domingo, 29 de mayo de 2011

VI DOMINGO DE PASCUA. Ciclo A


NO ESTAMOS HUERFANOS
Ideas Principales de las lecturas de este domingo:
1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 8, 5-8. 14-17. Los Hechos de los Apóstoles nos refieren los trabajos de Felipe, que, recién nombrado diácono, emprende una vigorosa acción de apostolado. Predica en Samaria, el país considerado por los judíos como apostata y extranjero, a pesar de que adoraban el mismo Dios. La Palabra es bien recibida y tanto es así que se hace necesario el viaje de Pedro y Juan para confirmar a tanto convertido. La imposición de las manos --hoy lo hacen los obispos en el sacramento de la confirmación-- hace adultos en la fe a los recién bautizados. Los comunica el Espíritu. Y este Espíritu de Dios aletea en proximidad al acercarse el tiempo de Pentecostés.
2ª Lectura: I Pedro 3, 15-18. San Pedro, nos sigue hablando los últimos días de Jesús en la tierra. Ahora narra la resurrección producida por el Espíritu Santo y esa es una esperanza plena para todos nosotros, que esperamos la resurrección gloriosa.
Evangelio: Juan 14, 15-21. Jesús anuncia el envío y la presencia de ese Espíritu, el defensor. Es Él mismo quien nos anima día a día, hora a hora, a la Iglesia en su caminar y es Él el que está presente en estos momentos, en nuestra celebración del domingo. La fuerza del Espíritu realizará también hoy el milagro cotidiano de transformar el pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

Una Iglesia formada por cristianos que se relacionan con un Jesús mal conocido, poco amado y apenas recordado de manera rutinaria, es una Iglesia que corre el riesgo de irse extinguiendo. Una comunidad cristiana reunida en torno a un Jesús apagado, que no seduce ni toca los corazones, es una comunidad sin futuro.
En la Iglesia de Jesús necesitamos urgentemente una calidad nueva en nuestra relación con él. Necesitamos comunidades cristianas marcadas por la experiencia viva de Jesús. Todos podemos contribuir a que en la Iglesia se le sienta y se le viva a Jesús de manera nueva. Podemos hacer que sea más de Jesús, que viva más unida a él. ¿Cómo?
Juan recrea en su evangelio la despedida de Jesús en la última cena. Los discípulos intuyen que dentro de muy poco les será arrebatado. ¿Qué será de ellos sin Jesús? ¿A quién le seguirán? ¿Dónde alimentarán su esperanza? Jesús les habla con ternura especial. Antes de dejarlos, quiere hacerles ver cómo podrán vivir unidos a él, incluso después de su muerte.
Antes que nada, ha de quedar grabado en su corazón algo que no han de olvidar jamás: «No os dejaré huérfanos. Volveré». No han de sentirse nunca solos. Jesús les habla de una experiencia nueva que los envolverá y les hará vivir porque los alcanzará en lo más íntimo de su ser. No los olvidará. Vendrá y estará con ellos.
Jesús no podrá ya ser visto con la luz de este mundo, pero podrá ser captado por sus seguidores con los ojos de la fe. ¿No hemos de cuidar y reavivar mucho más esta presencia de Jesús resucitado en medio de nosotros? ¿Cómo vamos a trabajar por un mundo más humano y una Iglesia más evangélica si no le sentimos a él junto a nosotros?
Jesús les habla de una experiencia nueva que hasta ahora no han conocido sus discípulos mientras lo seguían por los caminos de Galilea: «Sabréis que yo estoy con mi Padre y vosotros conmigo». Esta es la experiencia básica que sostiene nuestra fe. En el fondo de nuestro corazón cristiano sabemos que Jesús está con el Padre y nosotros estamos con él. Esto lo cambia todo.
Esta experiencia está alimentada por el amor: «Al que me ama...yo también lo amaré y me revelaré a él». ¿Es posible seguir a Jesús tomando la cruz cada día, sin amarlo y sin sentirnos amados entrañablemente por él? ¿Es posible evitar la decadencia del cristianismo sin reavivar este amor? ¿Qué fuerza podrá mover a la Iglesia si lo dejamos apagar? ¿Quién podrá llenar el vacío de Jesús? ¿Quién podrá sustituir su presencia viva en medio de nosotros?

sábado, 28 de mayo de 2011

Desde tu Parroquia


”Hacer” o “celebrar” la primera comunión.
Centenares de niños y niñas reciben en estos fines de semana de mayo y junio la primera comunión. Se trata de uno de los acontecimientos más emblemáticos de la infancia de toda persona, del día quizás más feliz de nuestra vida. También en nuestra Parroquia.
¿Quién no recuerda el día de su primera comunión o el día de la primera comunión de sus hijos? Recuerdos, experiencias, sentimientos y sensaciones se agolpan en nuestra memoria y en nuestro corazón con la convicción de que merece la pena seguir cuidando al máximo la preparación y la celebración de la primera comunión de nuestros niños. Pero hemos de ser realistas y plantear una mirada a la situación de hoy en día.
Actualmente, una gran mayoría de niños "hacen" la primera comunión. De ellos, sólo unos pocos continúan después su proceso catequético y formativo de crecimiento en la fe. Para muchos es su primera, única y última comunión y de este modo no hay verdadera experiencia creyente en ellos.
En muchas familias no se vive la fe como seguimiento de Jesucristo, con repercusión en la vida concreta y como transformación en los ambientes en que viven.
En muchas parroquias donde se "hace" la primera comunión no existen referencias comunitarias reales: la comunidad cristiana que celebra y acoge, que cuida especialmente, a sus pequeños simplemente no existe.
Hay un evidente negocio económico y de prestigio social montado en torno a las primeras comuniones que dista mucho del mensaje evangélico y de sus exigencias.
Aun a riesgo de parecer utópicos, nuestra referencia debería estar también este tema en la Palabra de Dios. Para que nuestro culto sea auténtico, la celebración de cualquier sacramento tiene que ser expresión de la vivencia de unas determinadas experiencias en quienes participan en ellas:
• El encuentro personal con el Dios manifestado en Jesucristo. De ese encuentro han de brotar el gozo ante la Buena Noticia del Reino, la conversión cristiana, la experiencia de la libertad de los hijos de Dios, la audacia inherente a la proclamación del mensaje de Jesús. Además, en la Iglesia no podemos desligar la celebración de la fe de las exigencias y el compromiso por la justicia.
• El protagonismo de los laicos -y los niños lo son- comienza y tiene su máxima expresión en lo que la comunidad cristiana tiene de más vital: la celebración de los Sacramentos, especialmente la Eucaristía. Pero la primera participación en ella es "sólo" un paso en el seguimiento de Jesús, que es un proceso continuado hasta llegar a la incorporación madura en una comunidad de referencia y al compromiso en la realidad y en los ambientes.
Para ello, es necesario promover en las parroquias espacios de formación sobre la celebración de los Sacramentos, que ofrezcan pasos continuados de crecimiento en la fe y en el seguimiento de Cristo. Toda la comunidad eclesial debe respetar y potenciar, al máximo, la identidad y la esencia de estos actos religiosos y cristianos a fin de que sean lo que tiene que ser.
Las familias deberían tomarse en serio la fe. Si no creen, si las exigencias del Evangelio no tienen nada que decir en sus vida cotidianas, deben plantearse si sus hijos "hacen" la primera comunión. Si creen, deben exigir una forma de incorporación de los niños a la Eucaristía de la comunidad que sea coherente con su verdadero significado, “celebrar” el Sacramento en su verdadera magnitud.
Los niños y las niñas tienen que ser capaces de ser protagonistas sobre estos asuntos. Deben tener clara conciencia -en la medida de su edad- de lo que significar recibir y celebrar la comunión. No podemos convertir las primeras comuniones en meros actos festivos y sociales, en meras ferias infantiles de las vanidades.
Los agentes de pastoral -catequistas, parroquias, sacerdotes...- deben rechazar y denunciar el entramado de "negocio" de las primeras comuniones. Es contrario al Evangelio de Jesús y al deber de solidaridad en medio de un mundo tan injusto como el nuestro. Pero tampoco podemos dejarnos llevar por tentaciones "iconoclastas", puristas y radicalizadas.
Es, pues, tarea de todos los cristianos devolver a esta celebración su autenticidad evangélica, creando para ello formas diferentes y alternativas de celebrar la incorporación de nuevos miembros a la Eucaristía.
En octubre de 2006, el Papa Benedicto XVI se reunía con cerca de cien mil niños italianos que habían hecho la primera comunión, acompañados de sus padres y de sus catequistas. El papa entabló un diálogo con los niños y uno de ellos preguntó a Benedicto XVI: "¿Qué recuerdos tienes del día de tu primera comunión?". La respuesta del Papa fue una catequesis sobre el sentido verdadero de la “celebración” de este Sacramento: “En el centro de mis recuerdos se halla este pensamiento: Jesús entraba en mi corazón. Y, junto con Jesús, Dios mismo estaba conmigo. Y que era un don de amor que valía mucho más que todo lo que se podía recibir en la vida. Comprendí que comenzaba una nueva etapa en mi vida".
Como sencilla, por humilde desde nuestra parte, colaboración, dejamos un decálogo de actitudes y acciones (Cfr. MJ Decálogo, María Dolores López Guzmán, en "Misión Joven", 350, 2006) que pueden ayudarnos a vivir con sentido y profundidad este día tan esperado para nuestros niños:
ESPERAR: La primera comunión es comienzo, no es final... Ir más allá del instante es fundamental. Comienza una nueva etapa en el proceso de iniciación cristiana de los niños, que no se puede quedar ahí. La comunidad los necesita.
UNIR: Crear un ambiente de unión y no de división será el mejor modo de vivir lo que es central en ese día: la común-unión.
CONVIVIR: Caer en la cuenta de que las celebraciones son momentos de encuentro en la familia (padres e hijos, hermanos, abuelos, tíos, amigos...) y con las familias de los compañeros de los niños.
ALEGRARSE: Para que la alegría no se esfume es imprescindible poner más los ojos en Dios que en nuestros deseos, gustos, y, a veces, problemas y discrepancias.
RECORDAR: Preparar algún detalle personal que sea auténtico recordatorio del encuentro que el niño ha tenido con Dios. Este encuentro es lo verdaderamente central.
INTENSIFICAR: Favorecer los momentos en los que compartir con el niño confidencias, oraciones y conversaciones sobre la experiencia de Dios recibida.
SIMPLIFICAR: Convertirse en "contrapunto" de los mensajes que incitan al consumo de inevitables y absurdos regalos. Hacer que el día sea "sencillamente distinto".
TRANSMITIR: Comunicar la propia fe es el mejor regalo. Es una buena ocasión para mostrar que la experiencia de la comunión transforma cada día y es Jesús quien nos da la luz que ilumina y orienta nuestra vida.
INTERIORIZAR: Detener la mirada en lo verdaderamente significativo. Hacer balance del día con el niño o niña destacando lo más importante.
AGRADECER: Participar totalmente del Cuerpo y de la Sangre del Señor es motivo más que suficiente para alabar y agradecer a Dios su invitación a formar parte de El. Eucaristía significa "acción de gracias".
Nuestra felicitación más sincera a los niños y niñas que van a celebrar la primera comunión, que van a recibir a Jesús, por primera vez, en la Eucaristía. A sus familias, que exultan de gozo en este día tan importante de la vida de sus hijos. Igualmente, un agradecimiento a los catequistas que los han acompañado en este proceso de iniciación a la vida cristiana.
(Para conocer mas: http://www.alfayomega.es/Revista/2011/739/01_enportada1.php)

Noticias de la Diócesis


COLECTA EN LAS DIÓCESIS DE ANDALUCÍA POR LOS DAMNIFICADOS EN LOS TERREMOTOS DE LORCA

Por deseo de nuestro obispo, Don José Vilaplana Blasco, comunicamos que los Obispos del Sur de España, reunidos en Asamblea General, han acordado realizar una colecta por los damnificados en los terremotos de Lorca.

En el marco de su CXIX Asamblea Ordinaria que se está celebrando en Córdoba, los Obispos del Sur de España han acordado pedir a los párrocos y rectores de iglesias de las Provincias Eclesiásticas de Sevilla y Granada que dediquen la colecta en las Eucaristías del próximo domingo, 29 de mayo, a los damnificados por el terremoto ocurrido el pasado día 11 de mayo en la localidad murciana de Lorca, permitiendo así que los fieles puedan hacer aportaciones que ayuden a mitigar las necesidades básicas que sufren los damnificados, así como contribuir en la reconstrucción de los templos destruidos por los temblores de tierra.

Con el deseo de favorecer la participación de todos los fieles en la colecta destinada a este fin, los Obispos del Sur de España sugieren, en aquellas iglesias y templos donde sea conveniente, que los párrocos y rectores de iglesias anuncien en la Eucaristía del domingo 29 de mayo esta colecta con el objetivo de ayudar a los damnificados de Lorca, perteneciente a la Diócesis hermana de Cartagena, y procedan a recoger dichos donativos en la colecta de la Eucaristía del siguiente domingo, 5 de junio, Solemnidad de la Ascensión del Señor.

Asimismo, y en comunión con todos los santos, los Obispos del Sur de España piden a los fieles eleven oraciones al Señor por los difuntos fallecidos a causa de los seísmos y por los damnificados para que sean sostenidos en la esperanza.

Además de contribuir a través de esta colecta en la Eucaristía dominical, las personas que lo deseen también pueden realizar aportaciones en alguna de las cuentas habilitadas por la Diócesis de Cartagena Murcia, con este fin: BANCO POPULAR: 0075-0016-83-0603276686; CAM: 2090-0003-60-0200320320; LA CAIXA: 2100-2166-41-0200426061; CAJAMURCIA: 2043-0090-38-2000560158; BBVA: 0182-5639-21-0010066154; y CAJAMAR: 3058-0437-26-2720003385.
(Fuente: www.diocesisdehuelva.org)

lunes, 23 de mayo de 2011

V DOMINGO DE PASCUA


NO OS QUEDÉIS SIN JESÚS
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
1ª Lectura: Hechos de los Apostles 6, 1-7
El número de fieles aumentaba y los Apóstoles tenían la necesidad de emplearse a fondo en la transmisión de la Palabra de Dios. Y así se decide nombrar siete diáconos para atender al servicio de los fieles. Aparece el diaconado, pues, en la historia de la Iglesia. De ellos, Esteban se convertiría en el primer mártir de la Iglesia y Felipe predicaría con la misma intensidad que los Apóstoles.
2ª Lectura: 1ª Carta del Apostol San Pedro 2, 4-9
El Apóstol San Pedro consagra la condición sacerdotal de todo el pueblo elegido de Dios. Pocos textos de la Sagrada Escritura condensan tan bien esa condición del sacerdocio compartido por todos los bautizados.
Evangelio: Juan 14, 1-12
El Evangelio de hoy establece la identidad trinitaria entre el Padre y el Hijo, cuando Felipe, el Apóstol, pregunta a Jesús que le muestre al Padre la respuesta es inequívoca: quien ha visto a Jesús a visto al Padre. Además de la respuesta a Tomás, Jesús, mostrará el camino nuevo para todos los hombres y mujeres también de manera muy concreta. Porque Él es el Camino, y la Verdad, y la Vida.

Al final de la última cena Jesús comienza a despedirse de los suyos: ya no estará mucho tiempo con ellos. Los discípulos quedan desconcertados y sobrecogidos. Aunque no les habla claramente, todos intuyen que pronto la muerte les arrebatará de su lado. ¿Qué será de ellos sin él?
Jesús los ve hundidos. Es el momento de reafirmarlos en la fe enseñándoles a creer en Dios de manera diferente: «Que no tiemble vuestro corazón. Creed en Dios y creed también en mí». Han de seguir confiando en Dios, pero en adelante han de creer también en él, pues es el mejor camino para creer en Dios.
Jesús les descubre luego un horizonte nuevo. Su muerte no ha de hacer naufragar su fe. En realidad, los deja para encaminarse hacia el misterio del Padre. Pero no los olvidará. Seguirá pensando en ellos. Les preparará un lugar en la casa del Padre y un día volverá para llevárselos consigo. ¡Por fin estarán de nuevo juntos para siempre!
A los discípulos se les hace difícil creer algo tan grandioso. En su corazón se despiertan toda clase de dudas e interrogantes. También a nosotros nos sucede algo parecido: ¿No es todo esto un bello sueño? ¿No es una ilusión engañosa? ¿Quién nos puede garantizar semejante destino? Tomás, con su sentido realista de siempre, sólo le hace una pregunta: ¿Cómo podemos saber el camino que conduce al misterio de Dios?
La respuesta de Jesús es un desafío inesperado: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». No se conoce en la historia de las religiones una afirmación tan audaz. Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para entrar en el misterio de un Dios Padre. El nos puede descubrir el secreto último de la existencia. El nos puede comunicar la vida plena que anhela el corazón humano.
Son hoy muchos los hombres y mujeres que se han quedado sin caminos hacia Dios. No son ateos. Nunca han rechazado de su vida a Dios de manera consciente. Ni ellos mismos saben si creen o no. Sencillamente, han dejado la Iglesia porque no han encontrado en ella un camino atractivo para buscar con gozo el misterio último de la vida que los creyentes llamamos "Dios".
Al abandonar la Iglesia, algunos han abandonado al mismo tiempo a Jesús. Desde estas modestas líneas, yo os quiero decir algo que bastantes intuís. Jesús es más grande que la Iglesia. No confundáis a Cristo con los cristianos. No confundáis su Evangelio con nuestros sermones. Aunque lo dejéis todo, no os quedéis sin Jesús. En él encontraréis el camino, la verdad y la vida que nosotros no os hemos sabido mostrar. Jesús os puede sorprender.

sábado, 7 de mayo de 2011

Actividades Parroquiales


!CUMPLIMOS UN AÑO¡

Si, queridos hermanos y hermanas, en este III Domingo de Cuaresma nuestro blog cumple su primer año de vida. Y creemos que esta efemerides es un buen momento para que hagamos una pequeña revisión del trabajo realizado.

Como dice nuestro esncabezmiento, el blog nació como el deseo de nuestra Parroquia de "avanzar y crecer en ser comunidad cristiana que anuncia, forma, celebra y testimonia la fe", pues bien, los datos nos indican que poco a poco lo vamos consiguiendo.

Actualmente han visitado nuestra pagina en Internet mas de 1100 personas, desde todas partes del mundo, principalmente en España, América Latina, Estados Unidos y Canadá.
Tenemos seguidores asiduos (con más de 10 visitas) en Sevilla, Madrid y la Costa Oeste de los Estados Unidos. Para una Parroquia de poco mas de 1.100 habitantes, todo un orgullo.

En cuanto a los contenidos, cabe destacar la reflexión dominical de nuestro Párroco D. Jesús Rafael Edu Eyama Achama, que cada domingo, nos ayuda a entender mejor la Palabra de Dios.
También es de destacar la información, tanto local como diocesana, que genera bastantes visitas.
Sólo un pequeño pero, podemos poner en este apartado, y es la escasa colaboración para publicar en el blog, pero esto seguro que lo iremos superando, para ello os recordamos que tenemos una direccion de correo electronico (parroquiadesantiagoelmayor@gmail.com), donde podéis hacernos llegar vuestras colaboraciones.
Hemos intentado incluir secciones interesantes, que nos ayuden en la tarea evangelizadora del blog (reseñas de libros, enlaces a otros blogs y paginas web y tablon de anuncios), son sólo un pequeño intento de ser más útiles.

Creemos, pués, que la valoración general, es más que positiva. Por nuestra parte, seguiremos trabajando para hacer llegar la Palabra de Dios a todo el que la quiera escuchar, pues en definitiva esa es la misión que el Señor nos ha encomendado a todos. Muchas gracias a todos.

ROMERIA EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS



III DOMINGO DE PASCUA. Ciclo A.


LA MESA DE LA PALABRA Y DEL PAN

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 2,14.22-33: Pedro, sin miedo alguno, proclama públicamente la vida, milagros y prodigios que hizo Jesús, pero sobre todo cuenta su muerte y resurrección. Pedro y los demás apóstoles son testigos y dan testimonio de la verdad.
- 2ª Lectura: I Pedro 1,17-21: Pagamos un elevado precio por aquello que valoramos y amamos. Cristo no ha pagado con oro nuestra libertad sino con su propia sangre. Y nos ha dado en cambio la salvación. La certeza de la resurrección de Cristo llena de gozo a los creyentes y fortalece su fe y esperanza.
- Evangelio: Lucas 24,13-35: El Resucitado se hace encontradizo con los discípulos que huyen por miedo de Jerusalén. Conversa con ellos y les explica e interpreta las Escrituras. Lo reconocieron al partir el pan. Los discípulos vuelven a Jerusalén para anunciar a sus hermanos de comunidad la noticia de su experiencia. Hoy, también Cristo es nuestro compañero de camino, nos explica las Escrituras y permanece con nosotros al partir y compartir el pan.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Dos discípulos caminan hacia Emaús. Su crisis de fe se refleja en su rostro y no reconocen al Maestro hasta que él parte el pan. Sus ojos están cerrados a pesar de que por el camino ardía su corazón mientras les explicaba las Escrituras. La Palabra y el Pan eucarístico son los compañeros de camino para los cristianos.
En nuestra vida hay días de eclipse y no reconocemos al Señor ni siquiera cuando se hace presente como compañero de camino. Reconocemos a Jesús en la celebración de la Palabra cuando se proclaman las lecturas bíblicas. El que es Palabra nos habla y conversa con nosotros. Nuestro corazón va ardiendo a medida que le escuchamos. Luego lo reconocemos al partir el pan eucarístico. Es el alimento para el camino hasta que él vuelva al final de los tiempos. Se ha quedado con nosotros, nos acompaña y nosotros le acompañamos, y los dos recorremos el camino.
Nunca un cristiano está solo. Reconocemos también a Jesús en la caridad fraterna, signo propio de sus discípulos. Los dos discípulos tuvieron el gesto de invitar al peregrino desconocido a cenar con ellos. La caridad fraterna es la mejor clave para reconocer la presencia del Señor en nuestras vidas. Volvieron a Jerusalén a contar su experiencia a los demás y darles la grata noticia. Al salir de la celebración eucarística tenemos como misión contar nuestra experiencia eucarística a los demás y dar testimonio de lo que hemos celebrado. Descubrimos a Cristo en cada página de la historia, en la Eucaristía y en el rostro de los hermanos. Amén.