II DOMINGO DE ADVIENTO. Ciclo B
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Isaías 40,1-11: Isaías, la voz que comunica esperanza. La lectura corresponde al comienzo del llamado Segundo Isaías. El profeta con sus palabras anima e infunde esperanza en el corazón de los desterrados de Babilonia en el siglo VI (a.C.) y anuncia el final de una situación y la instauración de un cambio. El sufrimiento del exilio se termina y comienza una nueva vida. Isaías es la voz de la esperanza.
- 2ª Lectura: II Pedro 3,8-14: Pedro, la voz que anuncia una tierra nueva. Corrió la voz entre los primeros cristianos que la vuelta del Señor era inminente. Pedro recuerda la paciencia de Dios y la necesidad de prepararse para ese encuentro viviendo en paz con él. Él vendrá a instaurar un cielo nuevo y una tierra nueva.
- Evangelio: Marcos 1,1-8: Juan, el Bautista, voz que invita a preparar los caminos del Señor. El Bautista, uno de los personajes más significativos del Adviento por su decir y por su vestir. Cumple su misión de precursor anunciando la conversión y bautizando en las aguas del Jordán. Exhorta a sus oyentes a cambiar de vida porque el Mesías está cerca.
LAS TRES VOCES DEL PRESENTE DOMINGO
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy II Domingo de Adviento, tiempo de preparación a la Navidad, la Iglesia nos presenta tres personajes centrales de la Biblia: Isaías, Juan el Bautista y María. Por eso vamos a dedicar hoy la catequesis a hablar de ellos, de su importancia para nuestro adviento y de su mensaje.
El Profeta Isaías aparece en una época turbulenta para el pueblo de Israel. Fue en los últimos años del destierro de Babilonia. El pueblo estaba hecho polvo. Cundía por todos los lados la desolación porque parecía que Dios se había olvidado de ellos. En estos momentos de desesperación surge un hombre que trae una palabra de consuelo, y promete liberación: “Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder y su brazo manda”. Va a comenzar un nuevo éxodo, una nueva salida a la tierra prometida.
El cristiano es un hombre que sabe que Dios está siempre llegando con poder para llevarlo desde las babilonias de sus esclavitudes a una tierra prometida. El cristiano está siempre en situación de éxodo hacia algo mejor. Tenemos que animarnos y ser animadores del pueblo, poniendo en el corazón del triste una palabra de consuelo, como hizo Isaías.
María es el silencio, Juan el Bautista la voz que grita. Tenemos que tener algo de los dos. Para unos, María, silencio, reflexión, denuncia interior al comparar lo que somos con lo que la Palabra nos pide que seamos; para los otros, Juan “voz que grita en el desierto”. El grito de Juan es una serie de imperativos dirigidos a nosotros: “Convertíos”, “cambiad”, “allanad los caminos del Señor”, “que los valles se levanten”, “que los montes y colinas se bajen”…
Los valles representan lo que nos falta, dentro de la idea de allanar el camino. ¿Qué te falta? ¿qué me falta? ¿la eucaristía del Día del Señor?, ¿la lectura de la Palabra que nos instruye?, ¿la vivencia de la comunidad, la cercanía del otro y al otro? ¿Qué falta en nuestras vidas para sean como Dios quiere y espera de nosotros? ¿Qué tenemos que rellenar? Como el adviento es un tiempo de reflexión, para eso estamos aquí, para pensar y rellenar los que nos falte.
En esa imagen de allanar los caminos del Señor, los montes y colinas representan esa tierra que sobra en nosotros y que puede impedir el paso de Dios por nuestras vidas. ¿Qué sobra en nosotros? Cada uno lo tiene que averiguar confrontándose con la Palabra. ¿Sobra autosuficiencia, al creernos con la verdad plena?, ¿sobran los vicios?, ¿pecados personales? Cada uno sabrá su vida y se conocerá a sí mismo.
En fin, tenemos que saber sintetizar en nosotros la actitud fundamental de los tres personajes. El silencio orante de María, el grito de Juan el Bautista y la palabra de ánimo y consuelo de Isaías. De esta manera no sólo viviremos el adviento sino que ayudaremos a los que nos rodean a vivirlo mejor. Amén.
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