TRES TESTIGOS
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Isaías 61, 1-2. 10-11. El anuncio gozoso de la salvación. La profecía de Isaías nos invita a estar alegres porque el Señor está cerca. El profeta desborda de gozo y de alegría con la presencia del Señor. El Espíritu Santo ha ungido a quien nos va a curar y a alegrar, a quien nos va a sacar de la cárcel para ser felices y libres.
- Salmo: Me alegro con mi Dios.
- 2ª Lectura: 1 Tesalonicenses 5,16-24. La alegría de la fe. San Pablo nos pide firmeza en nuestras creencias. El Señor está cerca. Esta espera en la llegada de nuestro Dios hecho niño debe ser un tiempo de esperanza y de consolidación de nuestras creencias. Debemos de estar llenos de fe y de dicha para mejor recibir al Señor que ya viene.
- Evangelio: Juan 1,6-8. 19-28. El testigo de la luz. El domingo anterior, el evangelio presentaba la figura de Juan Bautista como un profeta austero, hoy subraya su condición de testigo. Confiesa abiertamente que no es el Mesías, ni Elías, ni el Profeta esperado. El Bautista es la voz que grita en el desierto, voz que proclama y grita: "Allanad el camino del Señor". El que viene es la luz, el Mesías y el Profeta. Vivir el Adviento consiste en preparar los caminos del Señor.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: A pesar de que la liturgia de este tiempo nos recuerda con insistencia el mensaje de la conversación y de la penitencia que, en muchos casos, evoca sentimientos de sacrificio, de privaciones y de tristeza; a pesar de que la liturgia de este tiempo aconseja llevar el color morado, poco alegre como salta a la vista, pero hoy es bien diferente. Celebramos hoy el domingo de la alegría; la alegría de que el esperado está ya cerca; y con su llegada, muchas cosas van a cambiar para bien en nuestras vidas.
Las lecturas que hemos escuchado proclaman este mensaje de alegría:
- Primera lectura: "El señor (...) me ha enviado para dar la Buena Noticia".
- Salmo: "Me alegro con mi Dios".
- Segunda lectura: "Estad siempre alegres".
- Evangelio: "En medio de vosotros hay uno que no conocéis: Él es el Mesías, la Buena Noticia".
Como vemos, queridos hermanos, esta Palabra nos invita a participar de la alegría. Pero el Señor nos hace esta invitación a sabiendas de que en cada uno de nosotros no todo es alegría ni maravilloso. Nos hace esta invitación en un contexto socio-cultural en el que unos pretenden ignorar y prescindir de la realidad del dolor y el sacrificio pregonando y defendiendo sólo lo placentero y lo fácil, y otros, desde una antropología pesimista, sostienen que la tristeza es más humana que la alegría, el odio más dinamizador que el cariño, el castigo más eficaz que el consuelo, el llanto más auténtico que la risa y el dolor más cristiano que la felicidad.
Queridos hermanos, el Señor quiere que tomemos una postura responsable ante estas interpretaciones de la vida. Nos puede ayudar esta Palabra que nos dirige hoy. El Señor nos dice que lo más propio del cristiano es aceptar como "existenciales" el cariño, el amor, el consuelo, la liberación, la alegría y la felicidad; que no sólo son palabras y tópicos, sino realidades que están al alcance del hombre. Por eso nos invita a ser portadores de esas realidades.
Como el Bautista, los católicos, hemos de presentarnos al mundo como Buena Noticia y portadores de la Buena Noticia. Esto quiere decir que debemos ser los testigos de la alegría. Nuestra sociedad busca con afán la felicidad. La alegría muchas veces es pasajera y deja el corazón reseco y lleno de tristeza. El gozo y el dolor entretejen la vida. Se busca la alegría y se rechaza el dolor. La alegría madura siempre en el sacrificio. La humanidad está triste y su sonrisa es falsa y superficial. Sólo el Señor que viene es el verdadero portador de la auténtica alegría. Acerquémonos a él para vivir alegres y comunicar nuestro gozo a los que nos rodean. Amén.
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