sábado, 25 de enero de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A
LOS COLABORADORES DE JESUS SON LUZ Y COMUNION.

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Isaías 8, 23b-9, 3: Zabulón y Neftalí fueron las dos primeras tribus de Palestina que sufrieron la invasión del 733 a. C. En este contexto histórico, Isaías anuncia la liberación bajo el signo de la gran luz. Quien acepta al que es la Luz experimenta en su interior la verdadera liberación.
  • 2ª Lectura: 1 Corintios 1, 10-13.17: Pablo reprende a los cristianos de Corinto por la división creada en la comunidad. Hace una llamada angustiosa a la unidad y a la concordia. Las discordias provienen de los protagonismos personales que dividen a la Iglesia. Cristo en la cruz unió a todos los hijos dispersos.
  • Evangelio: Mateo 4, 12-13: Galilea es la frontera geográfica y teológica; es considerada como la periferia de la tierra prometida y sus habitantes son considerados como paganos. Jesús inicia allí su ministerio y llama a sus primeros colaboradores. El evangelio es el cumplimiento de la profecía de la primera lectura. Jesús predica la conversión porque el Reino de los cielos está cerca y escoge a los que serán sus discípulos.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El domingo pasado vimos cómo Juan Bautista presentó a Jesús ante sus paisanos. La misión de Juan era esta: presentar a Jesús. Hoy Jesús, ungido por el Espíritu de Dios, comienza la predicación del Reino de Dios. El lugar escogido es Cafarnaúm, tierra de los paganos. La elección de ese lugar deja claro que su misión es universal. No vino sólo para el pueblo de Israel. Jesús es de todos, en él no hay divisiones ni enfrentamientos. Jesús no conoce la exclusión, sino la inclusión de todos en su programa del Reino de Dios. De ahí, la elección de sus primeros colaboradores: los Apóstoles.
Es muy significativo que Jesús comenzase la predicación diciendo: "Convertíos...". Con esta palabra también terminó Juan Bautista su predicación. ¿Por qué se interesaron los dos por la conversión? Porque "El Reino de Dios está cerca". A esto vino Jesús, a establecer un reino en el que los pobres, los hambrientos, los afligidos y los pisoteados serían los primeros. Un Reino en el que la justicia sea plena, la libertad en abundancia, el amor inquebrantable, la paz eterna. Es lamentable constatar que este plan de Jesús no se ha consolidado. Aún queda mucho por hacer. Hay muchos factores que han empañado su plan tales como la falta de fe, los egoísmos, las divisiones, los protagonismos, los separatismos que Pablo denuncia hoy en la segunda lectura.
Jesús no quiere esto ni en su Iglesia ni en el mundo. No quiere una Iglesia dominada por estos factores. Quiere una Iglesia donde los cristianos creen de verdad, se aman de verdad, viven con los mismos ideales... Quiere una Iglesia donde Él sea el único centro. Esa Iglesia será posible si nos convertimos de verdad, sabiendo que la conversión consiste en un cambio radical en la propia vida; un proceso que se vive cada día, y un dejar que la luz de Dios entre en el corazón y desaparezca la oscuridad. Por eso todos necesitamos convertirnos y experimentar la intensidad de esa luz divina.
Hoy, Cristo invita a la conversión y continúa llamando a sus colaboradores. Nos dice a cada uno de nosotros, sus colaboradores: "sígueme". Aceptar la invitación de Jesús es también una experiencia de conversión por renunciar a muchas cosas que atan, En la conversión experimentamos una liberación interior. La conversión y la llamada son, así, gracias especiales que sólo Dios da. A más conversión, más luz y más respuesta a la llamada. Amen.

domingo, 19 de enero de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A.
LLAMADA Y MISION.
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Isaías 49, 3.5-6: Llamada y misión del Siervo del Señor. La tradición primitiva aplica a Jesucristo el poema de la presente lectura, a quien Dios eligió, dio honor y fuerza para reunir al pueblo disperso, y salvar e iluminar a todas las naciones. Existe una relación entre el poema de Isaías y el evangelio, entre el Siervo y el Cordero que quita el pecado del mundo. La misión del Siervo no es una misión política, sino suscitar la unión de todos los hijos de Dios.
- 2ª Lectura: I Corintios 1, 1-3: Llamada y misión de Pablo. Se empieza hoy la lectura semicontinua de la primera carta a la comunidad de Corinto, que se proclamará durante siete domingos. Corinto era una ciudad griega de gran vitalidad, puerto de mar con gran comercio. Era pagana y con mala fama. Pablo se presenta como el llamado a ser apóstol y saluda a la comunidad, Iglesia de Dios. Nadie se hace apóstol por su propia fuerza, sino por la de Aquel que le ha llamado para ser testigo de su amor y de su gracia. Los miembros de la comunidad son llamados a ser santos y a dar testimonio de la santidad de Dios en cualquier lugar y momento de la vida.
- Evangelio: Juan 1, 29-34: Llamada y misión de Juan Bautista. Juan, la voz del desierto, señala con el dedo al que es el Mesías, el Cordero que quita el pecado del mundo. La lectura contiene una rica cristología, pues, el Bautista proclama la preexistencia de Cristo, su filiación divina y da testimonio del Espíritu, que se posó sobre Jesús y lo ungió para la misión.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Aunque el tiempo ordinario comenzó el domingo pasado con la fiesta del Bautismo del Señor, hoy es cuando verdaderamente podemos decir que comienza este largo período de tiempo, ya que la fiesta del Bautismo del Señor se sitúa como el punto de inflexión entre la Navidad y este tiempo que iniciamos hoy. Lo propio del tiempo ordinario es que en cada domingo tenemos un tema específico de nuestra vida cristiana, y entorno a este tema están centradas las lecturas del domingo.
El tema de este II Domingo del Tiempo Ordinario es la llamada y misión. Todos hemos sido llamados a la salvación mediante el bautismo. Y cabe preguntar: ¿Quién es nuestro salvador? ¿Dónde buscamos hoy esta salvación? ¿Qué medios utilizamos para ser salvados? A estas preguntas responde el evangelista Juan en todo su evangelio.
Los cristianos a los que se dirige Juan vivían una situación difícil y compleja como la nuestra hoy. La propia historia de la comunidad había pasado por diversas etapas en las que distintos grupos y tendencias habían suscitado polémicas internas, que originaron tensiones y divisiones. Había discípulos de Juan Bautista, a los que el evangelista tiene que explicar la superioridad de Jesús sobre Juan. Otros no podían aceptar que Jesús fuera el Hijo de Dios, y mucho menos que Dios se hubiera hecho hombre o que hubiera muerto en la cruz.
Para aclarar esta situación, el mismo Juan Bautista reconoce a Jesús y lo señala con el dedo diciendo: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Y con esta presentación pública venía a mostrarle como el único Salvador, y que había que buscar la salvación sólo en él haciendo caso a lo que él dice e indica que se haga.
Jesús salva porque procede de Dios, es Ungido, es Mesías; y porque el Espíritu del Señor recibido en el bautismo está sobre Él y le mueve a actuar como salvador del hombre. Por eso, Juan Bautista le llama el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ese pecado del mundo no es un invento de la Iglesia Católica ni de sus curas, obispos y papas, sino que son todas las acciones que generan dolor y sufrimiento en las personas.
Si echamos un vistazo en la sociedad nacional e internacional vemos y escuchamos las noticias de este pecado del mundo que aparece en la pobreza, el hambre, la violencia, la marginación, la violación de los derechos humanos; se manifiesta en el mundo del trabajo en las zancadillas entre compañeros, el paro, la explotación de los patronos a los obreros; está en la familia en la falta de diálogo, infidelidad, divorcio y aborto; y en el terreno personal, también se advierte el pecado del mundo con nuestras actitudes de soberbia, avaricia, pereza, lujuria, envidia, odio, rivalidad, venganza. Evitamos hablar de estas situaciones para no parecernos negativos, pero nos duelen cuando sufrimos sus efectos en nosotros.
Queridos hermanos y hermanas, sólo Jesús es capaz de quitar el pecado que nos rodea. La Virgen y los santos sólo son modelos a imitar en el seguimiento de Jesús. Ellos nunca nos pueden salvar. Y tenemos que descubrir la salvación que ofrece Jesús en el evangelio, vivir ese evangelio en nuestras propias vidas y comunicárselo a la gente. Jesús continúa hoy quitando el pecado del mundo, es decir, los males que provocamos a plena conciencia y que ofenden a Dios, dañan a nuestros hermanos y a la sociedad… Jesús continúa enderezando el destino de cada persona, sobre todo si ésta se deja guiar por Él. Jesús continúa concediendo la verdadera libertad que garantiza la felicidad. Jesús nos hace sentir peregrinos y nos confía la misión de señalarle en medio de nuestra sociedad. En el camino de la vida siempre hay un Juan Bautista, que indica dónde está Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y con él la salvación. Amén.

domingo, 12 de enero de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

I DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A.
EL BAUTISMO DEL SEÑOR.

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Isaías 42, 1-4.6-7. La elección y misión del "Siervo". El profeta Isaías habla del siervo elegido por Dios para implantar el derecho en todas las naciones y para ayudar a los pobres y afligidos. Además, el profeta detalla las características propias del Siervo de Yahvé para llevar a término su misión.
  • 2ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 10, 34-38. La misión del Ungido. Pedro comprende en casa de Cornelio que nadie puede ser excluido de la salvación. Dios no hace distinciones. Hace referencia al pasado y comprende el presente. Jesucristo, el ungido y el portador de la paz, es el que hace el bien y cura a los oprimidos.
  • Evangelio: Mateo 3, 13-17. Jesús es bautizado en el Jordán. Jesús, bautizado por Juan en las aguas del Jordán, es proclamado el Hijo predilecto del Padre. Al entrar en el río santifica las aguas para que sean santificados los que son bautizados.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy la Iglesia celebra la fiesta del Bautismo del Señor, y con ella concluye el tiempo litúrgico de la Navidad y comienza el tiempo ordinario. La fiesta de hoy es también la Epifanía (manifestación) del Señor; de hecho, hoy Jesús se manifiesta públicamente a su pueblo en las orillas del río Jordán haciéndose bautizar por Juan Bautista.
Este acontecimiento muestra, en primer lugar, la unión amorosa de las tres personas divinas. Según el evangelio de hoy, <>. Así vemos que el Espíritu Santo "mora" en el Hijo y da testimonio de su divinidad, mientras la voz del Padre, proveniente de los cielos, expresa la comunión de amor.
En fin, la escena del bautismo nos dice que Jesús ha recibido esta "unción" verdadera, que él es el Mesías, el Ungido, el Santo de Dios, el Cristo esperado como confirmación de la profecía de Isaías: "He aquí mi siervo que yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma". Efectivamente, Jesús, en su bautismo, se hace "siervo" para servir a los siervos y compartir sus sufrimientos. El bautismo de Juan Bautista era, sobre todo, un bautismo de arrepentimiento de los pecados cometidos, y en Jesús no había pecado alguno.
Por esto, cuando Juan Bautista ve a Jesús que, en fila con los pecadores, va para que lo bautice, se sorprende; al reconocer en él al Mesías, al Ungido, al Cristo, al Santo de Dios, a aquel que no tenía pecado, Juan Bautista manifiesta su desconcierto: el mismo que bautizaba, habría querido hacerse bautizar por Jesús. Pero Jesús lo exhorta a no oponer resistencia, a aceptar realizar este acto, para hacer lo que es conveniente para "cumplir toda justicia".
Con esta expresión Jesús manifiesta que vino al mundo para hacer la voluntad de Aquel que lo mandó, para realizar todo lo que el Padre le pide; aceptó hacerse hombre para obedecer al Padre. Este gesto revela ante todo quien es Jesús: es el Hijo de Dios, verdadero Dios como el Padre; es aquel que "se rebajó" para hacerse uno de nosotros, aquel que se hizo hombre y aceptó humillarse hasta la muerte de cruz (cf. Flp 2, 7).
El bautismo de Jesús, que hoy recordamos, se sitúa en esta lógica de la humildad y de la solidaridad: es el gesto de quien quiere hacerse en todo uno de nosotros y se pone realmente en la fila con los pecadores; él, que no tiene pecado, deja que lo traten como un pecador (cf. 2 Cor 5, 21), para cargar sobre sus hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, también de nuestra culpa.
Queridos hermanos, el bautismo de Jesús también nos interpela; Jesús quiere hoy que nos sumerjamos también en las aguas bautismales con él para ser obedientes al Padre que nos dice a través de su Palabra: "Este es mi Hijo amado, mi predilecto, escuchadle". Jesús quiere también que seamos solidarios con los demás, sobre todo, con los que sufren las consecuencias del pecado. Amén.

domingo, 5 de enero de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR. 2014
CRISTO SE REVELA A TODOS LOS PUEBLOS

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Isaías 60,1-6: Isaías profetiza que la ciudad santa cambiará de cara y acogerá en ella a todos los hombres provenientes de todos los lugares de la tierra. Las palabras del profeta preanuncian la llegada de los Magos. La presencia del Señor en Jerusalén hace que la oscuridad se convierta en luz y sea la ciudad de la luz para todos los peregrinos.
  • 2ª Lectura: Efesios 3,2-3ª. 5-6: Pablo recuerda a los efesios que ha recibido la gracia divina de anunciar a los gentiles el don de la salvación. Presenta su misión como un misterio recibido por revelación. El evangelio no tiene fronteras. Los gentiles son llamados también a participar de la gracia salvífica.
  • Evangelio: Matero 2-1-12: La profecía de Isaías subyace en el evangelio. Jesús se manifiesta a la gentilidad. Los Magos han visto en el firmamento la estrella y emprendieron el camino que conduce a Jerusalén. Ellos no conocían las Escrituras y la ciudad de Jerusalén no entienden de las estrellas. La fe de los Magos contrasta con la increencia e indiferencia de los habitantes de Jerusalén. La fe no se apoya en la sabiduría humana, sino en el misterio de Dios. Ellos llegaron por la fe hasta adorar al Niño Dios. Vieron, creyeron y ofrecieron sus dones. En cambio los cercanos, los habitantes de Jerusalén, permanecieron incrédulos.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: En la liturgia de la Iglesia, la fiesta de los Reyes Magos se llama “la Epifanía del Señor”. Porque, en este día, la Iglesia nos recuerda que Jesús vino a este mundo con una misión universal, cosa que nos habla de la “manifestación” (“epifanía”) de Cristo a gentes que trascendían las fronteras y los límites de Israel y sus creencias. En la práctica, esta fiesta se ha concentrado en los regalos que los Magos llevaron al niño Jesús. De ahí, el protagonismo de los niños y sus juguetes con motivo de esta fiesta.
De hecho, hoy es un día de ilusión y de gozo. Es la historia de una estrella y de tres hombres y un largo camino. La estrella brilla en el firmamento y guía a los Magos a Cristo, la luz del mundo. Existen muchas estrellas fugaces y muchos caminos tortuosos. Las estrellas fugaces brillan un instante y desaparecen; los caminos tortuosos hacer perder al caminante la verdadera senda.
El relato del evangelio describe tres reacciones ante el anuncio del nacimiento de Jesús: Herodes, los sumos sacerdotes y los Magos. Ni Herodes ni los sumos sacerdotes ven la estrella. Él se turba porque cree que peligra su seguridad y su reino. Los sacerdotes conocen la historia de Jesús, pero les falta la valentía de emprender el camino, y lo que es peor, colaboran con el poder de Herodes… En cambio los Magos, ven la estrella y se ponen en camino. Llegan a los pies del Niño Dios y lo adoran profundamente ofreciéndole los regalos.
Los católicos hoy contemplamos la Luz y nos postramos para adorar a Niño Dios. Le ofrecemos los dones de nuestras manos y sobre todo de nuestro corazón. La estrella de la Epifanía ya no brilla en el cielo, sino en el corazón del creyente. Sólo quien tiene un corazón generoso con Jesús la puede ver y seguir. Amén.

sábado, 4 de enero de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

II DOMINGO DESPUES DE NAVIDAD
CRISTO, SABIDURIA DE DIOS.
 
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Eclesiástico 24, 1-16: La sabiduría de Dios habitó en el pueblo escogido.  La sabiduría que es la ciencia de Dios. Nos da palabras de eternidad. Y de ahí que guarde relación directa, según oiremos, más adelante con el Evangelio de Juan. Y todo ello es un anuncio profético de que somos hijos de Dios y herederos de la gloria de Jesucristo.
- 2ª Lectura: Efesios 1, 3-6. 15-18: Hijos de Dios en la persona de Cristo. El fragmento de la Carta de Pablo a los Efesios es, también, otro prodigio de cristología y está convertido además en himno litúrgico en muchas de nuestras celebraciones. Y también nos va a decir que la proeza de Jesús es su redención es la que nos hace hijos de Dios. Pablo de Tarso nos habla de una herencia nuestra e indeleble
- Evangelio: Juan 1, 1-18: La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros. Dios se revela definitivamente en Jesucristo. Se hace presente en la vida de los hombres a través de la Palabra. Con la “Palabra” Dios crea el mundo y lo “recrea” enviando a su Hijo. Y esa “Palabra” se ha hecho VIDA. Una "Palabra" permanecerá para siempre, “cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”, nos dice. Él ha refrendado su palabra con la entrega de su vida.

Queridos hermanas y hermanos en Cristo: La catequesis de este segundo Domingo después de la Navidad se centra en esta frase del evangelio que resume la reflexión de hoy: “La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros”. Hay un paralelismo enorme entre la primera lectura de hoy y evangelio de este Domingo: “La sabiduría echó raíces en medio de su pueblo” (1ª lectura) “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Evangelio) La palabra en su correcto uso es sabiduría: lo que somos, lo que sabemos o pensamos lo expresamos en la palabra. La palabra es comunicación, nos sirve para comunicarnos con el otro. Dios se hizo palabra para comunicarse con el hombre. Y esa palabra es Jesús. Jesucristo es la Palabra del Padre, la sabiduría de Dios, la expresión de Dios: Dios mismo hecho palabra, expresión, comunicación. Por eso quien cree en Dios tiene que cuidar su “palabra”. No debe quitarle su valor intrínseco que es la comunicación de la verdad; no hay que manipularla sólo para quedar bien en cada momento o situación.
JESÚS es la Palabra que explica (religiosamente, no científicamente) por qué existe todo lo que vive: “en la palabra había vida”. Así sabemos que hay una relación directa entre la Palabra y la vida. El relato de la creación, al comienzo del Génesis, va repitiendo: “Y dijo Dios…” La Palabra de Dios es fuente de vida. Como Jesús, que pasó dando vida a enfermos, lisiados, difuntos… Es tarea primera de quien pretenda seguir a Jesús: dar “vida”. Por eso es difícil comprender que un cristiano utilice su palabra (a veces en nombre de Dios) para “maldecir” a otras personas; resulta muy escandaloso escuchar a un cristiano, sea hablando o escribiendo, profiriendo palabras que entristecen y matan los ánimos y la felicidad de los otros. Jesús no usó su palabra para matar, sino para dar vida y devolver la felicidad que ansiaba la gente.
JESÚS es LUZ. La oscuridad total es la muerte. La oscuridad parcial es la enfermedad. Pero “la luz brilla en la tiniebla”. Jesús vino para que en el mundo haya vida. Y para que esa vida sea luminosa. Para que veamos lo que tenemos que hacer en cada situación, ante cada problema, para salir adelante de cualquier dificultad. Sólo tenemos que dejarnos enfocar por su “luz” para que nuestra oscuridad (malas obras, actitudes…) queden al descubierto. Si nos escondemos evitando ser proyectados por su luz quedaremos a oscuras (en la maldad y en el pecado) todo el resto de nuestra vida.
Hermanos y hermanas, ya sabemos que Jesús es la Palabra del Padre que habitó entre nosotros y al mismo tiempo la luz que disipa las tinieblas de nuestros errores, pecados y maldades. Ahora depende de nosotros el que esa palabra no se pierda y que su luz no se apague.

miércoles, 1 de enero de 2014

PARA REFLEXIONAR

AÑO NUEVO, SANTA MARIA MADRE DE DIOS.

La Liturgia de la Palabra nos ofrece este día la bendición más antigua que se conoce: “El Señor te bendiga y te guarde; te muestre su faz y tenga misericordia de ti. Vuelva a ti su rostro y te conceda la paz." (Núm 6, 23-26)
La bendición es un acto sagrado y que lleva consigo el deseo más trascendente: quedar protegidos bajo la mirada de Dios. Los judíos, los obispos católicos y los ministros sagrados de otras religiones, suelen poner sobre sus cabezas un signo de bendición, con el que se sienten en  presencia  de Dios.
La bendición fue la razón por la que Jacob se constituyó en padre de Israel, y por la que recibió la experiencia divina, después del intenso combate que entabló durante toda la noche con el mismo Dios.
La bendición consolidó el trono de David, cuando tuvo la iniciativa de construir un templo para cobijar el arca de la alianza.
Zacarías entona su cántico de alabanza, porque Dios ha visitado y redimido a su pueblo, y lo bendice agradecido.
Los pastores, testigos del nacimiento de Jesús, se volvieron llenos de alegría bendiciendo y dando gloria a Dios.
San Pablo bendice a Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, porque nos ha bendecido en la persona de Cristo, con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Al inicio del nuevo año, acoge el tesoro de la bendición divina, y responde agradecido como aquellos que reconocieron   la misericordia recibida del cielo.
Quien camina bajo la mirada de Dios, en su presencia, ha encontrado la forma más plena posible de ser humano, porque le personaliza el rostro divino, el reflejo de la mirada entrañable del Creador, de quien con tan solo cruzarse con sus ojos, se percibe que se es amado. (Fuente: Revista Ecclesia)
 
Que Dios nos bendiga, nos guarde, vuelva su rostro sobre nosotros, y nos conceda su favor y su paz, cada uno de los días de este nuevo año, 2014.
 
Para todos los que nos leéis: ¡Feliz Año Nuevo! Y la bendición de Dios. Con la protección de Santa María, en su advocación de Nuestra Señora de los Remedios, la mujer bendita entre todas la mujeres.