Hola a tod@s: Recibid un saludo cordial y cariñoso a cuantos a través de este blog de la Parroquia "Santiago el Mayor" de Arroyomolinos de León, accedeis a esta página. La Parroquia quiere avanzar y crecer en ser comunidad cristiana que anuncia, forma, celebra y testimonia la fe. Siéntete invitado y llamado a asumir y compartir la misión evangelizadora de la que somos corresponsables. En nombre del Consejo Parroquial, de nuevo, un cordial saludo.
domingo, 3 de octubre de 2010
XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
LOS TIEMPOS DIFÍCILES.
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Habacuc 1,2-3;2,2-4: La fe y la espera del justo. La vida resulta muchas veces difícil. Al profeta no le agradan las opresiones ni las injusticias. Debemos situar su profecía en los años que van entre la caída del Imperio asirio y el resurgimiento de Babilonia. El profeta conoce también momentos de dudas y de cansancio. Parece que Dios no interviene ni hace por cambiar la condición del pueblo. Cree firmemente que Dios es quien gobierna la historia. Se trata solamente de saber esperar y tener en el cumplimiento de las promesas.
- 2ª Lectura: II Timoteo 1,6-8.13-14: La fe vivida y testimoniada. Pablo, en tiempos de la Iglesia perseguida, exhorta a Timoteo a guardar con la ayuda del Espíritu Santo el depósito de la fe que ha recibido y a permanecer fiel a Cristo.
- Evangelio: Lucas 17,5-10: La fuerza de la fe. Dos enseñanzas complementarias se desprenden del evangelio de hoy. La primera tiene que ver con la eficacia de la fe. La segunda aborda la auténtica disposición del creyente que practica en forma debida la fe como apertura al Dios de la salvación.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hemos de ser conscientes de que vivimos en tiempos difíciles en lo que a “fe en Dios” se refiere. En un mundo en que muchos alardean de incredulidad y agnosticismo, los discípulos de Jesús hemos de acrecentar la luz de la fe para liberarse de tantas tinieblas desconcertantes, que desdibujan y difuminan el verdadero rostro de Dios.
Por lo tanto, deberíamos buscar la auténtica fe en nuestro Dios.
La fe no es ceguera irracional, sino visión lúcida; no es evasión, sino cercanía; no es pasividad, sino búsqueda continua; no es un sentimiento, sino una actitud de todo el ser. El peor enemigo de la fe es la complacencia en el conocimiento, la autosuficiencia, la curiosidad y la crítica. Confiamos más en nuestras propias fuerzas que en el don gratuito de Dios que es nuestra fe.
Tener fe no consiste en tener una opción sobre Dios; tampoco una forma cultural o una devoción. La fe es una postura de confianza total de la persona ante Dios. Lleva consigo convicciones, sentimientos y actividades. Consiste en descubrir a Jesús, fiarse de él y acoger la Buena Noticia. Esa es la fe que tiene capacidad de hacer milagros y mover montañas.
No obstante, nos sentimos abrumados cuando en las noticias de la radio o de la televisión oímos que hay guerras, desgracias, violencia, terrorismo. Y, desorientados, nos hacemos varias preguntas: ¿por qué acontecen todas estas cosas? ¿por qué no terminar de una vez con los causantes? ¿se puede tener fe cuando existen tantas injusticias, cuando hay tantos graves problemas en el mundo…? ¿Se puede creer en Dios, que guarda silencio ante tales situaciones?
El creyente es el que sabe que no puede echar a Dios las culpas de los males del mundo, muchos de ellos instigados por el propio hombre. El profeta gritó a Dios, y nosotros necesitamos gritar con fe al Señor y, a la vez, exclamar que, como siervos inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer para desterrar de la faz de la tierra todo lo que destruye y destroza al hermano.
La fe en su raíz es un don, una gracia. Nadie puede conquistarla ni comprarla, solamente se la puede pedir al Señor. La fe es, en expresión concreta y existencial, una respuesta personal en el contexto de la vida. Para Habacuc, la fe en Dios es un grito “desesperado” ante la situación del pueblo y el silencio divino; para Pablo es un “testimonio”; para Juan, la fuerza “que vence al mundo”; para Lucas es la súplica oracional de los discípulos para ser idóneos e imitadores de Cristo. Lo importante es saber “ver” siempre a Dios en los signos de los tiempos y a luz de su Palabra. Amén.
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