y revela los secretos del Reino. El Evangelio de hoy contiene tres parábolas. Las tres insisten en el gran valor del Reino de Dios.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El libro de los Reyes (1ª lectura) nos presenta el inicio del reinado de Salomón, el rey sabio por antonomasia. El rey, antes que bienes materiales y la gloria human, pide a Dios sabiduría para gobernar con justicia. Ésta es la misma experiencia que refleja el salmista al decir que ama los mandatos del Señor porque le ayudan a vivir más que otro bien. El sueño de Salomón en Gabaón ilustra las parábolas del tesoro y la perla que leemos en el evangelio de este domingo decimoséptimo del tiempo ordinario: Jesús nos dice que la verdadera sabiduría es la de ver la realidad que trae el Reino por él inaugurado. Ese tesoro del Reino está dentro de nosotros mismos, pues llevamos la impronta de Dios y estamos destinados, como dice Pablo (2ª lectura), a reproducir la imagen de su Hijo, despojándonos del hombre viejo.
Mis queridos hermanos, el mensaje central que ofrecen los tres textos de la liturgia de este domingo versa sobre los valores del Reino que hemos de descubrir los cristianos; pero hemos de descubrirlos siguiendo las orientaciones del que es el "valor supremo": Jesucristo. Él nos invita hoy a saber guardar el tesoro hallado, es decir, la FE y aquellos otros valores que edifican nuestra vida human y espiritual. No se trata de una tarea fácil. Ni en los tiempos del rey Salomón ni ahora; porque vivimos en un mundo y en una sociedad que promueven valores muy confusos, cuando no contrapuestos. Proponen una forma de vida basada en lo cómodo y fácil, donde la conciencia se adormece; por otro lado, gastamos fuerzas en lo que es secundario o superfluo. Lo importante para los católicos es descubrir los valores del espíritu y optar por ellos.
No nos basta sólo con discutir si estos y otros valores son verdaderos o falsos, si perduran o son efímeros, si salvan y dan felicidad o sólo ofrecen un bienestar instantáneo. Corremos el riesgo de imponer cada uno de nosotros nuestros propios gustos para establecer lo que es bueno y lo que es malo, lo que me gusta o lo que no me gusta, etc. El rey Salomón evitó esta tentación, por eso pidió a Dios un corazón dócil, humilde para gobernar con sabiduría, para poder discernir el bien y el mal. La verdadera sabiduría, la que pidió el rey, es la única que nos orienta hacia los valores espirituales, los que permanecen.
Esta enseñanza nos prepara de modo admirable a la que Jesús imparte en el evangelio de hoy. El Señor también nos pide a sus seguidores el saber descubrir lo más valioso y precioso para un creyente cristiano; el Reino de Dios. El Señor pide una opción radical por Él que es el tesoro que hemos encontrado en la fe. Descubrir a Jesús en la fe supone vivir desde su vida, su amor, su filiación divina, su fraternidad universal, sus proyectos de un nuevo mundo y de una nueva creación. Y cuando un cristiano descubre por la fe tal maravilla, se siente el más dichoso del mundo y se llena de alegría. Un cristiano ha de vivir su fe gozosamente porque se sabe poseedor de la mayor de las dichas. Amén.