lunes, 23 de agosto de 2010

XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


LA CUESTIÓN DE LA SALVACIÓN

Ideas principales de las lecturas de este domingo.
- 1ª Lectura: Isaías 66,18-21: El profeta revela el interés que tiene Dios en reunir a todos los hombres. El domingo es el día en el que el Señor nos reúne y nos manifiesta su gloria y nosotros le ofrecemos nuestros dones.
- 2ª Lectura: Hebreos 12,5-7.11-13: La lectura nos recuerda los dos frutos principales de la corrección: la participación en la santidad de Dios y alcanzar la herencia eterna reservada a los hijos.
- Evangelio: Lucas 13,22-30: Jesús, camino de Jerusalén, insiste en la universalidad de la salvación y en nuestra responsabilidad de poner los medios necesarios para entrar por la “puerta estrecha”.

• Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El destino definitivo del hombre es un problema acuciante para todos. Todos los hombres de todos los tiempos se han preguntado por el más allá. No se podía dejar de plantear esa cuestión al Señor. Por eso le preguntan si son muchos o pocos los que se salvan.
• El Señor responde que la salvación está al alcance de todos. Lo que pasa es que no todos están dispuestos a recorrer el camino que lleva a ella. El camino ofrecido por Jesús exige una aceptación personal. No es suficiente con:
o Pertenecer a un pueblo determinado,
o Nacer en una familia cristiana,
o Practicar, por tradición, una religión.
• Es preciso aceptar personalmente el Evangelio de Jesús y mantenerse dispuesto a cumplirlo, a pesar de las caídas que se puedan tener o debilidades que no se logren superar.
• También nos dice el Señor que no es camino de rosas, sino un camino de trabajo, de esfuerzo, de coraje, recorrido (¡eso sí!) con alegría, gozo y entusiasmo.
• A veces vemos que se hace un gran esfuerzo para quitar la fuerza e importancia a lo que dice Jesús. Se oye decir que Dios es bueno y no puede castigar. Que es Padre y no puede condenar. Y es verdad. Se tiene razón. Dios es bueno y no castiga. Dios no condena. Somos nosotros quienes nos cerramos la puerta, equivocamos el camino, nos salimos de la ruta y nos provocamos el accidente.
• Somos nosotros, por tanto, quienes nos salvamos o nos perdemos. Dios ofrece un camino y nosotros lo aceptamos o lo rechazamos y Dios respeta nuestra decisión. Pero el camino resulta exigente: no es de “saldo” ni de “rebajas”; resulta duro en muchas ocasiones; ¡como la carretera de subida a la montaña!
• Y es un camino que afecta a toda nuestra vida. No es solamente cuestión de si vamos a misa o recibimos algún Sacramento, o si hacemos alguna obra buena en alguna ocasión. Se trata de orientar toda nuestra vida hacia Dios: con toda el alma, mente y corazón. Y eso es costoso. Por eso el Señor insiste diciendo: “esforzaos en entrar por la puerta estrecha”. ¡Cuántas cosas han de quedar fuera!, ¡cuánto lastre hay que tirar!
• La puerta es estrecha, pero sobra puerta para entrar en el Reino. Les queda estrecha quienes quieren entrar con demasiado equipaje. Solamente se necesita llevar un corazón lleno de amor. Y para eso, sobra puerta por muy estrecha que parezca.
• Jesús habla de puerta estrecha e incluso que puede cerrarse. Es una llamada a la responsabilidad. La salvación es un don de Dios, pero Dios quiere nuestra respuesta porque respeta nuestra libertad. Por eso dice San Agustín: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.
• Tengamos en cuenta que al decir que la puerta es estrecha no significa una amenaza sino una llamada a la responsabilidad y a la lucidez. Amén.

martes, 17 de agosto de 2010

XX Domingo del Tiempo Ordinario. Solemnidad de la Asunción de la Virgen.


EL TRIUNFO DE MARÍA

Ideas principales de las lecturas de este Domingo.
- 1ª Lectura: Apocalipsis 11,9ª;12,1.3-6ª.10ab: La mujer descrita en el Apocalipsis condensa un simbolismo: Eva, Israel, María y la Iglesia. María, la mujer vestida de sol y llena de luz, es glorificada en el cielo.
- 2ª Lectura: I Corintios 15,20-26: Pablo considera la resurrección de Cristo como la victoria decisiva sobre la muerte. Cristo, sin embargo, no es un triunfador solitario, es “la primicia de los que han muerto”. La Madre de Jesús, por singular privilegio, concluida su existencia terrena, obtuvo la victoria plena sobre la muerte, fruto de la resurrección de su Hijo.
- Evangelio: Lucas 1,39-56: El relato lucano de la visita de María a su prima Isabel pone de manifiesta dos aspectos: María, “arca de la nueva alianza”, y su agradecimiento a Dios por sus grandes maravillas.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: A veces, al hablar de la Asunción de la Virgen, nos quedamos en su sentido puramente sensible: ¡llevada al cielo!; ¡subida en brazos junto a Dios! Y no podemos quedarnos en eso.
El sentido puramente religioso de esta Solemnidad de la Asunción de la Virgen María nos orienta hacia el destino final del creyente, destino de vida y de comunión. O sea, hace más vivo el sentido de la vida más allá de la muerte, del encuentro con Dios, de la asunción con él. La Asunción nos dice que María alcanzó, de modo pleno, la vida lograda, merecida, y ofrecida por Jesús. En una palabra, la Asunción de la Virgen María es el final gozoso y normal, para una vida de fe.
Las lecturas de esta solemnidad están construidas sobre una serie de antítesis o contradicciones: la primera lectura presenta el contraste entre el bien y el mal (el hijo y el dragón); la segunda lectura contrasta la vida y la muerte; y el evangelio marca la diferencia entre pobreza y poder. La liturgia de este día es un mensaje de esperanza, sabiendo que triunfará el bien, que la vida aniquilará la muerte que la pobreza vencerá a los soberbios y potentes.
María es la primicia de los redimidos, imagen de la Iglesia, presencia de Dios entre nosotros, que lleva dentro a Cristo. María es el signo vivo de la presencia de Dios en medio de la humanidad y el arca de la nueva alianza; por eso es figura favorable a la iglesia, que debe ser semilla, pobre y consagrada a Dios como Dios. Ella es la primera discípula de Jesús, siguió sus huellas y no perdió nunca el camino.
Nosotros hemos perdido el camino (muchas veces) en el laberinto de nuestros caprichos; se ha marchitado la belleza y la inocencia al calor de nuestras pasiones; hemos roto la alianza y las promesas bautismales y hemos proclamado nuestra increencia e indiferencia en el púlpito de nuestra sociedad; hemos buscado ídolos, líderes, modelos que surgen y desaparecen como humo.
En cambio, María, asunta al cielo, es modelo de hermosura y belleza, de inocencia y de vida, de fe y de fidelidad. Su gloria y triunfo tienen como raíz su fe vivida y expresada en el gozo y en el dolor. Es la mujer creyente, agradecida y glorificada. Su respuesta al Señor fue libre y generosa en Nazaret y sacrificada en el Calvario. Ahora es proclamada bienaventurada por toda la Iglesia, mientras se van construyendo los cielos nuevos y la tierra nueva. Amén.

lunes, 9 de agosto de 2010

XIX Domingo del Tiempo Ordinario.


TENER LAS LÁMPARAS ENCENDIDAS EN LAS MANOS

Ideas principales de la lecturas de este Domingo.
- 1ª Lectura: Sabiduría 18,6-9: Para permanecer en la fe es preciso hacer memoria de la historia de Israel. El autor de la Sabiduría hace memoria de la cena pascual que celebró el pueblo de Dios antes de la salida de Egipto. Israel hace la relectura de su historia para mantenerse en la fe de sus antepasados.
- 2ª Lectura: Hmm nebreos 11,1-2.8-19: La fe mueve la esperanza. El autor de la carta a los Hebreos dedica una sección a la fe y a la constancia. Pone como modelo a Abrahám, que creyó en las promesas de Dios contra toda esperanza humana.
- Evangelio: Lucas 12,32-48: Las lámparas encendidas en espera del Señor. La espera es una de las actitudes esenciales del cristiano. El Señor puede llegar en cualquier momento. El tiempo de espera es un tiempo activo en el que se ejerce la responsabilidad personal. El presente es una vigilia permanente hasta que venga el Señor.

• Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El Evangelio de hoy presenta una serie de recomendaciones en continuidad con la parábola del “rico necio” del domingo anterior. La sociedad de hoy vive sumergida en la inseguridad. Existe inseguridad en el puesto de trabajo y en la economía; inseguridad en las calles y en las mismas casas; inseguridad en la propia persona. La inseguridad crea unos mecanismos de autodefensa según los casos. La liturgia de hoy nos habla de la “seguridad” del creyente. El fiel cristiano pone su esperanza y confianza en Dios. La esperanza es una virtud teologal que pide vigilancia, compromiso y tensión.
• Jesús nos advierte que estemos vigilantes para que no lo perdamos y para que no nos lo roben. El Señor sabe que “donde está nuestro tesoro allí está nuestro corazón”. Por tanto, si Dios es algo valioso para nosotros, si es un tesoro, en él estará nuestro corazón y nos esforzaremos en que nadie nos lo arrebate ni lo robe.
• Jesús insiste que estemos en vela y no dejemos perder la oportunidad. Que no organicemos nuestra vida prescindiendo de Dios porque eso significa que nos dejamos arrebatar y robar lo que verdaderamente tiene valor. En nuestra vida de todos los días, ponemos cuidado y prestamos mucha atención para que:
- No nos roben,
- No perdamos el puesto de trabajo,
- No perdamos la salud…
• Pues el Señor nos dice que hemos de hacer eso mismo con nuestra fe y con el Reino que Dios ofrece como regalo. Hemos de tener una actitud atenta y vigilante:
- Como el siervo que aguarda la vuelta de su amo,
- Como el dueño que no sabe cuándo van a venir los ladrones,
- Como el administrador que debe estar dispuesto a rendir cuentas de su gestión en cualquier momento que se lo pidan.
Estemos contentos porque se nos ha dado mucho y podemos ofrecer gran cosecha al Señor. Amén.

domingo, 1 de agosto de 2010

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


SER RICO ANTE DIOS

Ideas principales de las Lecturas de este Domingo:
- 1ª Lectura: Eclesiastés 1,2;2,21-23: Todo pasa en el mundo. Cada día experimentamos lo fugaz de las cosas y de la vida. Se debe valorar la vida y sus dones como un signo de una vida trascendente, centrada en Dios. No vale amasar riquezas; todo pasa. Sólo vale atesorar la riqueza que perdura para siempre.
- 2ª Lectura: Colosenses 3,1-5.9-11: La lectura parte de una larga catequesis bautismal. Pablo enseña que el bautismo consiste en morir y resucitar con Cristo, y luego pasa a sus consecuencias: exhortar al bautizado a mirar al cielo y a buscar siempre las cosas de arriba.
- Evangelio: Lucas 12,13-21: La lectura evangélica forma parte de una sección lucana que recoge las enseñanzas de Jesús relacionadas con los bienes de este mundo. Ellos tienen un valor relativo, no absoluto.

• Queridos hermanos y hermanas en Cristo: La primera lectura de este domingo comienza con la célebre reflexión, tantas veces repetida: “Vaciedad sin sentido, todo es vaciedad. ¿Qué saca el hombre de todo su trabajo y de los afanes con que trabaja bajo el sol?”. Se puede tener muchas cosas y estar vacío por dentro. Se puede ser humanamente rico y espiritualmente pobre. El egoísmo de acumular y llenar bien los propios graneros nos puede dejar vacíos ante Dios.
• En el Evangelio Jesús utiliza un lenguaje parecido al del antiguo sabio de Israel, al condenar la voluntad explícita de querer solamente almacenar para uno mismo, olvidándose de lo fundamental: la urgencia y necesidad de ser rico ante Dios. Es oportuno volver a recordar que el ideal, el sueño dorado del hombre no debe ser la posesión y acumulación de los bienes de la tierra. “Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”.
• Hay un hecho muy importante: el hombre al morir no puede llevarse ninguno de sus bienes materiales. Eso significa que no debe pasarse la vida reuniendo tesoros para sí mismo como única obsesión-preocupación-tranquilidad-felicidad, pues en el momento más inesperado (esta misma noche puede sernos arrebatado todo) la vida se escapa de nuestras manos. Pensar solamente en la riqueza material con desprecio y marginación de la riqueza espiritual es un grave error, pues los bienes terrenos han de ser entendidos y usados en la perspectiva y valoración de los bienes celestiales.
• En la relativización de la objetiva pequeñez de las mayores cosas que podamos hacer encuentra San Pablo la flecha que le da sentido: “Apuntad a los bienes de arriba; encended en vuestros trabajos la chispa creadora, renovando la imagen del Creador que sois hasta llegar a conocerlo”.
• Hay que saber relativizar el presente y todas las cosas, comprendiendo su finitud y sus límites. Todos somos invitados a redimensionar a idolatría materialista o capitalista de los bienes económicos considerados como valor-vértice de la vida, ante los que se sacrifica todo. Es necesario recomponer una auténtica escala de valores. El proyecto de vida del cristiano no es el de “amasar riquezas para sí”, sino el de crear con gozo para los demás, los más necesitados. Amén.