XXXII DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO. Ciclo A.
DIOS VIENE SIEMPRE POR SORPRESA
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Sabiduría 6,12-16: Encuentran la sabiduría los que la buscan. El libro de la Sabiduría nos invita a buscar, encontrar y poseer la auténtica sabiduría.
- 2ª Lectura: I Tesalonicenses 4,13-18: A los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Pablo presenta una catequesis sobre la suerte de los difuntos y los acontecimientos del fin del mundo.
- Evangelio: Mateo 1-13: ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! Mateo, esta vez, toma de los hechos corrientes de la vida el hecho de las bodas de su tiempo. Jesús saca la lección: velad porque no sabéis el día ni la hora.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy comenzamos el llamado discurso escatológico. La escatología estudia las creencias sobre el final del mundo. El tema escatológico preocupa siempre a la gente, por la misma razón que preocupa el de los orígenes del mundo. ¿Cómo empezó todo esto?, ¿cómo acabará el mundo y los hombres, ya que todo lo que tuvo principio tendrá que tener fin?
En los tres próximos domingos, la Iglesia nos va a proponer tres parábolas sobre este tema. Vamos a centrarnos en la de hoy, conocida como la parábola de las vírgenes necias y prudentes.
Para entender bien esta parábola, vamos a explicar un poco algunos detalles:
- El banquete de boda es el Reino de Dios, es decir, la Iglesia.
- El esposo, cuya venida se espera, es Cristo.
- El rechazo del novio es la tardanza del momento del Señor.
- Las diez vírgenes nos representan a todos nosotros, a la comunidad que esperamos la venida definitiva del Señor a nuestras vidas.
- La llegada repentina es la hora imprevisible del Señor.
- La admisión o rechazo es la consecuencia de nuestra actitud.
Además, hay dos cosas que chocan en la parábola: a) el aparente egoísmo de las vírgenes sensatas que no compartieron su aceite y b) la actitud inflexible del novio que no abre la puerta a las imprudentes. ¿Qué nos quiere decir Jesús con estos detalles? Dos cosas:
- Que la responsabilidad personal no se puede sustituir por nadie: no vamos a entrar en el banquete porque tengamos un pariente o amigo/a sacerdote o monja; aunque en un país de recomendaciones, enchufismos y carnet de partidos, no se entienda esto muy bien, pero es así.
- Y que hay fallos de previsión y vigilancia que son irreparables. Sí, hay cosas que son irreparables, entre ellas, nuestra responsabilidad ante Dios.
Dicho con otras palabras, hay cosas que no se improvisan a la última hora. Los discípulos del Señor han de ser previsores y estar preparados porque el Señor puede llegar en cualquier momento. Es preciso “construir sobre roca” para estar en condiciones de entrar en el Reino. Quien “construye sobre arena” puede quedar arruinada su esperanza. Dios nuestro Padre nos invita a la fiesta, porque es “el Dios de la alegría, del gozo, y no del luto o del sufrimiento”. Para celebrar la fiesta no podemos dejar que se apague la luz de la fe y de la esperanza en nosotros. Por eso el Señor nos hace hoy una llamada a la vigilancia, a estar atentos a su venida. Nos dice que no dejemos apagar nuestra lámpara. Así como una lámpara se apaga si no tiene aceite, así se apaga la ilusión y la esperanza si carecen de fe. Debemos estar atentos y contentos porque, a la hora menos pensada, vendrá el Señor.
Hermanos y hermanas, el Evangelio de hoy no es el Evangelio del miedo, sino el Evangelio de la responsabilidad y de la alegría en la espera del “día del Señor”, como se ha dicho. Lo importante es que los acontecimientos de nuestra vida, ya sean alegres o sean tristes, alimenten nuestra “lámpara” para que no se apague la luz que nos conduce por el camino de Dios hacia el Reino. Amén.
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