XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, Ciclo A,
SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO.
CRISTO REINA AHORA Y POR SIEMPRE,
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura; Ezequiel 34, 11-12, 15-17, Los reyes de Israel dispersaron y descarriaron a su pueblo. Ezequiel anuncia al verdadero pastor que guiará a la humanidad por el buen camino, cuidando a los más débiles y velando con amor por las ovejas enfermas y sanas.
- Salmo; El Señor es mi pastor, nada me falta.
- 2ª Lectura: 1 Corintios 15, 20-26, 28. Pablo, en su catequesis sobre la resurrección de los muertos, al final de la historia, se basa sobre todo en la resurrección de Cristo. Expone a los corintios el carácter absoluto del Reino de Dios. Si Adán nos condujo a la muerte, Cristo a la vida. El Señor camina a la cabeza del grupo que busca a Dios y lo introduce en el Reino del Padre.
- Evangelio: Mateo 25, 31-46. El Evangelio propone a cristo como un pastor que separa las ovejas de las cabras. Distingue a los justos que hacen caridad y los invita a su Reino, en cambio, a los malvados que cierran su corazón a los débiles y necesitados, los separa de su Reino. La vivencia de las bienaventuranzas es el principio fundamental del Reino de los Cielos.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Con la celebración de hoy, festividad de Cristo Rey, cerramos el año litúrgico. A lo largo del año litúrgico, desde el primer domingo del Adviento del año pasado, hemos venido contemplando los hechos de Jesús y hemos venido proclamando su Palabra. Tanto en los hechos como en las palabras, hemos visto a Jesús como centro de una "vida nueva", de un reino de verdad y vida, un reino de la santidad y de la gracia, un reino de la justicia, el amor y la paz que no es de los conocidos de este mundo. No es un reino que se manifieste por su esplendor, por su poderío, por su grandeza. Es un Reino que se nos ofrece en la Cruz, que es el mayor signo de amor y entrega hacia nosotros.
Ya las lecturas que hemos escuchado, nos presentan un rey atípico, es decir, muy diferente a los reyes de este mundo; nos presentan la figura de un rey pastor que se desvive por su rebaño, que muere por él, para que tenga vida, y que conoce a cada una de sus ovejas. Así, en Ezequiel, Dios es el pastor de su pueblo, al que cuida, alimenta y protege. En el evangelio, Jesús es rey y juez que, como el pastor que separa las ovejas de los cabritos, en su venida al final de los tiempos juzgará a todos según el amor que cada uno ha mostrado con los más pequeños, es decir, los pobres y los necesitados. El destino de los benditos del Padre es la vida eterna, inaugurada por Cristo con su resurrección.
Queridos hermanos, estas lecturas que la liturgia nos presenta en la fiesta de Cristo Rey, nos invitan a reconocer en Jesús, al único rey y señor de nuestras vidas; nos hemos hecho cristianos para pertenecerle a Él y seguir sus huellas. Ese seguimiento de Jesús lo haremos bien si reflexionamos e imitamos la manera como Él ejerce su reinado: su misión de rey consiste en guiar a su pueblo por buenos caminos y defender a sus humildes hermanos, los pobres. Cristo se identifica con los pobres, pero tambien es aquel que ayuda a los pobres. Y a esto nos invita hoy: a reconocerle en los hermanos más humildes y a convertirnos en servidores de los pobres, Si hacemos esto en la medida de nuestras posibilidades, Cristo seguirá reinando en este mundo y aprobaremos el examen del amor que Él someterá a los hombres al final de los tiempos. Amén.
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