domingo, 23 de febrero de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A
¿ES UTÓPICO EL EVANGELIO?
 
IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
  • 1ª Lectura: Levítico 19,1-2.17-18: El Señor es santo. El libro del Levítico contiene muchas normas referentes a la celebración del culto divino. Dios es el modelo que hay que imitar y hemos de ser santos, porque él es Santo.
  • 2ª Lectura: I Corintios 3,16-23: El hombre terreno y celestial. Pablo afirma en el contexto de la lectura que Cristo ha resucitado y que su resurrección asegura la nuestra. En el texto de hoy responde a la dificultad que surge espontánea en la mentalidad griega de entonces: ¿cómo se resucita? Da la respuesta desde nuestra desde nuestra vinculación a Cristo. Cristo posee un espíritu vivificante y transformador. Llevamos su imagen.
  • Evangelio: Mateo 5,17-37: Las condiciones de la felicidad. Las exigencias del Sermón de la Montaña son radicales, hasta llegar a amar al enemigo. Jesús expone su enseñanza por medio de contrastes. Las bienaventuranzas no son solo apertura a Dios, son también apertura y disponibilidad misericordiosa hacia los hermanos. Responder al mal con el bien es la condición para ser feliz.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Seguimos en el mismo tema que venimos reflexionando los domingos anteriores: las características del discípulo de Jesús que vienen en el Sermón de la Montaña. Hoy Jesús nos invita a mirar hacia nosotros mismos. ¿Cómo nos gusta que nos traten? La respuesta es fácil. Queremos que los demás nos traten con generosidad, que sean tolerantes y comprensivos, que digan que somos muy buena gente… Este deseo radica en la concepción que tenemos de nosotros mismos: “somos siempre buenos” y “somos, igualmente, compasivos con nosotros mismos”.
Por eso, la Palabra de Dios de este VII Domingo del Tiempo Ordinario nos recuerda que si una persona es compasiva consigo misma, lo debe ser también con los demás. Nos recuerda también que Dios nos llama a ser santos porque él es Santo. O sea, participamos de su santidad. Nos recuerda también que somos templo del Espíritu Santo, es decir, que Dios mismo habita en nosotros.
Jesús conoce nuestra vocación a la santidad y nuestra condición de ser templos del Espíritu Santo. De ahí que nos previene a no perder ese precioso don que Dios da a los que creen en él. Para conseguir la santidad y la comunión con Dios nos indica hoy el camino para huir del odio, del rencor, tratando a todos con respeto. Y ello no porque Dios nos castigaría, sino por a Dios y al prójimo. Es la “razón nueva” por la que debe actuar el creyente, y que se resalta en el Evangelio de Dios.
Para los cristianos, el Evangelio es una verdadera carta magna de la caridad y un verdadero código ético y moral que ha de guiar sus vidas. Nuestra vocación no es de jueces, y mucho menos de verdugos; es una vocación de hermanos que quieren ser, por encima de todo, buenos con todos, como lo es el Padre del cielo. Corremos el riesgo de relacionarnos solamente por interés; nadie da nada si no hay esperanzas de recibir; en cambio, el criterio de Jesús es otro: “Lo que no quieres para ti no lo quieras para otros”. No se trata, en ningún caso, de un amor de simetría (=si me amas, yo te amaré), sino totalmente asimétrico (=te amaré aunque no me ames).
Queridos hermanos y hermanas, Cristo no nos enseña solamente un estilo civilizado de convivencia, ni normas de cortesía que observa todo el mundo, sino uno modo de proceder claramente superior: un estilo basado en el amor gratuito y desinteresado al prójimo. Esa es la novedad de Jesús; así se cumple el imperativo: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. A pesar de la dificultad que supone llevar este mensaje de Jesús, debemos acogerlo, reflexionarlo y contrastarlo con nuestro modo de pensar y proceder diarios. Amén.

domingo, 16 de febrero de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A
MUERTE O VIDA. SABIDURÍA HUMANA O DIVINA.

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
-          1ª Lectura: Eclesiástico 15,16-21: La opción. Ben Sirá, el hijo de Sirá, afirma que el hombre es libre de tomar sus decisiones en la vida. Tiene delante una oposición: escoger entre el fuego y el agua, entre la muerte y la vida. El hombre prudente sigue la voluntad del Señor, opta por Dios y sus caminos. El que sigue sus mandamientos aprende la sabiduría.
-          2ª Lectura: I Corintios 2,6-10: La sabiduría humana y divina. Pablo continúa en carta a los cristianos de Corinto con el tema de la sabiduría, comparando la humana y divina. Pablo prefiere apoyarse en la de Dios, que es misericordia. Solo el Espíritu no revela esa sabiduría y lo penetra todo.
-          Evangelio: Mateo 5,17-37: Las enseñanzas de Jesús. El evangelio de hoy reúne una serie de enseñanzas sobre la relación de los cristianos con el Antiguo Testamento. Jesús no ha venido a abolir la Ley, sino a cumplirla, a llevarla a su plenitud. No hay que despreciar ni uno de sus mandamientos. Jesús interpreta una serie de mandatos del Antiguo Testamento en una línea mucho más profunda, va hacia la interiorización y la autenticidad más plena.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Jesús continúa con el discurso del Sermón de la Montaña en el que ofrece una serie de consejos a sus discípulos como veíamos el domingo pasado. Hoy se va a centrar en su actitud frente al homicidio, el adulterio, el divorcio y la mentira. El próximo domingo serán otros temas. Pero antes de reflexionar sobre los que nos presenta hoy en el evangelio, vamos a repasar las otras dos lecturas de este VI Domingo del Tiempo Ordinario.
La primera lectura plantea el problema de la libertad del hombre, que está en estrecha relación con el del origen del mal y del pecado, temas reflexionados desde siempre por los filósofos y los sabios de este mundo. El hombre tiene la capacidad de elegir entre los caminos que la vida le va proponiendo. Es más libre, cuanto más puede prever las consecuencias de sus actos. El sabio es más libre que el ignorante. La libertad no consiste en “hago lo que quiero”, sino en querer hacer lo que está en línea con el fin que me he propuesto alcanzar en mi vida. Antes de echar la culpa a Dios hemos de averiguar cómo utilizamos nuestra libertad. Toda la vida humana transcurre en ese dilema de escoger entre el bien y el mal, la vida y la muerte.
Esta realidad nos adentra en la segunda lectura donde san Pablo habla de una sabiduría que no es de este mundo pero que necesitamos para acertar en nuestras decisiones. Una sabiduría que sólo nos puede dar Jesucristo. Cuando san Pablo habla del mundo se refiere a todo lo que se opone a Dios o está en relación con Dios. La sociedad, en buena parte, ha optado por la actitud de alejarse de Dios, ha convertido al hombre en la medida de las cosas y, consecuentemente, está perdida porque le faltan puntos de referencia externos al hombre. Por eso, exhorta el apóstol que <>.
Jesús, el domingo pasado, dijo que fuéramos sal y luz para este mundo. Para que esto se cumpla en nosotros, hemos de saber escoger entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte; hemos de optar siempre por la sabiduría que Jesucristo nos da. Sólo si somos sal y luz en medio de los hombres podemos ser mejores que los escribas y fariseos. Jesús invita hoy a superar la antigua ley para adoptar la nueva, pero sin invalidar aquella. Y dirá: “No creáis que he venido a abolir la Ley o los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud”. Con esta expresión, Jesús quiere que sus seguidores vivan la Ley de Dios desde dentro, que la hagan norma de vida, y no mero cumplimiento externo. De ahí, esa expresión característica suya: “habéis oído que se dijo… pero yo os digo”, algo así como: “se dijo que había que actuar de esta o aquella manera, pero yo os digo que obréis así”. Por eso, pone hoy los ejemplos del homicidio, el adulterio, el divorcio y la mentira. Hoy nos dice que para corregir estos comportamientos, hemos de purificar nuestros corazones y nuestras intenciones. Y nos manda a “ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto”. Y eso quiere decir que la clave de la vida cristiana ha de ser el amor a Dios y al prójimo sin ponerle topes ni barreras.
Queridos hermanos y hermanas, el ser cristiano es algo más que estar bautizado o decir unas oraciones. Se trata de cumplir los nuevos mandamientos de Jesús. La comunidad cristiana escucha hoy la doctrina de Jesús sobre aspectos de la vida que acabamos de mencionar. Una característica de nuestro tiempo es la pérdida de la “conciencia moral” sobre temas candentes, como la solidaridad fraterna, la justicia social, la moral sexual y la manipulación de la verdad. Por eso el cristiano, siendo también hombre de nuestro tiempo, debe saber que la conducta moral no se fundamenta en estadísticas sociales o en modas ideológicas. El criterio para los cristianos no es lo que hacen los demás, lo que se ha hecho siempre, o lo que está o no penalizado por la ley vigente, sino lo que nos ha enseñado Jesucristo, que nos invita a ir a la raíz de nuestras acciones. Amén.

sábado, 8 de febrero de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A
CRISTO, VERDAD Y LUZ

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Isaías 58,7-10: El simbolismo de la luz. El profeta explica lo que significa ser luz para los demás. Somos luz para los demás no por lo que sabemos, tenemos o hablamos, sino por lo que hacemos. Isaías concreta las obras por las que nos convertimos en luz para los demás.
  • 2ª Lectura: I Corintios 2,1-5: La fuerza de Dios. No es fácil para Pablo evangelizar a los habitantes de la sociedad pagana de Corinto. En su predicación no se apoyó en la sabiduría humana ni en las cualidades personales, sino en el poder del Espíritu. Anunció valientemente  a Cristo crucificado.
  • Evangelio: Mateo 5,13-16: La sal y la luz. Jesús prosigue su enseñanza y emplea dos comparaciones, tomadas de la vida, que facilitan la comprensión de sus oyentes. Escoge la sal y la luz.
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Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Seguimos con el Sermón de la Montaña, que se inició el domingo pasado, en el que Mateo recopila toda la enseñanza sobre lo que Jesús quería que fuéramos sus discípulos. Hoy Jesús prosigue su enseñanza y emplea dos comparaciones, tomadas de la vida real, que facilitan la comprensión de sus oyentes. Escoge la sal y la luz, y compara a sus seguidores con ellas: “vosotros sois la sal de la tierra”. “Vosotros sois la luz del mundo”.
Las comparaciones o las metáforas que usaba Jesús cuando hablaba a la gente no eran simples recursos literarios, sino que portaban un mensaje claro y contundente; un mensaje que suscitaba una reacción en sus oyentes. El mensaje que Jesús dirige hoy a todo cristiano es que “debe ser testigo y profeta en su ambiente”. Esto es lo que significa ser sal y luz del mundo. Si Jesús exhorta a ser sal y luz del mundo es porque al mundo le faltan estas dos cosas muy necesarias para vivir. El mundo necesita sal para dejar de ser soso; y necesita luz para que se acaben las tinieblas que impiden ver su realidad.
La sal, aparte de dar sabor a la comida, también conserva los alimentos, es decir, evita la putrefacción, la corrupción de los mismos. Esta característica de la sal es muy necesaria hoy día en muchos ambientes donde la corrupción de todo tipo se ha convertido en norma de vida. El cristiano, con su testimonio y la Palabra de Dios, debe dar el sabor de la honradez y la coherencia donde estas virtudes ya están ausentes.
La luz ilumina todas las zonas que están en tinieblas y al mismo tiempo da calor en el entorno donde brilla. Así ha de ser el cristiano donde quiera que esté: iluminar a los hombres que viven sin Dios, y dar calor a todo hombre necesitado, con gestos de caridad, como las que describe el profeta Isaías en la primera lectura; esto es, ser solidario con el hambriento, los pobres sin techo, los extranjeros, los presos, etc. Sólo si hacemos esto, si somos solidarios podemos ser testigos de la luz y ser sal en este mundo. Hoy queremos expresar esta solidaridad, acordándonos, con nuestra humilde fe y pequeños gestos, a los que sufren el hambre en el mundo. Manos Unidas nos dice hoy en el Manifiesto que Es necesario un compromiso solidario mundial para que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra.
Queridos hermanos, no olvidemos que el hombre de hoy cree más en los gestos de caridad que en las palabras, cree más en el testimonio de vida que en los ritos. No obstante, nosotros los cristianos sabemos que las palabras y los ritos son necesarios para anunciar a Cristo a los paganos y celebrar la fiesta de la hermandad con Él. Pero debemos ser sal y luz donde quiera que estemos. Amén.

domingo, 2 de febrero de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A
LA PRESENTACION DEL SEÑOR
LA FIESTA DE LA LUZ
 
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Malaquías 3, 1-4: Entrada y ofrenda en el Templo. El profeta Malaquías, en el siglo V antes de Jesús, anuncia cómo Dios enviará un mensajero que entrará en el templo y presentará la ofrenda como es debido.
  • 2ª Lectura: Hebreos 2, 14-18: Jesús entra en el templo de la humanidad. Jesús es el verdadero sacerdote y mediador que expía los pecados del pueblo. La lectura subraya también su cercanía con nosotros: tenía que parecerse en todo a sus hermanos, tenía que ser de la misma carne y sangre que los demás hijos de Abraham.
  • Evangelio: Lucas 2, 22-40: Jesús esperado en el templo. Simeón y Ana esperan el consuelo de Israel. Son personas sencillas, pero creyentes y abiertas al Espíritu. Sus ojos han visto lo que han deseado ver tantos en la historia de Israel. Jesús entra en el templo para ser presentado según la Ley y es rescatado por la ofrenda, Es llamado luz de las naciones.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy es la fiesta popular de la Candelaria; es la celebración de la purificación de María y la presentación de Jesús en el templo según la ley de Moisés, por la cual, todo varón primogénito era consagrado al Señor cuarenta días después de su nacimiento. Por eso, cada año celebramos la fiesta de la Presentación de Señor cuarenta días después de la Navidad.
La presentación de Jesús en el templo es un gesto de generosidad por parte de sus padres, al ofrecerlo al Señor para que se dedique a las cosas del Padre. Ese gesto se ha repetido y se sigue repitiendo cuando hombres y mujeres se consagran a Dios para toda la vida. Por eso, hoy también, la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada.
La presentación de Jesús es asimismo un gesto de solidaridad y sencillez. Como en la escena del Bautismo, Jesús es presentado hoy, una vez más, al pueblo para estar cerca de los hombres, Según la segunda lectura: "tenía que parecerse en todo a sus hermanos, tenía que ser de la misma carne y sangre que los demás hijos de Abraham", Jesús se acerca a los hombres para expiar sus pecados, es decir, para salvarlos del mal y de los sufrimientos.
La presentación de Jesús en el templo es también la fiesta de la luz. Esto es lo que significan las palabras que pronunció el anciano Simeón al ver a Jesús: "mis ojos han visto a su Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel". Jesús es la Luz que alumbra todas las realidades oscuras que hay en nuestras vidas. Quien le siga no andará en tinieblas, sino que tiene la luz de la vida.
La luz es símbolo frecuente en las páginas de las Sagradas Escrituras para indicar la presencia de Dios. La primera manifestación de Dios consistió en la creación de la Luz, en el primer día de la Creación. Y, tal como afirma el prólogo del evangelio de San Juan que leemos siempre en Navidad, la Palabra, que era Dios, tenía en Él la Vida y la Vida era la Luz de los hombres. La Luz brilla en la oscuridad, pero ésta no ha podido apagarla. Existía el que es la Luz verdadera, aquella que al venir al mundo ilumina a todos. El Credo, al hablar del Hijo, recoge esta idea y proclama que es "Dios de Dios" y "Luz de Luz". Amén.