EL BAUTISMO DEL SEÑOR.
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Isaías 42, 1-4.6-7. La elección y misión del "Siervo". El profeta Isaías habla del siervo elegido por Dios para implantar el derecho en todas las naciones y para ayudar a los pobres y afligidos. Además, el profeta detalla las características propias del Siervo de Yahvé para llevar a término su misión.
- 2ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 10, 34-38. La misión del Ungido. Pedro comprende en casa de Cornelio que nadie puede ser excluido de la salvación. Dios no hace distinciones. Hace referencia al pasado y comprende el presente. Jesucristo, el ungido y el portador de la paz, es el que hace el bien y cura a los oprimidos.
- Evangelio: Mateo 3, 13-17. Jesús es bautizado en el Jordán. Jesús, bautizado por Juan en las aguas del Jordán, es proclamado el Hijo predilecto del Padre. Al entrar en el río santifica las aguas para que sean santificados los que son bautizados.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy la Iglesia celebra la fiesta del Bautismo del Señor, y con ella concluye el tiempo litúrgico de la Navidad y comienza el tiempo ordinario. La fiesta de hoy es también la Epifanía (manifestación) del Señor; de hecho, hoy Jesús se manifiesta públicamente a su pueblo en las orillas del río Jordán haciéndose bautizar por Juan Bautista.
Este acontecimiento muestra, en primer lugar, la unión amorosa de las tres personas divinas. Según el evangelio de hoy, <>. Así vemos que el Espíritu Santo "mora" en el Hijo y da testimonio de su divinidad, mientras la voz del Padre, proveniente de los cielos, expresa la comunión de amor.
En fin, la escena del bautismo nos dice que Jesús ha recibido esta "unción" verdadera, que él es el Mesías, el Ungido, el Santo de Dios, el Cristo esperado como confirmación de la profecía de Isaías: "He aquí mi siervo que yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma". Efectivamente, Jesús, en su bautismo, se hace "siervo" para servir a los siervos y compartir sus sufrimientos. El bautismo de Juan Bautista era, sobre todo, un bautismo de arrepentimiento de los pecados cometidos, y en Jesús no había pecado alguno.
Por esto, cuando Juan Bautista ve a Jesús que, en fila con los pecadores, va para que lo bautice, se sorprende; al reconocer en él al Mesías, al Ungido, al Cristo, al Santo de Dios, a aquel que no tenía pecado, Juan Bautista manifiesta su desconcierto: el mismo que bautizaba, habría querido hacerse bautizar por Jesús. Pero Jesús lo exhorta a no oponer resistencia, a aceptar realizar este acto, para hacer lo que es conveniente para "cumplir toda justicia".
Con esta expresión Jesús manifiesta que vino al mundo para hacer la voluntad de Aquel que lo mandó, para realizar todo lo que el Padre le pide; aceptó hacerse hombre para obedecer al Padre. Este gesto revela ante todo quien es Jesús: es el Hijo de Dios, verdadero Dios como el Padre; es aquel que "se rebajó" para hacerse uno de nosotros, aquel que se hizo hombre y aceptó humillarse hasta la muerte de cruz (cf. Flp 2, 7).
El bautismo de Jesús, que hoy recordamos, se sitúa en esta lógica de la humildad y de la solidaridad: es el gesto de quien quiere hacerse en todo uno de nosotros y se pone realmente en la fila con los pecadores; él, que no tiene pecado, deja que lo traten como un pecador (cf. 2 Cor 5, 21), para cargar sobre sus hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, también de nuestra culpa.
Queridos hermanos, el bautismo de Jesús también nos interpela; Jesús quiere hoy que nos sumerjamos también en las aguas bautismales con él para ser obedientes al Padre que nos dice a través de su Palabra: "Este es mi Hijo amado, mi predilecto, escuchadle". Jesús quiere también que seamos solidarios con los demás, sobre todo, con los que sufren las consecuencias del pecado. Amén.
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