domingo, 27 de abril de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

II DOMINGO DE PASCUA. Ciclo A.
PAZ DE CRISTO RESUCITADO

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 2,42-47: La primera comunidad cristiana. La lectura hace un resumen de la vida que lleva la primera comunidad. Los cristianos encontraban en la oración y en la fracción del pan la fuerza necesaria para mantenerse unidos y dar testimonio del Resucitado. Compartían cuanto tenían.
  • 2ª Lectura: Pedro 1,3-9: Resucitados para una esperanza viva. En su primera carta a los cristianos de Asia Menor, Pedro quiere animarles y les consuela ante la persecución. Les recuerda que el Resucitado es la garantía de la firme esperanza; no es una esperanza vacía, sino viva y fundada en la resurrección de Cristo. Su fruto es la alegría y la confianza cuando llegan los tiempos difíciles.
  • Evangelio: Juan 20,19-31: Las apariciones del Resucitado. Es difícil creer en la vida cuando rodea la muerte. Los apóstoles han vivido la experiencia de la muerte de Jesús y ahora se abren al misterio de su resurrección. EL que había sido crucificado se aparece con los signos de su pasión y muerte. Cristo no está condicionado por las leyes del cosmos o de la historia, no conoce barreras. Comunica paz y da su Espíritu. Y al que era incrédulo lo hace creyente.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy celebramos el II Domingo de Pascua, la Octava de la Pascua, y seguimos celebrando la Pascua durante 50 días -siete semanas-, hasta Pentecostés. Pero la Pascua no termina, aunque los acentos sean de distinta intensidad. La liturgia nos ofrecerá durante este tiempo, manifestaciones, palabras y signos de Jesús. También de los discípulos del Señor, las primeras comunidades cristianas. Este domingo se celebra también el Domingo de la Misericordia, porque los mensajes nos hablan de la gran misericordia divina, que perdona y que instituye el sacramento del perdón, y por otras circunstancias histórico-eclesiales, relacionadas con Sta. Faustina y Juan Pablo II.
Las lecturas de hoy nos hablan del poder transformador de la fe pascual. La primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos relata la vida de los primeros cristianos que sigue siendo modelo a imitar para los cristianos de nuestro tiempo. Ellos vivían “como hermanos”; eran constantes en escuchar las enseñanzas de los apóstoles, compartían los bienes y muchas experiencias de la vida (formaban una piña entre ellos), se juntaban para celebrar la Eucaristía semanal y receban en común. Ese estilo de vida, nunca visto hasta entonces, impresionó a todo el pueblo. Había sido una auténtica experiencia transformadora de la vida muchos creyentes. 
El evangelio nos recuerda que la fe en el Cristo resucitado es capaz de hacer que el grupo de los discípulos, cerrados sobre sí mismo por miedo (a los judíos), al ridículo y la hostilidad circundante se transforme, por la fuerza del Espíritu, en una comunidad misionera. Es verdad que los discípulos estaban acobardados, muertos de miedo, pensando en la muerte de su Señor, como los muchos miedos que tenemos nosotros hoy para creer firmemente al Señor. Pero Jesús viene a su encuentro; toma la iniciativa de ir hasta donde estaban y se planta en medio de ellos, como un sol, y los discípulos se llenaron de alegría, se emocionaban. Efectivamente, Jesús sabía que ellos necesitaban de su presencia para recobrar el ánimo y la valentía en ese momento de incertidumbre en que se encontraban. 
Para ello, Jesús, resucitado les ofreció sus dones más esperados y más necesitados para superarlo todo: la paz para que se tranquilicen y sean dueños de sí mismos; la fe para que dejen de dudar y se adhieren a Él (por eso, les enseña las señales de los clavos); el perdón de los pecados para que venzan cualquier tipo de mal, manifestado en odios, venganzas, resentimientos…; y el gozo de saber y experimentar que Él vive en los que creen sin haber visto.
Jesús nos les dio estos dones para que los guardasen, sino para comunicarlos. El que quiera guardarlos los pierde. Ni la sal debe retenerse en el salero, ni la luz ponerla debajo del celemín. Hoy nos envía el Cristo resucitado a la calle a llevar estos dones a nuestros hermanos. Amén.

domingo, 20 de abril de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCION. Ciclo A
CRISTO HA RESUCITADO ¡ALELUYA!
 
Ideas principales de las lecturas de este domingo:

  • 1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 10, 34a. 37-43. Testigos de la resurrección. Pedro sintetiza en su discurso lo que la Iglesia cree. Además afirma su experiencia personal y la de los otros discípulos, pues ha comido y bebido con el Resucitado. Ellos dan testimonio y lo anuncian al pueblo.
  • 2ª Lectura: Colosenses 3, 1-4. Cuando se buscan los bienes de arriba es Pascua. Pablo, prisionero en Roma, escribe a los Colosenses sobre los frutos de la resurrección y de la llamada a participar en el misterio de Cristo. Establece la conexión entre el misterio pascual, el bautismo y nuestras actitudes. La Pascua de Cristo es el fundamento de nuestra fe y hace posible que nuestros ojos busquen los bienes de arriba.
  • Evangelio: Juan 20, 1-9. Cristo ha resucitado y el sepulcro está vacío. María Magdalena va al amanecer al sepulcro y lo encuentra vacío. Se alarma y alarma los discípulos, Pedro y Juan corren al sepulcro; ven y creen. El evangelista advierte que hasta entonces no habían entendido la Escritura, es decir, que no habían comprendido el alcance del misterio de la resurrección.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Hoy es la fiesta cristiana más importante del año. No sólo la más importante, sino la fuente y origen de todas las demás. La Eucaristía del domingo es la prolongación en el tiempo y en el espacio de la noticia que el ángel dio a las mujeres que fueron a embalsamar el cuerpo de Jesús la mañana del domingo: "No está aquí. Ha resucitado".
Esta extraordinaria y gran noticia, la resurrección de Cristo, es la esencia originaria de nuestra fe. Es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar. Esta noticia fue transmitida y, sobre todo, comprobada y experimentada por los primeros cristianos. Esta noticia ha llegado hasta nosotros. Al igual que los Apóstoles, nosotros, los cristianos, debemos experimentar que Cristo actúa en nuestra vida, transformándola y haciendo de nosotros hombres y mujeres de bien para los demás.
La resurrección de Cristo es la fiesta de la afirmación de la "vida que no tiene fin". Al celebrar esta fiesta, debemos salir de nosotros mismos, de nuestras dudas, tristezas y pesimismos, y desear Feliz Pascua de Resurrección a todos los que nos rodean. San Agustín decía que "la resurrección del Señor es nuestra esperanza" (Sermón 261, 1). Hoy, los cristianos, debemos salir a la calle y decir a los hombres y mujeres de nuestro mundo que Jesús resucitó para nosotros, aunque destinados a la muerte, no desesperemos pensando que con la muerte se acaba totalmente la vida; Cristo ha resucitado para darnos la esperanza,
En efecto, una de las preguntas que mas angustian la existencia del hombre es precisamente ésta: ¿que hay después de la muerte? Esta solemnidad nos permite responder a este enigma afirmando que la muerte no tiene la última palabra, porque al final es la Vida la que triunfa. Nuestra certeza no se basa en simples razonamientos humanos, sino en un dato histórico de fe: Jesucristo, crucificado y sepultado, ha resucitado con su cuerpo glorioso. Jesús ha resucitado para que también nosotros, creyendo en Él, podamos tener la vida eterna.
Este anuncio está en el corazón del mensaje evangélico. San Pablo lo afirma con fuerza: "Si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo". Y añade: "Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados" (1Co 15, 14.19). Por tanto, la resurrección no es una teoría, sino una realidad histórica revelada por el Hombre Jesucristo mediante su "pascua", su "paso", que ha abierto una "nueva vía" entre la tierra y el Cielo. No es un mito ni un sueño, no es una visión ni una utopía, no es una fábula, sino un acontecimiento único e irrepetible: Jesús de Nazaret, hijo de María, que el Viernes fue bajado de la cruz y sepultado, ha salido vencedor de la tumba.
El anuncio de la resurrección del Señor ilumina las zonas sombrías y apagadas del mundo en que vivimos. Me refiero particularmente al materialismo y el nihilismo (o negación del sentido de la vida). El materialismo no deja al hombre de nuestro tiempo valorar la dimensión espiritual del ser humano, sino aquello que se pude ver, tocar y contar; y el nihilismo vacía de sentido la misma vida del hombre y todos los misterios que la rodean, entre ellos la muerte. En efecto, si Cristo no hubiera resucitado, el "vacío" acabaría ganando. Si quitamos a Cristo y su resurrección, no hay salida para el hombre, y toda su esperanza sería ilusoria.
La resurrección de Cristo, queridos hermanos y hermanas, es una novedad que cambia la existencia de quien la acoge, como sucedió con los Apóstoles y su madre María. Amén.

sábado, 19 de abril de 2014

TRIDUO PASCUAL

JUEVES SANTO. Ciclo A
LA CRUZ, MISTERIO DE SALVACIÓN

Ideas principales de las lecturas de hoy:
 
  • 1ª Lectura: Isaías 52, 13-53,12. El Siervo de Yahvé. La figura del Siervo, en su sentido colectivo, se refiere a Israel; de una manera más personalizada, al profeta. Su pleno sentido y su cumplimiento lo encontramos en Jesús. Él es el varón de dolores. Su muerte fue el camino de su exaltación y causa de nuestra salvación.
  • 2ª Lectura: Hebreos 4,14-16; 5, 7-9. Obediencia y ofrenda de Jesús. Jesús, mediador entre el Padre y la humanidad, intercede por nosotros. Él ha conocido nuestra debilidad y ha saboreado nuestras lágrimas y dolores. Su obediencia y su ofrenda son causa de salvación. Configurarse con Él es alcanzar misericordia y gracia.
  • Evangelio: Juan 18, 1-19, 42. La Pasión de Juan. La Pasión de San Juan, a la vez que nos acerca al sufrimiento del Mesías, nos hace vislumbrar su poder y su gloria. En todo momento, aún en los más indignos y dramáticos, Jesús es dueño de la situación. Sabe que ha llegado su hora y se entrega voluntariamente.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Ayer, Jueves Santo, fue el día del amor, de la institución de la Eucaristía y del sacerdocio ministerial. Hoy es el día de la cruz, de las cruces de todos: primero, la de Jesús, y, luego, la de los demás y nuestra. Naturalmente la cruz más escandalosa, la más sin-sentido fue la de Cristo, pero dio sentido a tantas cruces que, a lo largo de la historia, no lo han tenido.
Hoy es el día de todos los que padecen algún tipo de sufrimiento, ya sea nivel personal, familiar o social. Es el día de todos los países en guerra, de los enfermos incurables, de los parados, de los divorciados, de los niños abandonados, de los inmigrantes y exiliados. Hoy es el día de ponernos de rodillas ante la cruz de Cristo, y pensar, no sólo en nuestro sufrimiento, sino en el de todos los sufridos de este mundo.
Cuando miramos la cruz de Cristo de esta manera, nos damos cuenta de que en ella se encuentra todo el pecado humano y todo el sufrimiento humano, y que pesa y duele mucho. Esa cruz, obviamente, tiene mucho peso, hondura y espesura, misterio y profundidad sin límites.
La Cruz de Cristo es el resumen de todas las maldades unidas, desde la mentira y la traición, desde la ceguera irracional hasta el odio diabólico. Y da ganas de preguntarles Jesús: ¿Cómo pudiste, Señor? ¿Cómo te atreviste a cargar con el pecado del mundo?
Sin embargo, la cruz de Jesús es para el cristiano una lección de amor y de perdón. En la cruz fue el pecado vencido y el sufrimiento fue convertido en sacramento. En la cruz se esconde una energía que todo lo vence y lo renueva. No es otra que la energía del amor. En la cruz Dios amó al mundo hasta la muerte.
Pero esto es lo maravilloso, donde se acerca el amor divino todo se ilumina; recrea todo lo que toca y lo que asume. Decía San Ambrosio: "La cruz de Cristo significa la restauración del universo".
El mal fue vencido desde dentro y transformado en luz. El odio se convirtió en amor, la venganza en perdón, la enemistad en abrazo, la crueldad en ternura, la mezquindad en la mayor generosidad y todas las desgracias en fuente de gracia... Y la muerte se convirtió en hermana de la Pascua. La cruz es el triunfo del amor. Si alguien os pregunta ¿por qué murió nuestro Dios? Respondedle que "porque nos amaba". Murió para liberarnos de la muerte y asegurarnos una vida con Él en plenitud. Por eso, no dejemos de repetir con San Pablo: "Me amó y se entregó por mí". Amén.

jueves, 17 de abril de 2014

TRIDUO PASCUAL

JUEVES SANTO. Ciclo A

DIA DEL AMOR FRATERNO

Ideas principales de las lecturas de hoy:
  • 1ª Lectura: Ex 12, 1-8.11-14. Este día será memorable. La Pascua era, para los judíos, la fiesta más importante, el recordatorio anual de la Alianza de Dios con su pueblo. El Libro del Éxodo nos habla de las prescripciones que Moisés dio a los judíos para celebrar la Cena Pascual y donde se da especial importancia a la “Víctima sin mancha”. Y así Moisés profetiza sobre Jesús.
  • 2ª Lectura: 1 Cor 11, 23-26. La nueva alianza. Pablo recuerda a los Corintios la importancia del Sacramento de la Eucaristía, y la enmarca en la tradición de la fe judía, como símbolo de renovación de la Alianza dada a Moisés que se hace manifiesta en el Señor.
  • Evangelio: Jn 13, 1-15. El servicio, señal de amor hacia los hermanos. En la escena del lavatorio de los pies lo que hace Jesús es ofrecer amor sin límite y quiere decirnos algo nuevo a nosotros: “Mirad, yo no sólo vine para dar pan a los hambrientos, he venido a ser pan para todos; por eso quiero hacerme pan, para entrar en cada uno de vosotros a daros fuerza para que no os desborde lo que vendrá mañana. Al mundo de hoy todo esto le resulta difícil entenderlo, pero sólo éste es el verdadero amor. Para amar en serio hay que despreciar los puestos de honor, hay que doblar las rodillas para servir, hay que levantar las manos para dar. Sabed que Yo os he amado hasta el extremo. Haced vosotros lo mismo”
Hermanos y hermanas:
El Jueves Santo es el día del amor fraterno. "Jesús amó a los suyos hasta el extremo" nos dice el evangelista Juan, y este amor lo demuestra lavando los pies a los apóstoles, un gesto que lo dice todo. Que demuestra que ha venido a servir y no a ser servido, está dispuesto a dar la vida por todos. Un gesto actualizado en el memorial de la Eucaristía, que nos une en el amor y nos da fuerza para transformar este mundo desde el amor.
El amor construye la fraternidad. Donde hay amor hay fraternidad; donde no hay, puede quedar la apariencia o el nombre, pero se escapa la realidad. “El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un homicida. Nosotros debemos dar la vida por los hermanos”,  Nos dice la 1ª Carta de Juan, todo el amor verdadero (es decir, benévolo, desinteresado, servicial) que hay en el mundo es índice real de la presencia de Dios en la historia.
En este mundo actual, donde todo se reduce a lo económico, al tener. Donde la "crisis" que estamos viviendo pasará cuando se reactive la economía y vuelva el estado del bienestar, según nos dicen cada día. Donde lo extraordinario se refleja en noticias de solidaridad, ayuda o colaboración entre losa personas; hablar de fraternidad y amor resulta poco menos que trasnochado o caduco.
Pero, esto es lo que nos viene a decir hoy el Señor con el gesto del lavatorio de pies a los discípulos: "si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros".
Este ejemplo, debe ser testimonio de vida para sus seguidores. Nadie tiene tantos y tan buenos motivos como el cristiano para amar a todos. Debemos ser portadores de amor en todo encuentro humano que mantengamos. Y puesto que el amor ofrecido provoca un amor correspondido, el encuentro siempre se convierte en oportunidad de gracia para  el otro. El amor cristiano es agapé, es decir, amor gratuito y desinteresado, que no exige nada a cambio.
Si excluimos a una sola persona de nuestro amor, éste deja automáticamente de ser cristiano. Pero esta universalidad del amor no se contrapone a una preferencia respecto a determinadas personas o grupos a los que estamos más vinculados: los parientes, los amigos, las personas o grupos con las que compartimos afecto, opciones comunes, tareas profesionales o sociales, aficiones. Es obligado que amemos a nuestra comunidad parroquial, es decir a aquellas personas con las que compartimos habitualmente la celebración de la Eucaristía. El amor a la parroquia se asienta principalmente aquí. Es evangélico que profesemos un amor especial a aquellas personas y comunidades que comparten con nosotros un carisma religioso o laical. El amor a la Iglesia universal y local. La preocupación por los problemas del mundo, especialmente la justicia y la paz.
Pero, Dios nos pide algo mas, nos pide que tengamos un “amor preferencial por los pobres”. Hemos de preguntarnos  en este día: ¿qué tiempo les dedico, qué recursos económicos les ofrezco, qué nivel de austeridad me exijo, qué cualidades pongo a su servicio, qué aprendo en mi relación con ellos?
A menudo escuchamos la frase: "todos somos iguales". Pero no es cierto, si miramos nuestro mundo actual, algunos (los pobres) son “más desiguales que otros”. El evangelio nos pide que sean “más iguales”. Para la Iglesia, ha subrayado el Papa Benedicto XVI, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y a su esencia.
El cristiano tiene que luchar por la justicia, por el orden justo de la sociedad. El amor y la caridad siempre serán necesarios incluso en una sociedad más justa. Siempre será necesaria la atención personal, el consuelo y el cuidado de la persona. Los que dedican su tiempo a los demás en las instituciones caritativas de la Iglesia deben “realizar su misión con destreza, pero deben distinguirse por su dedicación al otro, con una atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad” (Dios es amor, nº 31). El necesitado, pobre en todos los sentidos tiene nombre y apellidos, no es un número, necesita que le escuchen y, sobre todo, que le quieran.
Hoy celebramos también el día de la institución del sacerdocio. El sacerdote debe ser puente que transmita la misericordia de Dios. Mucho se ha hablado de la frase del Papa Francisco "el pastor debe oler a oveja", a veces queriendo desacreditar a nuestros sacerdotes de hoy, pero hay que buscar su significado más profundo: hoy en un mundo a la deriva, desorientado, sin rumbo, se hace más necesario contar con pastores que sepan reflejar el amor de Dios a los hombres. Hombres de fe, que despierten la fe dormida de sus hermanos. Pidámoselo al Señor con nuestra oración. 

lunes, 14 de abril de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASION DEL SEÑOR
¿QUIEN SOY YO?

 Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • Procesión de las Palmas: Mt 21, 1-11. Bendito el que viene en el nombre del Señor. Hoy celebramos la entrada de Jesús en Jerusalén, que manifiesta la venida del Reino en el Rey Mesías. Pero Jesús no conquista la ciudad por la violencia sino por la humildad y el amor. Por eso viene montado en burrito y es recibido por los niños y los humildes de corazón. Su reino no será impuesto sino que se inaugura con la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Quienes lo acepten por amor serán los miembros de su reino.
  • 1ª Lectura: Is 50, 4-7. El siervo sufriente. Isaías profetizó sobre siervo sufriente. Mateo interioriza sobre esos sufrimientos: abandono de los apóstoles; el silencio del Padre, absoluta soledad. La carga de todos los pecados de la humanidad asumida por Cristo. Sin embargo, desde la Cruz, reina como Señor de todo. Es claramente un reino no de este mundo. Es el reino del amor y quienes lo acepten vivirán con El para siempre.
  • 2ª Lectura: Fp 2, 6-11. Lo levantó sobre todo. Con su muerte en la Cruz, Jesús ha abierto para nosotros un horizonte nuevo, nos ha abierto el camino a la Jerusalén celestial. Dicho con otras palabras, nos ha dado la posibilidad de vivir ya en este viejo mundo según las leyes del nuevo (la ley del amor), de vencer al mal sólo a fuerza de bien, aunque eso conlleve a veces aparentes derrotas, incluso muertes, que son victorias.
  • Evangelio: Mt 26, 14-27, 66. La Pasión de Cristo. Cualquier palabra sobraría para llegar a comprender que fue el mayor acto de amor que pueda conocer la historia. Tras la alegría de la entrada en Jerusalén, la liturgia de este día lee completa la Pasión de Nuestro Señor. Es difícil saber por qué Jesús tiene que morir. Y, sobre todo, admitir que ha de morir y en la Cruz.

(Reproducimos la Homilía del Papa Francisco, Misa del Domingo de Ramos, 13 de abril de 2014, que nos puede ayudar a reflexionar sobre cómo vivimos cada uno de nosotros la Semana Santa).

Esta semana comienza con una procesión festiva con ramos de olivo: todo el pueblo acoge a Jesús. Los niños y los jóvenes cantan, alaban a Jesús. Pero esta semana va adelante en el misterio de la muerte de Jesús y de su resurrección.
Hemos escuchado la Pasión del Señor. Nos hará bien preguntarnos ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ante mi Señor? ¿Quién soy yo, delante de Jesús entrando en Jerusalén en este día de fiesta? ¿Soy capaz de expresar mi alegría, de alabarlo? ¿O tomo las distancias? ¿Quién soy yo, delante de Jesús que sufre? Hemos oído muchos nombres: tantos nombres.
El grupo de líderes religiosos, algunos sacerdotes, algunos fariseos, algunos maestros de la ley que había decidido matarlo. Estaban esperando la oportunidad de apresarlo ¿Soy yo como uno de ellos? Incluso hemos oído otro nombre: Judas. 30 monedas. ¿Yo soy como Judas? Hemos escuchado otros nombres: los discípulos que no entendían nada, que se quedaron dormidos mientras el Señor sufría.
¿Mi vida está dormida? ¿O soy como los discípulos, que no entendían lo que era traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que quería resolver todo con la espada: soy yo como ellos? ¿Yo soy como Judas, que finge amar y besa Maestro para entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un traidor? ¿Soy como aquellos líderes religiosos que tienen prisa en organizar un tribunal y buscan falsos testigos? ¿Soy yo como ellos?
Y cuando hago estas cosas, si las hago, ¿creo que con esto salvo al pueblo? ¿Soy yo como Pilato que cuando veo que la situación es difícil, me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad y dejo condenar – o condeno yo – a las personas? ¿Soy yo como aquella muchedumbre que no sabía bien si estaba en una reunión religiosa, en un juicio o en un circo, y elije a Barrabás?
Para ellos es lo mismo: era más divertido, para humillar a Jesús. ¿Soy yo como los soldados que golpean al Señor, le escupen, lo insultan, se divierten con la humillación del Señor? ¿Soy yo como el Cireneo que regresaba del trabajo, fatigado, pero que tuvo la buena voluntad de ayudar al Señor a llevar la cruz? ¿Soy yo como aquellos que pasaban delante de la Cruz y se burlaban de Jesús?: “¡Pero… tan valeroso! ¡Que descienda de la cruz, y nosotros creeremos en Él!”.
La burla a Jesús… ¿Soy yo como aquellas mujeres valientes, y como la mamá de Jesús, que estaba allí, y sufrían en silencio? ¿Soy yo como José, el discípulo escondido, que lleva el cuerpo de Jesús con amor, para darle sepultura? ¿Soy yo como estas dos Marías, que permanecen en la puerta del Sepulcro, llorando, rezando? ¿Soy yo como estos dirigentes que al día siguiente fueron a los de Pilato para decir: “Pero, mira que éste decía que habría resucitado; pero que no venga otro engaño”, y frenan la vida, bloquean el sepulcro para defender la doctrina, para que la vida no salga afuera? ¿Dónde está mi corazón? ¿A cuál de éstas personas yo me parezco? Que esta pregunta nos acompañe durante toda la semana

lunes, 7 de abril de 2014

ACTIVIDADES CUARESMALES

ORACION DE CUARESMA PARA JOVENES CON EL SR. OBISPO.

El jueves 4 de abril, organizada por la Coordinadora de Pastoral Juvenil del Arciprestazgo de la Sierra, tuvo lugar en la Parroquia de San Sebastián Mártir de Higuera de la Sierra, un momento de oración enmarcado en los Encuentros Cuaresmales del Sr. Obispo con los jóvenes de nuestra Diócesis.
Ante un numeroso grupo de jóvenes provenientes de varias parroquias de nuestro Arciprestazgo, D. José nos habló de la importancia de la oración, haciendo un resumen de la oración que el propio Jesús nos dejó. el Padre Nuestro.
Después de la oración, la Parroquia anfitriona, nos agasajó con un aperitivo y refrescos, momento compartido por todos, que sirvió de encuentro entre los jóvenes.
Desde nuestra Parroquia, asistió el grupo de jóvenes al completo, acompañado de sus monitoras.

CONCIERTO DE MUSICA DE SEMANA SANTA EN LA PARROQUIA

En la tarde del sábado 5 de abril, se celebró, en nuestra parroquia, el primer concierto de música cofrade a cargo de la Banda de las Escuelas Municipales de Música de Cala y Arroyomolinos de León. Con gran asistencia de público, pudimos saborear el trabajo serio y responsable de nuestras Escuelas de Música, que han hecho de la música una oración de alabanza a Dios.
La Banda de las Escuelas Municipales de Música, dirigida por el profesor D. Francisco Javier Domínguez Mellado, interpretó conocidas marchas procesionales. Todos los presentes en el concierto de música cofrade, salieron muy satisfechos de este encuentro con la música, agradecieron la interpretación de cada pieza musical con largos aplausos, y esperando que este evento se repita en próximos años.

HORARIOS DE SEMANA SANTA

Domingo de Ramos
Procesión de Ramos y Celebración de la Eucaristía a las 11:00 de la mañana.

Miércoles Santo
Celebración Penitencial a las 18:00 horas.

Jueves Santo
Eucaristía de la Cena del Señor, a las 20:00 horas, seguida de la Hora Santa.

Viernes Santo
Santos Oficios, a las 19:30 horas.
Vía Crucis, a las 22:00 h. por las calles del pueblo.

Sábado Santo
Vigilia Pascual a las 20:00 horas.

Domingo de Resurrección
Eucaristía a las 12:00 de la mañana.
 

CATEQUESIS DOMINICAL

V DOMINGO DE CUARESMA. Ciclo A,
DOMINGO DE LA VIDA

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Ezequiel 37,12-14: Los hebreos exiliados han perdido la esperanza y decían que todo se había terminado para ellos. En cambio, Ezequiel, con un lenguaje cargado de simbolismo, afirma que es necesario esperar en el poder de la acción de Dios que infundirá su espíritu y devolverá al pueblo a la vida y a su tierra. Aquel día será una nueva creación.
  • 2ª Lectura: Romanos 8,8-11: La lectura es una catequesis muy densa del protagonismo del Espíritu en la vida cristiana. Pablo distingue el binomio: carne y espíritu, como dos dimensiones que actúan en la persona humana. Vivir en la carne es vivir según la mentalidad humana; vivir en Espíritu es dejarse llevar por la fuerza salvadora de Dios. El Espíritu hace que el hombre viva según el Evangelio y obre según el querer divino.
  • Evangelio: Juan 11,1-45: La resurrección de Lázaro es solamente signo de una vida que no conocerá la muerte. Las narraciones evangélicas de la samaritana y del ciego conducen a la creencia en Cristo, que es la resurrección y la vida. Sin fe es imposible el milagro y es imposible resucitar sin fe.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy terminamos la Cuaresma. EL próximo domingo es el de Ramos, pórtico de la Semana Santa. La Iglesia quiere que, antes de entrar en la meditación de la pasión y muerte de Cristo, oigamos un mensaje de resurrección y por eso nos pone tres lecturas que nos hablan de pasar de la muerte a la vida.
Son catequesis apropiadas para los catecúmenos adultos que llevaban más de un mes en preparación intensiva para ser bautizados en la noche de Pascua. Paso de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de las tinieblas a la luz. Es el paso o cambio que se produce en el corazón de la persona que se bautiza.
Hermanas y hermanos, partiendo de la experiencia de la precariedad y caducidad de la vida, el hombre religioso de la Biblia descubre al Dios vivo como fuente de vida. Ezequiel anuncia la restauración de Israel con la imagen profética de la reanimación de los huesos dispersos al soplo de Dios.
Jesús resucita a Lázaro. La figura de Lázaro en una cavidad cubierta de una losa, los pies y manos atadas con vendas, ¿no es una imagen de una persona o de una comunidad “muertas”?
Al grito potente de Jesús, lo que estaba muerto, resucita, sale de la cavidad y se ve libre de vendas que le ataban. El grito de Jesús se oye hoy como un eco y los “muertos” resucitan y los que están esclavizados, atadas por las vendas se ven libres.
Cristo es la vida y comunica vida. Hay muchas personas que prefieren permanecer en la fría cavidad del sepulcro con los oídos cerrados para no escuchar el grito de vida de Cristo, o simplemente siguen matando a muchos “Lázaros” de la vida. Hay otras que quieren permanecer atadas por las vendas de sus esclavitudes a experimentar la libertad de los hijos de Dios.
Las lágrimas de Cristo resbalan por los corazones de muchas personas y no se convierten en semilla de vida. Cristo resucita a quien escucha su voz y se deja liberar de las vendas de sus esclavitudes. Cristo resucita a quien acoge sus lágrimas en el corazón y deja que germine la vida. Amén.