sábado, 11 de febrero de 2012

CATEQUESIS DOMINICAL

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B.
LOS MARGINADOS DE AYER Y DE HOY
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Levítico 13,1-2. 44-46: Marginados de la vida social y comunitaria. La lepra era considerada en Israel como una enfermedad contagiosa desde un punto sanitario y también era considerada como un castigo por el pecado. Los leprosos eran aislados de la vida social y religiosa del pueblo. Si se curaba, antes de incorporarse a la comunidad, debía ofrecer un sacrificio de expiación.
- 2ª Lectura: I Corintios 10,31-11,1: No dar escándalos. Concluye la sección en la que Pablo ha intentado responder a los problemas concretos que se daban en el seno de la comunidad corintia. Pablo alude a su ejemplo personal y él sigue el ejemplo de Cristo. Los de Corinto deben seguir también el de Pablo, como intermediario que es del Señor. Toda conducta tiene su finalidad teológica. Los cristianos no se deben encerrarse en sí mismo pues todo tiene relación con Dios. Cristo es en definitiva el criterio último para la conducta de los creyentes.
- Evangelio: Marcos 1,40-45: El leproso integrado social y religiosamente a la comunidad. Jesús se compadece de la persona que tiene delante. Es un leproso excluido de las relaciones con los demás. Le toca su cuerpo enfermo sin temer a se contaminado y le infunde la esperanza de quedar curado. Lo rehabilita plenamente reintegrándolo a la sociedad. Es mucho más que un milagro.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: La Iglesia nos presenta hoy, en este Domingo VI del Tiempo Ordinario, la actitud de Jesús ante los marginados de su tiempo. Esta reflexión nos puede venir bien para confrontar así la nuestra con la de Cristo. Hoy Jesús cura a un leproso.
El leproso era el símbolo máximo de marginación social en Israel, un pueblo que tenía la conciencia de ser “santo” y “elegido”; y esto le hizo distinguir bien entre puro e impuro. De modo que todas las personas que padecían alguna enfermedad infecciosa como la lepra eran consideradas impuras. Estas personas no podían entrar en el templo, ni asistir a las fiestas, ni participar en los banquetes sagrados y, en algunos casos ni siquiera vivir en comunidad. La lepra era signo de pecado, castigo de Dios.
A la gente les daba miedo relacionarse con estos enfermos; no los podían tocar por miedo a contagiarse. Esta actitud era normal entre la gente de aquella sociedad porque la ley mandaba distanciarse de los leprosos, por eso encontramos en el libro del Levítico muchas causas de impureza, que hoy nos chocarían mucho.
Sin embargo, Jesús no se dejó llevar por esas actitudes frente a esos enfermos que mendigaban la salud. Jesús rompió todo tipo de barreras para llegar al hombre y a la mujer infeliz. Es él quien toma la iniciativa. Jesús toca, así, a leprosos, sordos, difuntos, ciegos y es tocado por otros porque sale de él un poder salvífico. Tocar indica la cercanía. Desde allí es desde donde se puede hacer la oferta del Reino.
¿Quiénes son hoy los marginados de nuestra sociedad? En general, son todos aquellos y aquellas que evitamos por nuestros “personales motivos”. Todos los que nos dan miedo infundado. Éstos son los leprosos, los marginados de nuestra cultura y sociedad.
Cristo tendió su mano compasiva al leproso y lo integró a su vida social y religiosa. El ejemplo de Jesús invita a que también nosotros extendamos nuestra mano a los marginados de nuestra sociedad, a los que margino de mi vida y mi entorno y les curemos las heridas provocadas por la incomprensión, la enfermedad y el hambre. El mundo necesita muchas unidas y extendidas, como las de Jesús, que sean portadoras de valores humanos y cristianos. Amén.

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