CONMEMORACION DE LOS FIELES DIFUNTOS
2 de Noviembre de 2013
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
La conmemoración de los fieles difuntos, a la que se dedica el día 2 de noviembre, nos ayuda a recordar a nuestros seres queridos que nos han dejado, y a todas las almas que están en camino hacia la plenitud de la vida, precisamente en el horizonte de la Iglesia celestial, a la que la que la solemnidad de hoy nos ha elevado. Ya desde los primeros tiempos de la fe cristiana, la iglesia terrena, reconociendo la comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, ha cultivado con gran piedad la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragio por ello.
Nuestra oración por los muertos es, por tanto, no sólo útil, sino también necesaria, porque no sólo les puede ayudar, sino que al mismo tiempo hace eficaz su intercesión a favor nuestro. También la visita a los cementerios, a la vez que conserva los vínculos de afecto con quienes nos han amado en esta vida, nos recuerda que todos tendemos hacia otra vida, más allá de la muerte.
Por eso, el llanto debido a la separación terrena no ha de prevalecer sobre la certeza de la resurrección, sobre la esperanza de llegar a la bienaventuranza de la eternidad, "momento pleno de satisfacción, en el cual totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad" (Spe salvi, 12). En efecto, el objeto de nuestra esperanza consiste en gozar en la presencia de Dios en la eternidad. Lo prometió Jesús a sus discípulos, diciendo: "volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quedará vuestra alegría" (Jn 16, 22).
A la Virgen María, Reina de todos los santos, encomendamos nuestra peregrinación hacia la patria celestial, mientras invocamos para nuestras hermanas y hermanos difuntos su maternal intercesión. Amen.