LOS COLABORADORES DE JESUS SON LUZ Y COMUNION.
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Isaías 8, 23b-9, 3: Zabulón y Neftalí fueron las dos primeras tribus de Palestina que sufrieron la invasión del 733 a. C. En este contexto histórico, Isaías anuncia la liberación bajo el signo de la gran luz. Quien acepta al que es la Luz experimenta en su interior la verdadera liberación.
- 2ª Lectura: 1 Corintios 1, 10-13.17: Pablo reprende a los cristianos de Corinto por la división creada en la comunidad. Hace una llamada angustiosa a la unidad y a la concordia. Las discordias provienen de los protagonismos personales que dividen a la Iglesia. Cristo en la cruz unió a todos los hijos dispersos.
- Evangelio: Mateo 4, 12-13: Galilea es la frontera geográfica y teológica; es considerada como la periferia de la tierra prometida y sus habitantes son considerados como paganos. Jesús inicia allí su ministerio y llama a sus primeros colaboradores. El evangelio es el cumplimiento de la profecía de la primera lectura. Jesús predica la conversión porque el Reino de los cielos está cerca y escoge a los que serán sus discípulos.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El domingo pasado vimos cómo Juan Bautista presentó a Jesús ante sus paisanos. La misión de Juan era esta: presentar a Jesús. Hoy Jesús, ungido por el Espíritu de Dios, comienza la predicación del Reino de Dios. El lugar escogido es Cafarnaúm, tierra de los paganos. La elección de ese lugar deja claro que su misión es universal. No vino sólo para el pueblo de Israel. Jesús es de todos, en él no hay divisiones ni enfrentamientos. Jesús no conoce la exclusión, sino la inclusión de todos en su programa del Reino de Dios. De ahí, la elección de sus primeros colaboradores: los Apóstoles.
Es muy significativo que Jesús comenzase la predicación diciendo: "Convertíos...". Con esta palabra también terminó Juan Bautista su predicación. ¿Por qué se interesaron los dos por la conversión? Porque "El Reino de Dios está cerca". A esto vino Jesús, a establecer un reino en el que los pobres, los hambrientos, los afligidos y los pisoteados serían los primeros. Un Reino en el que la justicia sea plena, la libertad en abundancia, el amor inquebrantable, la paz eterna. Es lamentable constatar que este plan de Jesús no se ha consolidado. Aún queda mucho por hacer. Hay muchos factores que han empañado su plan tales como la falta de fe, los egoísmos, las divisiones, los protagonismos, los separatismos que Pablo denuncia hoy en la segunda lectura.
Jesús no quiere esto ni en su Iglesia ni en el mundo. No quiere una Iglesia dominada por estos factores. Quiere una Iglesia donde los cristianos creen de verdad, se aman de verdad, viven con los mismos ideales... Quiere una Iglesia donde Él sea el único centro. Esa Iglesia será posible si nos convertimos de verdad, sabiendo que la conversión consiste en un cambio radical en la propia vida; un proceso que se vive cada día, y un dejar que la luz de Dios entre en el corazón y desaparezca la oscuridad. Por eso todos necesitamos convertirnos y experimentar la intensidad de esa luz divina.
Hoy, Cristo invita a la conversión y continúa llamando a sus colaboradores. Nos dice a cada uno de nosotros, sus colaboradores: "sígueme". Aceptar la invitación de Jesús es también una experiencia de conversión por renunciar a muchas cosas que atan, En la conversión experimentamos una liberación interior. La conversión y la llamada son, así, gracias especiales que sólo Dios da. A más conversión, más luz y más respuesta a la llamada. Amen.
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