¿QUIEN SOY YO?
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Procesión de las Palmas: Mt 21, 1-11. Bendito el que viene en el nombre del Señor. Hoy celebramos la entrada de Jesús en Jerusalén, que manifiesta la venida del Reino en el Rey Mesías. Pero Jesús no conquista la ciudad por la violencia sino por la humildad y el amor. Por eso viene montado en burrito y es recibido por los niños y los humildes de corazón. Su reino no será impuesto sino que se inaugura con la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Quienes lo acepten por amor serán los miembros de su reino.
- 1ª Lectura: Is 50, 4-7. El siervo sufriente. Isaías profetizó sobre siervo sufriente. Mateo interioriza sobre esos sufrimientos: abandono de los apóstoles; el silencio del Padre, absoluta soledad. La carga de todos los pecados de la humanidad asumida por Cristo. Sin embargo, desde la Cruz, reina como Señor de todo. Es claramente un reino no de este mundo. Es el reino del amor y quienes lo acepten vivirán con El para siempre.
- 2ª Lectura: Fp 2, 6-11. Lo levantó sobre todo. Con su muerte en la Cruz, Jesús ha abierto para nosotros un horizonte nuevo, nos ha abierto el camino a la Jerusalén celestial. Dicho con otras palabras, nos ha dado la posibilidad de vivir ya en este viejo mundo según las leyes del nuevo (la ley del amor), de vencer al mal sólo a fuerza de bien, aunque eso conlleve a veces aparentes derrotas, incluso muertes, que son victorias.
- Evangelio: Mt 26, 14-27, 66. La Pasión de Cristo. Cualquier palabra sobraría para llegar a comprender que fue el mayor acto de amor que pueda conocer la historia. Tras la alegría de la entrada en Jerusalén, la liturgia de este día lee completa la Pasión de Nuestro Señor. Es difícil saber por qué Jesús tiene que morir. Y, sobre todo, admitir que ha de morir y en la Cruz.
(Reproducimos la
Homilía del Papa Francisco, Misa del
Domingo de Ramos, 13 de abril de 2014, que nos puede ayudar a reflexionar sobre
cómo vivimos cada uno de nosotros la Semana Santa).
Esta semana comienza con una procesión festiva con
ramos de olivo: todo el pueblo acoge a Jesús. Los niños y los jóvenes cantan,
alaban a Jesús. Pero esta semana va adelante en el misterio de la muerte de
Jesús y de su resurrección.
Hemos escuchado la Pasión del Señor. Nos hará bien
preguntarnos ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo ante mi Señor? ¿Quién soy yo, delante
de Jesús entrando en Jerusalén en este día de fiesta? ¿Soy capaz de expresar mi
alegría, de alabarlo? ¿O tomo las distancias? ¿Quién soy yo, delante de Jesús
que sufre? Hemos oído muchos nombres: tantos nombres.
El grupo de líderes religiosos, algunos sacerdotes,
algunos fariseos, algunos maestros de la ley que había decidido matarlo.
Estaban esperando la oportunidad de apresarlo ¿Soy yo como uno de ellos?
Incluso hemos oído otro nombre: Judas. 30 monedas. ¿Yo soy como Judas? Hemos
escuchado otros nombres: los discípulos que no entendían nada, que se quedaron
dormidos mientras el Señor sufría.
¿Mi vida está dormida? ¿O soy como los discípulos, que
no entendían lo que era traicionar a Jesús? ¿O como aquel otro discípulo que
quería resolver todo con la espada: soy yo como ellos? ¿Yo soy como Judas, que
finge amar y besa Maestro para entregarlo, para traicionarlo? ¿Soy yo, un
traidor? ¿Soy como aquellos líderes religiosos que tienen prisa en organizar un
tribunal y buscan falsos testigos? ¿Soy yo como ellos?
Y cuando hago estas cosas, si las hago, ¿creo que con
esto salvo al pueblo? ¿Soy yo como Pilato que cuando veo que la situación es
difícil, me lavo las manos y no sé asumir mi responsabilidad y dejo condenar –
o condeno yo – a las personas? ¿Soy yo como aquella muchedumbre que no sabía
bien si estaba en una reunión religiosa, en un juicio o en un circo, y elije a
Barrabás?
Para ellos es lo mismo: era más divertido, para
humillar a Jesús. ¿Soy yo como los soldados que golpean al Señor, le escupen,
lo insultan, se divierten con la humillación del Señor? ¿Soy yo como el Cireneo
que regresaba del trabajo, fatigado, pero que tuvo la buena voluntad de ayudar
al Señor a llevar la cruz? ¿Soy yo como aquellos que pasaban delante de la Cruz
y se burlaban de Jesús?: “¡Pero… tan valeroso! ¡Que descienda de la cruz, y
nosotros creeremos en Él!”.
La burla a Jesús… ¿Soy yo como aquellas mujeres
valientes, y como la mamá de Jesús, que estaba allí, y sufrían en silencio?
¿Soy yo como José, el discípulo escondido, que lleva el cuerpo de Jesús con
amor, para darle sepultura? ¿Soy yo como estas dos Marías, que permanecen en la
puerta del Sepulcro, llorando, rezando? ¿Soy yo como estos dirigentes que al
día siguiente fueron a los de Pilato para decir: “Pero, mira que éste decía que
habría resucitado; pero que no venga otro engaño”, y frenan la vida, bloquean
el sepulcro para defender la doctrina, para que la vida no salga afuera? ¿Dónde
está mi corazón? ¿A cuál de éstas personas yo me parezco?
Que esta pregunta nos acompañe durante toda la semana
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