domingo, 5 de junio de 2011

VII DOMINGO DE PASCUA. Ciclo A. SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Mirad al mundo…

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
Primera Lectura: Hch. 1, 1-11. La Ascensión del Señor es el final de la etapa temporal de Jesús en la tierra. Pero es bueno llamar la atención sobre el empecinamiento de los apóstoles al respecto de la "construcción del reino de este mundo". Jesús ha permanecido cuarenta días a su lado, con unas características físicas tan especiales que era ya difícil dudar sobre su divinidad. Y sin embargo, los discípulos hablan del "éxito futuro y material".
Segunda Lectura: Ef. 1, 17-23. Cristo está sentado a la derecha de Dios, en el cielo, y por encima de cualquier criatura o poder. Crea y condensa San Pablo, además, la doctrina de la Iglesia y de su Cabeza, el Señor Jesús.
Evangelio: Mt. 28, 16-20. Los ultimo versículos del evangelio de Mateo, nos ofrecen una promesa prodigiosa que tiene que marcar nuestras vidas: "Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Jesús, permanecerá siempre a nuestro lado, estará cerca de nosotros, si lo buscamos.

El lugar donde Jesús reúne a los discípulos es significativo, en Galilea, en los márgenes, donde comenzó su misión, y en un monte, donde congregó a todo el pueblo. Nosotros también somos discípulos. ¿Dónde nos cita Jesús? ¿Dónde nos reunimos con Él y con los demás?
La presencia de Jesús da lugar a la adoración y a la duda. La fe está mezclada con la duda, compañera inseparable de la fe itinerante. Es el claroscuro de la fe: fe y vacilación, claridad y desconcierto... Jesús se nos acerca. Siempre está cerca. Nos invita y anima a seguir su camino, a ponernos en camino. No dice que nos quedemos esperando a que venga la gente, sino que salgamos hacia donde están las personas, sus alegrías, sus dificultades, sus esperanzas..., y que nos comprometamos en el empeño de trabajar para que nuestro mundo sea más justo, más solidario, más limpio, más fraterno, más libre, más pacífico, más feliz. La tarea está en la vida de cada día. La fórmula “Padre, Hijo y Espíritu Santo”, nos recuerda que Dios es Amor. Amor comunicado. Su gloria y su poder es amar. Igual que la nuestra.
Jesús nos encarga mostrar, con nuestras palabras y nuestra vida, el modelo que nos dejó: su humanidad profunda, su personalidad sensible, su coherencia y valentía, su mirada misericordiosa, su libertad y solidaridad, su capacidad de servir. Mostremos que Dios es amor, amando. Que es misericordia, acogiendo y aliviando. Que es gozo, viviendo y contagiando alegría. Mostremos que Dios es comunidad, compartiendo, uniendo, colaborando...
Es nuestra misión hacer presente su presencia en el mundo, comunicar la Buena Noticia, ser Buena Noticia. Son las últimas palabras de Jesús en los tres sinópticos. No hay dolor de despedida, es un mensaje de consuelo, alegría y júbilo. Una gran noticia. La Ascensión no es el final de la actividad de Jesús, es el comienzo de la misión de sus seguidoras y seguidores. Él sigue con nosotros, alimenta nuestra esperanza y nos hace capaces de proporcionar esperanza a los demás.
Jesús nos dice: vivid como yo he vivido. No miréis a las nubes; mirad al mundo y tratad de poner el cielo en la tierra. Para lograrlo no estamos solos ni abandonados. Él nos acompaña todos los días.

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