CRISTO, CAMINO, VERDAD Y VIDA
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 6,1-7: El servicio de la caridad. En la comunidad de Jerusalén se suscitó tensión entre los de lengua hebrea y los de lengua griega. Los apóstoles zanjan la cuestión y se resuelve la situación eligiendo colaboradores para que se dediquen al servicio diaconal, a la caridad entre los hermanos.
- 2ª Lectura: I Pedro 2,4-9: Las piedras vivas de la Iglesia. Pedro define la Iglesia como un nuevo templo, pero no un gran edificio, sino una comunidad de creyentes que testimonian la presencia del Señor resucitado en la vida cotidiana. En este templo, los cristianos son las piedras vivas, cuyo fundamento es Cristo, la piedra angular.
- Evangelio: Juan 14,1-12: Cristo, camino, verdad y vida. Juan nos brinda la afirmación fundamental del Señor: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Conocer a Cristo equivale a ver al Padre. Dios no es ya inasequible, es asequible en Cristo, que es el camino que nos conduce a él.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Pedro, en la segunda lectura, define la Iglesia como un nuevo templo; deja muy claro que no es un gran edificio, sino una comunidad de creyentes que testimonian la presencia del Señor resucitado en la vida cotidiana. En este templo, los cristianos son las piedras vivas, que actúan y participan dentro del mismo de forma activa, plena y consciente. El fundamento de este templo es Cristo, la piedra angular. En los inicios de la Iglesia, los primeros cristianos siempre tuvieron presente esta visión de Iglesia según Pedro.
Sin embargo, la primera lectura nos revela que en la vida de la primera comunidad cristiana no todo era idílico. Había dificultades y divisiones. Pero los Apóstoles nunca se dejaron vencer por ellas. Esa lectura nos cuenta que: “Los creyentes de la lengua griega se quejaron contra los de la lengua hebrea diciendo que en el suministro diario no atendían bien a sus viudas” (Cf. Hch. 6,1).
Tal experiencia no fue buena; por lo tanto, no es digna de imitar. Sólo nos recuerda que en nuestras comunidades cristianas y familiares de hoy también surgen momentos de tensión que, a veces, acaban con nuestra tranquilidad y paciencia. Estamos en Tiempo de Pascua. Y la Pascua es fiesta, pero a la vez es tarea y camino, misión y lucha. Tenemos que luchar para desterrar las dificultades y divisiones que quieran arrebatarnos la paz y la armonía.
Para ello, los Apóstoles recurrieron a la Fe. Jesús, en el Evangelio, nos dice que “no nos inquietemos; que confiemos en Dios y confiemos en Él” (Cf. Jn. 14,1). La fe supera las tensiones comunitarias. La fe une a las personas divididas. Al escuchar esto, los cristianos tenemos que estar siempre vigilantes con las habituales prácticas de nuestro mundo. La política crea partidos, las empresas crean competencias, las mismas familias se dividen por diversos motivos. Todos los días surgen tensiones dentro de las comunidades y grupos. Lo peor es que se agraven, que crezcan los conflictos o se queden como ya están, y las personas se dividan y se hieran entre sí.
Los Apóstoles no permitieron esto, sino que escucharon las quejas y establecieron el diálogo para encontrar una solución. Con ello, se descentralizaron las responsabilidades dentro de la Iglesia y se nombró a los siete diáconos, con una función de caridad o diaconía. El diálogo es hoy muy necesario en la vida familiar, en la comunidad cristiana, en los grupos y entre los políticos y empresas, para buscar la verdad y no los intereses particulares.
Cristo se presenta hoy a nuestra consideración como Camino, Verdad y Vida. Y lo hace cuando se despide de sus discípulos, y les asegura que va a un sitio donde volverán a encontrarse, y allí para siempre; ese lugar será la Casa del Padre, nuestro destino final o el estado de la felicidad sin fin. Esa promesa de Jesús a los suyos sigue siendo cuestionada por algunos e incomprendida por otros. Muchos, como Tomás, seguimos preguntando a Jesús: “Señor, no sabemos a dónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?” (Jn. 14,5).
La pregunta de Tomás no es descabellada. Él parte de la experiencia de que el mundo nos ofrece muchos caminos que no siempre llevan a la felicidad anhelada. Hoy también tenemos por delante muchos y mejores caminos, por tierra, por aire y por amar. Vamos y venimos. Corremos y volamos. Caminamos, cada vez más deprisa y con más seguridad con ayuda de mapas, GPS y guías turísticas. Pero seguimos sin saber a dónde vamos. No podemos saber el camino que lleva a la Casa del Padre, a la felicidad eterna.
Queridos hermanos y hermanas, la Virgen, nuestra Madre es nuestro Mapa, el GPS y la Guía que nos conduce hacia su Hijo, Jesús, el Camino, Verdad y Vida. Amén.