sábado, 30 de junio de 2012

CATEQUESIS DOMINICAL


XIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B.

LA FUERZA DE LA MUERTE Y EL PODER DE LA VIDA.

 Ideas principales de las lecturas de este domingo: 
  • 1ª Lectura: Sabiduría 1, 13-15; 2. 23-24: Dios no hizo la muerte. El libro de la Sabiduría proclama con toda su fuerza que Dios es autor y amigo de la vida. La muerte y la destrucción no provienen de él, sino que han sido introducidas en el mundo por la envidia del diablo. 
  • 2ª Lectura: II Corintios 8, 7. 9. 13-15: La generosidad es signo de la fe. Pablo alude a la colecta por los hermanos necesitados de Jerusalén y pide a la comunidad de Corinto que sea generosa. Compartir los bienes es un signo de fe. 
  • Evangelio: Marcos, 5,21-43: Renace la vida. Marcos presenta a Jesús como el vencedor de la enfermedad y de la misma muerte. Jesús cura a una mujer y devuelve a la vida a hija de Jairo. La resurrección de la niña es signo de su mesianidad. El que cree y ama la vida vivirá para siempre.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: 
La catequesis de este Domingo trece del tiempo ordinario la podíamos titular así: “Dios, amigo de la vida”. Esta afirmación la sacamos del libro de la Sabiduría (1ª lect.). La primera lectura tiene un mensaje claro. Dios no quiere la muerte, en ninguna de sus dos formas: muerte física y muerte eterna. La muerte física entró en el mundo como consecuencia del pecado de Adán. Satanás introdujo la muerte en el mundo, no Dios, que nunca quiso. Dios es ecologista: todas las criaturas del mundo son saludables” y Dios las ama. Todo está llamado a la vida. De la muerte eterna, tampoco podemos acusar a Dios, porque cada uno es “artífice de su destino y responsable de sus actos. En el evangelio también se nos presenta a Dios como amigo de la vida, devolviéndosela a la niña de Jairo.
Sin embargo, a la vez que algunos exaltamos y defendemos esta vida que proviene de Dios, los hombres fabrican instrumentos de muerte (ingeniería de armamentos) e inventan nuevas formas de muerte (torturas, asesinatos, abortos, eutanasias, envenenamientos, penas capitales, inyección letal, odios, envidias…). Los periódicos, la radio, la televisión, internet anuncian el gozo de la vida y la tristeza de la muerte. No se encuentran palabras para expresar la muerte cuando la tenemos cerca. Ante la muerte se reacciona en contra y se grita a la vida. ¿Todos reaccionan de la misma manera ante el hecho de la muerte? Pues, no. Aquí sólo vamos dar algunas orientaciones de cómo debería posicionarse el creyente ante terrible misterio.
Quien tiene ojos de fe halla respuesta ante la muerte. La muerte física, para el creyente, no es más que una transformación para empezar a vivir la vida eterna y verdadera. El mismo Jesús experimentó la muerte y su muerte forma parte del misterio de nuestra vida. Él fue enviado para que tengamos vida, y la tengamos en abundancia; quien cree en Él, tiene ya vida la vida.
El cristiano es discípulo del Resucitado y da razón de su esperanza sembrando vida y ayudando a otros a encontrarla. Sólo el amor crea vida y la devuelve a quien la ha perdido. El odio, el egoísmo, la insolidaridad, la injusticia engendran muerte. Quien lucha contra las formas de muerte, crea y comunica vida. Hace que los demás se sientan a gusto a su lado, y tengan más ganas de seguir viviendo. El ejemplo lo tenemos en la segunda lectura, que nos narra la generosidad de la comunidad de Corinto respecto a la de Jerusalén. Aquí Pablo nos dice que la generosidad es signo de fe. Quien arriesga y da su vida por el amor hace posible la esperanza y la vida de los otros. Amén.

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