sábado, 17 de diciembre de 2011

CATEQUESIS DOMINICAL

IV DOMINGO DE ADVIENTO. Ciclo B

MARÍA, LA MUJER DEL SILENCIO Y DE LA RESPUESTA
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Samuel 7,1-5,8b-12.14ª.16: Natán enviado por Dios al rey David. David quiere construir un templo a Dios para fortalecer su dinastía. Es un hombre de estado y vive en una casa de cedro. Su reinado ha alcanzado la estabilidad y el bienestar. Ha llegado el momento de construir una casa digna para Dios. Dios, sin embargo, recuerda a David por medio del profeta Natán que Él es el constructor de todo. El mismo Señor construirá una casa a David dándole un trono que permanecerá.
- 2ª Lectura: Romanos 16,25-27: Pablo, enviado a predicar, da a conocer el misterio. ¿Quién conoce el misterio de Dios? Solamente a quien Dios se lo revele. El misterio divino mantenido en secreto es revelado poco a poco por los profetas y se manifiesta en Cristo. Es él quien revela los misterios de Dios Padre a los hombres.
- Evangelio: Lucas 1,26-38: Dios envía a Gabriel a María. EL anuncio de ángel a María es el cumplimiento de la promesa de Dios al rey David. María se convierte en templo. El Señor de señores y Rey de reyes quiere habitar en el seno de una Virgen que será madre de su Señor.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Ya se acabó la espera, ya terminó el adviento, ya se acerca la Navidad para los que la hayan esperado. Hoy es, por tanto, el día de la última reflexión. La Iglesia quiere que la hagamos de la mano de dos personajes: David y María. Vamos a ver los anuncios que recibieron y sus respuestas. Terminaremos con el anuncio que Dios nos hace hoy a nosotros, en vísperas de Navidad.
La primera anunciación: Al rey David. David había pasado de ser un pastor a ser un rey por simple voluntad de Dios. La respuesta de David, como la de todos, fue el pecado. Como al pecado siguió el arrepentimiento sincero y el cambio de vida, David se ganó el corazón de Dios. En agradecimiento con el buen comportamiento de Dios, David quiere construir una casa para Dios, pero Dios no se lo permite, y le recuerda a través del profeta Natán que Él es el constructor de todo. El mismo Señor construirá una casa a David dándole un trono que permanecerá.
Esta lectura nos habla, en primer lugar de la generosidad divina: por una casa material, le promete una dinastía, en la que Dios mismo, Jesús, florecerá; la gratuidad divina: no son los méritos, las ofrendas o los buenos propósitos de David los que atraen las bendiciones divinas, sino que el amor de Dios fue primero; y la fidelidad divina: los dones de Dios son para siempre. Dios perdona siempre, nunca falla, no se arrepiente nunca de su amor.
La segunda anunciación: la del evangelio de hoy. Se trata de una joven desconocida, perdida en una aldea insignificante. Estaba desposada con José. Pero Dios tenía otros planes. ¿Quieres tener un hijo, pero no de José, sino de Dios? ¿Quieres tener por hijo al Dios mismo? Fue un momento maravilloso para María. Dios quiere estar entre nosotros, ser como nosotros, y está buscando una madre. La respuesta de la joven María cambió toda la historia. Su respuesta fue positiva, afirmativa: “Hágase en mí según tu palabra”. Así, María se convirtió en el templo más maravilloso que Dios haya tenido, el templo que le quiso construir el rey David.
Este relato del evangelio nos muestra también la humildad de Dios: busca una mujer pobre y sencilla, una madre anónima; respeto de Dios: No impone su voluntad, sino que respeta nuestra libertad. Ni siquiera para hacernos bien nos fuerza, sino que pide y espera nuestro consentimiento. En fin, Dios ayuda al hombre a crecer; y amor de Dios: Dios no deja al hombre solo, no lo abandona nunca, siempre velará por él. Siempre envía un mensaje, siempre anuncia. Lo que importa es que el hombre sepa escuchar.
La tercera anunciación: El Ángel de la anunciación no ha terminado sus encargos. Pero esta vez el ángel no tiene alas ni tiene por qué ser un profeta consagrado. El Ángel puede ser cualquiera, incluso puede ser una palabra o un acontecimiento. Y en mensaje será siempre una propuesta de amor. Hoy Dios sigue necesitando una madre para su Hijo; cualquiera de nosotros puede llegar a ser “madre” de Dios y dar a luz a Jesús en nuestro mundo. Amén.

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