sábado, 20 de julio de 2013

CATEQUESIS DOMINICAL

XVI DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO. Ciclo C.
LA ACOGIDA

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
-          1ª Lectura: Génesis 18,1-10a: Hospitalidad patriarcal. Abrahán, patriarca de la hospitalidad, acoge generosamente a los tres personajes que pasan por delante de su tienda. El Señor visita la tienda de Abrahán y le concede el gran don de la vida: tendrá un hijo, el hijo de la promesa.
-          2ª Lectura: Colosenses 1,24-28: Acoger la revelación. Dios ha revelado su misterio y se ha hecho huésped del hombre. Acoger el misterio divino significa identificarse con Cristo y anunciar su evangelio a todos para que lleguen a la madurez plena en él.
-          Evangelio: Lucas 10,38-42: Hospitalidad en Betania. Marta y María acogen a Jesús en su casa de Betania. Él nos enseña a valorar la escucha silenciosa de su palabra sobre la dedicación a las cosas de esta tierra. Sin embargo, ambas actitudes son necesarias.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Seguimos hablando sobre las virtudes que debe tener el discípulo de Jesús. El domingo pasado nuestro tema fue el amor sin límites. En este domingo se nos presentan dos actitudes/virtudes fundamentales para el creyente y seguidor de Jesús: la hospitalidad y el equilibrio que debe guardar el cristiano entre la acción/servicio y la oración.
La idea de la hospitalidad viene recogida en la primera lectura y en el evangelio de hoy, y aparece como una virtud esencial en las relaciones humanas. Abrahán la practica con toda normalidad. Y al acoger al extranjero que va de paso y ofrecerle cuanto necesita: alimento, agua y descanso, acoge al Señor de quien recibe la grata sorpresa que tanto significaría para toda su vida: la promesa de un hijo tan deseado por Abrahán.
La hospitalidad, la acogida, es una forma de amor al prójimo. Hay que acoger al otro ‘necesitado’, como dijimos el domingo pasado, por encima de “todo”; hay que acoger a todo hombre que se nos acerca pidiendo auxilio. Hay que reconocer en él a Dios que se ha hecho hombre al venir y plantar su tienda en medio de nosotros. Abrahán cumplió anticipadamente las palabras de Jesús: “El que a vosotros os recibe, a mí me recibe…”. “Lo que hagáis con uno de estos más humildes, conmigo lo hacéis…”. Abrahán no sabía que aquellos hombres a los que dio acogida iban en nombre del Señor. De modo que la hospitalidad es una virtud humana que los humanos no debemos olvidar jamás. Para practicarla, es importante superar el miedo a lo desconocido y a los prejuicios. Es una lástima que queriendo ayudar te pagan con un engaño o una puñalada. Pero hay que intentarlo como Abrahán.
El evangelio de hoy también nos alienta a mantener bien el equilibrio entre la acción y la oración en nuestra vida de creyentes. Se trata de armonizar el servicio a los demás con la escucha de la Palabra de Dios. Se trata de organizar bien el tiempo le damos a Dios y el tiempo que dedicamos a los quehaceres de la vida. Es una experiencia diaria que siempre andamos con prisas, que no llegamos a los sitios, que nos falta el tiempo para lo que queremos hacer, que las 24 horas del día se quedan cortas, que no damos abasto… Es verdad que son necesarias muchas cosas, pero una de ellas es “escuchar y hablar con el Señor” como hacía María.
La hospitalidad, como se ha dicho, es una virtud excelente. Marta se esfuerza en obsequiar a los huéspedes que han llegado a casa. Y Jesús le indica que “es el huésped quien le trae el mejor obsequio: el mensaje de Dios”. Jesús no enfrenta la vida contemplativa de María con la vida activa de Marta. Lo que viene a decirnos es que es muy necesario prestar atención a la escucha de la Palabra de Dios, porque en ella encontramos paz y sosiego en momentos turbulentos de la vida causados, a veces, por la intensa actividad y los sufrimientos de la vida. Amén.

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