FESTIVIDAD
DE JESUSUCRISTO REY DEL UNIVERSO
MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO
Ideas principales de las lecturas de
este domingo:
1ª
Lectura: Daniel 7, 13-14. En una grandiosa visión, el profeta Daniel describe
la aparición del Hijo del hombre en su gloria y rodeado de majestad y de poder.
Él instaura en el universo un reino de justicia y de paz.
2ª
Lectura: Apocalipsis 1, 5-8. La
esperanza cristiana se fundamenta en la certeza de la victoria de Cristo y su
manifestación definitiva. Él nos ha liberado de los pecados y nos ha hecho
sacerdotes de Dios.
Evangelio:
Juan 18, 33B-37. Jesús reivindica ante Pilato el título de rey. Su reino se identifica en
todo y por todo con la causa de su Padre. Su reino se fundamenta en la verdad.
Jesús es el rey que sirve, el que se da sin reservas, el que libera siempre.
Queridos
hermanas y hermanos en Cristo: En el último domingo del año litúrgico, la
Iglesia celebra la festividad de Jesucristo Rey del Universo. Una festividad de
alto contenido teológico, pero que aún no ha llegado a ser una fiesta popular,
ni parece que tenga especial significación para la espiritualidad de la gran
mayoría de los cristianos. Y es que el título de “rey”, aplicado a Jesús,
tropieza con ciertas dificultades.
El
título de rey es un título secular y mundano. Que además está asociado, en la
mentalidad de mucha gente, a las antiguas y actuales monarquías y oligarquías absolutas.
Por eso, aplicarle a Jesús el título de “rey” tiene el peligro de evocar el
poder político que tuvo la religión de Israel. Y el poder temporal que, desde
el emperador Constantino, la Iglesia ha ejercido con tanta frecuencia. A tenor
de todo esto, no es de extrañar que hoy en día digamos que lo que reina es el
dinero y el poseer, el placer y el darse buena vida –vivir como un rey, como se
dice-. Reina el que sabe estar con los
que mandan y deciden; reina el que practica la injusticia y es avaro; reina el
que domina al pobre y al sencillo.
Hoy, sin embargo, la Iglesia sigue proclamando a los cuatro vientos la
realeza de Cristo. Su reino no es de este mundo, pero se construye en este
mundo. Es un Rey humilde que sirve y lava los pies a sus discípulos. Su reino
no tendrá fin. Sus armas son la misericordia y el perdón, la verdad y la cruz.
Quien quiera pertenecer a su reino debe ser como el grano de trigo que muere,
crece, se hace espiga y da fruto abundante. Celebrar la fiesta de Jesucristo
Rey, es reconocerlo como testigo de la verdad, libertador del pecado y Señor
del mundo, de la historia y de los hombres. Por lo tanto, de nosotros los
cristianos depende que Cristo reine en el universo; tenemos que ser fieles a
los valores que Él defendió porque en ellos está el secreto de su realeza.
Amén.