domingo, 27 de marzo de 2011

III DOMINGO DE CUARESMA. Ciclo A.


DOMINGO DEL AGUA VIVA

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Éxodo, 17,3-7: El desierto encierra un peligro constante. El oasis es lo más apreciado y valorado en el desierto. Israel, cansado y sediento, murmura y desconfía de Dios. Muy pronto ha olvidado las maravillas divinas precedentes. Dios responde con una nueva manifestación de su poder y de su misericordia dándole el agua necesaria.
- 2ª Lectura: Romanos 5,1-2. 5-8: El N.T. el agua expresa simbólicamente el don del Espíritu para una nueva humanidad. El Espíritu derramado en nuestros corazones hace brotar una nueva vida y nos da las fuerzas necesarias para que confesando a Cristo, muerto y resucitado, seamos justificados y esperemos alcanzar la gloria eterna.
- Evangelio: Juan 4,5-42: El agua es un elemento imprescindible para poder vivir. Dios nos dio no sólo el agua, sino la misma fuente, que es Cristo. Hoy, Jesús se acerca a nosotros, como se acercó a la Samaritana, y nos invita a revisar a fondo las actitudes de nuestra vida, a no beber en otras aguas que dan más sed, y a confesar que Él es el agua viva. Bebiendo de esta agua nos convertimos en auténticos adoradores del Padre en espíritu y en verdad.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El Evangelio de este Domingo tercero de Cuaresma es largo pero bellísimo. No sabe uno por dónde empezar: por la sed o por el agua, por la mujer del cántaro o por un Jesús sediento, por el viejo pozo de Jacob o por el manantial nuevo que surge de la fe del Mesías. Cada uno que lo lea y comience por donde quiera. Sólo quisiera poner unas notas que nos ayuden a meditar y rezar sobre este texto evangélico y otros que nos propone la liturgia de hoy.
Mirad: El pueblo hebreo estaba sediento en el desierto y también la samaritana junto al pozo. Hay momentos de nuestra vida que tenemos sed y sufrimos las inconveniencias del desierto. Todos tenemos sed de verdad, de felicidad, de amor, de vida… Es muy triste si no experimentamos esta sed. El que no tuene sed no busca las fuentes de vida.
Existen dos tipos de agua: el agua que no apaga la sed y el agua que salta para la vida eterna. Nuestros pies de caminantes pisan la ardiente arena del desierto y nuestro cuerpo está sediento y busca el oasis para saciar la sed.
Algunos sacian su sed en el pozo del dinero y tienen cada vez más sed; otros en el pozo del placer y experimentan la sequedad de todo su cuerpo. No faltan quienes quieren saciar su sed en la cisterna del poder y sus ojos se enturbian; hay quienes buscan en el pozo de la publicidad para dar a conocer su imagen y son instrumentalizados y manipulados. Todos están condenados a morir de sed.
Quien excava dentro de sí, bajo la arena de la propia culpa, encuentra el agua viva; quien excava en los signos de los tiempos, bajo la arena de lo cotidiano, halla el manantial del agua pura. El que bebe de esa agua no tendrá jamás sed, porque brota de la fuente que es Cristo, Palabra y Sacramento. Esa fuente está en la plaza del mundo para saciar y salvar a todos los sedientos. Amén.

sábado, 19 de marzo de 2011

II DOMINGO DE CUARESMA. Ciclo A.


DOMINGO DE LA TRANSFIGURACIÓN

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Génesis, 12,1-4a: Abrahán vive en Ur, ciudad próspera en la actual Irak, sociedad pagana y politeísta. Dios le pide que deje todas sus seguridades y emprende el camino en busca de la tierra que él le ha prometido. La vida de Abrahán es un signo del pueblo de Dios. Fue elegido e hizo camino de desierto para llegar a la tierra prometida. El patriarca es un ejemplo de fe y confianza en Dios.
- 2ª Lectura: II Timoteo 1, 8b-10: Pablo invita a su discípulo Timoteo a sobrellevar los duros trabajos del Evangelio. El cristiano está llamado a la salvación y a la santidad, gracias a Jesucristo que destruyó la muerte y nos ofreció la vida en su resurrección. Quien asume los trabajos y exigencias del evangelio es el que confía en la fuerza de Dios.
- Evangelio: Mateo 17, 1-9: Jesús, camino de su pasión y muerte, se transfigura en el monte Tabor y manifiesta su gloria a sus tres discípulos para preanunciarles su glorificación. La vocación del cristiano consiste en escuchar la Palabra de Dios, seguir los ejemplos de Cristo y vivir la cruz cotidiana para llegar a la glorificación.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El domingo pasado hablábamos de las tentaciones de Jesús, de la Iglesia y del cristiano, que se reducían a esta sola: el intento del demonio de apartarnos del camino que Dios nos traza, de nuestra misión en la vida.

¿Y cuál es el camino que Dios nos marca? Naturalmente cada uno tiene una misión distinta, un quehacer en la vida, un camino, pero lo mismo que el esquema de las tentaciones nos servía a todos, también hay unos puntos de referencia que nos pueden permitir averiguar ese plan que Dios nos traza, y respecto al que Dios espera de nosotros una respuesta sincera y leal.

Los tres apóstoles de Jesús tuvieron una intensa experiencia en el Tabor. Una manifestación misteriosa de Dios con la presencia testimonial de dos representantes del Antiguo Testamento: Elías y Moisés. Hasta entonces habían conocido a Jesús en su aspecto externo, un hombre no diferente a los demás, conocían sus costumbres, su timbre de voz, etc. En el Tabor conocen a otro Jesús, aquel a quien no se le consigue ver con ojos normales. El Señor se transfiguró en la cumbre del monte.

¿Qué nos falta los cristianos para vivir intensamente nuestra transfiguración con Cristo? ¿Quizá vivimos un cristianismo sin Cristo? ¿Cómo conseguir nuestra transfiguración? La transfiguración de nuestro ser en Cristo es ante todo una gracia divina y, luego, nuestra colaboración dejando que el resplandor divino ilumine nuestro corazón y nos haga cambiar nuestras actitudes rutinarias y a veces sin ilusión de ser cristiano.

Se habla y se escribe mucho de Cristo, pero la mayoría de las veces es un Cristo impersonal, lejano, extraño, pero no una persona viva. La experiencia del Tabor marcó a los tres discípulos y debe marcar nuestra vida cristiana. Nosotros no estuvimos allí, pero cada día que nace brilla más intensamente la luz de Cristo en nuestro ser.

No escuchamos la voz divina del Tabor, pero cada día resuena la Palabra de Dios en nuestros oídos y llega a nuestros corazones. El mandato: “escuchadle” obliga a escucharla, meditarla, guardarla en el corazón como Santa María y dar testimonio del mensaje evangélico. Si todos los cristianos estuviéramos de veras fascinados de Cristo, ¿qué pasaría en el mundo? Amén.

lunes, 14 de marzo de 2011

MENSAJE DEL OBISPO PARA LA CUARESMA 2011


Mis queridos hermanos y hermanas:
Al comenzar la Cuaresma, os invito a vivir este tiempo como redescubrimiento de nuestro Bautismo. Lo hago en sintonía con el Papa Benedicto XVI, que ha centrado su mensaje cuaresmal en esta frase de San Pablo: “Con Cristo sois sepultados en el Bautismo; con Él también habéis resucitado” (cf. Col 2, 12). La Cuaresma nos conduce hacia la Pascua, hacia la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Este es el acontecimiento fundamental de nuestra fe cristiana. Creemos que Cristo murió por nuestros pecados, ofreciendo por nosotros su sangre en la Cruz. Creemos que Cristo resucitó al tercer día y nos hizo participar de su victoria sobre el pecado y la muerte. La celebración de la Pascua nos ayuda a renovar nuestra fe y a vivirla participando en la Muerte y Resurrección del Señor. No somos espectadores de este acontecimiento, somos partícipes: al recibir nuestro Bautismo fuimos sepultados con Cristo, muriendo al pecado, para resucitar con Él, compartiendo su misma vida, una vida nueva. Fuimos revestidos de Cristo y se nos impuso una vestidura blanca. Cada año, al finalizar la Cuaresma, en la solemne Vigilia Pascual, la Iglesia nos invita a renovar las promesas bautismales y a vivir la alegría de asociarnos a Cristo resucitado que nos rejuvenece y nos permite vivir como auténticos discípulos suyos. Nos dice el Papa en el referido mensaje: “El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo.” La Cuaresma nos prepara para esta renovación. Es tiempo de conversión, de cambio, de renuncia a todo aquello que no es digno del nombre de cristiano. Es tiempo de “entrenamiento” para cumplir lo que el nombre de cristiano significa. Dejémonos guiar por la Palabra de Dios, escuchada especialmente en la Eucaristía dominical, y, a su luz, preguntémonos: ¿he mantenido limpia mi vida como la vestidura blanca que recibí, o hay demasiadas manchas que la afean? Pidamos a Dios que nos purifique acogiendo la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia.Preguntémonos también: ¿mi vida como discípulo de Cristo se diferencia en algo del que no lo es? ¿Hay signos en mi vida en los que doy testimonio de que soy cristiano? Pidamos al Señor que, intensificando nuestra oración, limosna y ayuno, nos asemejemos más a Cristo: oración para conocerle más y lograr una mayor intimidad con Él; limosna para compartir con más generosidad con los hermanos necesitados; y ayuno absteniéndonos de todos aquellos vicios y apegos que no nos dejan avanzar por el camino de la santidad.La participación en el “gesto solidario”, que cada año venimos haciendo como Iglesia diocesana, y que este año tiene como objetivo preparar una casa digna para atender a los que carecen de hogar, nos permitirá poner en medio de nuestra sociedad un signo de amor y esperanza.Que la Virgen María, siempre cercana a la Cruz del Señor, nos acompañe en este camino cuaresmal y nos enseñe a ser fieles. Con mi afecto y bendición.
José Vilaplana Blasco. Obispo de Huelva

domingo, 13 de marzo de 2011

I DOMINGO DE CUARESMA. Ciclo A


DOMINGO DE LAS TENTACIONES

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Génesis, 27-9;3,1-7: El hombre, modelado por Dios y colocado en el paraíso, no responde al proyecto divino. El pecado rompe la relación del hombre con Dios. La narración del pecado de Adán es una descripción del pasado y una realidad en el presente. El hombre quiere independizarse de Dios y se esclaviza. Hoy, como ayer, el pecado consiste en rechazar a Dios y buscar el propio camino lejos de Él.
- 2ª Lectura: Romanos 5, 12-19: Pablo presenta dos figuras opuestas: Adán y Cristo. Subraya que el pecado vino por un solo hombre y por el pecado la muerte. Por el pecado de Adán se rompió la comunión con Dios. Por Cristo se restaura la relación del hombre con Dios. Pablo presenta el paso de la muerte a la vida.
- Evangelio: Mateo 4,1-11: En el paraíso terrenal Adán se independizó, Jesús, en cambio, se subordina al plan salvífico de Dios y vence las tentaciones del diablo. La salvación está en reconocer la autoridad de Dios y rechazar las tentaciones.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: La liturgia, el culto de la Iglesia, tiene dos tiempos fuertes en el año, las dos pascuas. La Pascua de Navidad y la Pascua de Resurrección. Cada una de estas fiestas grandes va precedida de una preparación. La Pascua de Navidad va precedida del Adviento y a la Pascua de Resurrección precede la Cuaresma. Antiguamente estos cuarenta días que preceden a la Pascua de Resurrección se vivían con gran austeridad penitencial, con ayuno riguroso y abstinencia de carne (eso se recordó en la liturgia del Miércoles de ceniza). Históricamente, en el siglo III ya existía la Semana Santa, como tiempo de preparación a la Pascua. Más tarde se fue alargando hasta los cuarenta días actuales.
Iniciamos la Cuaresma con el domingo llamado de las “tentaciones”. El Evangelio nos narra las tentaciones que sufrió Jesús en el desierto y cómo las superó. Las tentaciones también nos rodean a nosotros. Vivimos en una sociedad que crea propaganda que provoca y estimula. La propaganda está estudiada y ofrece todo aquello que más nos tienta y nos gusta. ¿Quién es capaz huir de las múltiples tentaciones que nos asaltan constantemente? Las tentaciones se presentan con mucho color y calor: la tentación de idolatría, del consumismo y del placer; la tentación del poder y de la autosuficiencia, la tentación de una vida fácil y de seguir los modelos de los personajes famosos de la prensa y de la televisión, la tentación de vivir a espaldas de Dios y construir una sociedad sin Dios. Oímos una voz que nos dice: “Seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal”.
Las tentaciones son muchas. Hemos de reconocer que somos débiles y cedemos con frecuencia a la tentación. La Cuaresma nos invita a entrar en el desierto y vencer las tentaciones para adorar al único y verdadero Dios, como hizo Jesús. Él nos anima con su Palabra y Sacramento a vencer las tentaciones y nos enseña el camino de la Pascua. Amén.

sábado, 5 de marzo de 2011

IX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A


EL CRISTIANO, CUMPLIDOR DE LA VOLUNTAD DE DIOS
Ideas principales de las lecturas de este Domingo:
- 1ª Lectura: Deuteronomio 11,18.26-28.32: Mirad: Os pongo delante bendición y maldición.
- 2ª Lectura: Romanos 3,21-25ª.28: El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.
- Evangelio: Mateo 7,21-27: La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy concluye el Sermón del Monte que venimos leyendo los anteriores domingos. El evangelista Mateo nos lo presenta en forma de una parábola que sirve de aviso y de recomendación. Por lo tanto, este aviso y esta recomendación nos invita hoy a hacer las siguientes preguntas: ¿Sobre qué estamos edificando la casa de nuestra vida y de nuestros hijos? ¿Sobre roca o sobre arena?...
El evangelio de este domingo tiene dos partes claramente distintas. La primera parte es una diatriba contra los “falsos profetas”. La ambigüedad de la profecía fue un tema preocupante para la Iglesia naciente. Señal de que, entonces como ahora, había y hay hombres que se presentan como piadosos devotos que invocan al Señor, que hasta hacen cosas prodigiosas, pero, sin embargo, son unos farsantes que engañan a la gente. ¿Por qué? Porque, como dice Jesús, son “malvados”. Literalmente, son los que practican la “anomía”, o sea la “cercanía de ley y de principios”, la maldad. Por desgracia, es frecuente encontrar “hombres piadosos”, “hombres consagrados” y “hombres prodigiosos” que, en realidad, pasan por la vida haciendo mucho daño a muchos inocentes, débiles e indefensos.
La segunda parte es la parábola de los dos constructores. La clave para entender la parábola está en tomar o no tomar en serio lo que dice Jesús en el Sermón del Monte. Tomando en serio es cumplir lo que dice Jesús. No es creer, ni admirar, ni enseñar a otros lo que dice el Evangelio. Es hacer lo que dice Jesús. Todo lo que no sea eso, es construir una casa sin cimiento, sin seguridad alguna, sin estabilidad. Una casa expuesta al hundimiento total en cualquier momento, quizá cuando menos lo pensamos. Escuchar lo que dice Jesús y no hacerlo es una locura, un desvarío, un despropósito. Es como vivir al aire, en descampado. O en una apariencia de vivienda que se desploma en cualquier instante así de siempre. Y así de desconcertante. Amén.