sábado, 24 de enero de 2015

CATEQUESIS DOMINICAL

III DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B
CONVERSIÓN, CREENCIA Y SEGUIMIENTO

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura. Jonás 3,1-5.10: La conversión anunciada. Dios escoge a Jonás para que predique la conversión a los habitantes de la ciudad de Nínive. Jonás obedece textualmente a Dios y su predicación tiene éxito. Los ninivitas escuchan al profeta, se convierten y hacen penitencia.
  • Salmo. Señor, enséñame tus caminos.
  • 2ª Lectura. I Corintios 7,29-31: El cambio de actitudes. Pablo escribe a la comunidad de Corinto. La irrupción de Cristo en sus vidas ha transformado su modo de proceder y viven la realidad con otro espíritu, con otras actitudes.
  • Evangelio: Marcos 1,14-20: Conversión, creencia y seguimiento. Marcos, al inicio de su evangelio, resume en pocas palabras toda la obra mesiánica de Jesús y nos ofrece un cuadro del discipulado. Jesús comienza su ministerio itinerante en Galilea. Invita a un grupo de discípulos a dejar su vida de pescadores para ser pescadores en otros mares. Los llama a compartir su misión de anunciar el Reino. Para pertenecer al Reino de Dios es preciso cambiar de mirada y de actitudes, y creer en el mensaje evangélico de Jesús.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Cuando Jesús comienza su ministerio, es decir, su vida pública, se retira a Galilea. Y con su aparición pública, se cierra el ciclo de Juan el Bautista y se abre un tiempo nuevo; se aleja de Jerusalén y se acerca a la tierra de los gentiles; se termina el anuncio de amenazas y condenas y comienza el tiempo del Reino, como Buena Noticia. Hay que señalar que el primer mensaje que, según Marcos, transmite Jesús a sus oyentes, se concentra en esas sencillas palabras: «Convertíos y creed en el Evangelio». Y se trata de un mensaje optimista, que invita a la alegría.
Las tres lecturas de hoy repiten la misma temática y nos transmiten un carácter de urgencia: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida», nos decía la primera lectura. San Pablo, en la segunda lectura, dice a los corintios: «El momento es apremiante», y el Evangelio recalca: «Se ha cumplido el plazo, convertíos».
Mis queridos hermanos, la conversión a la que nos llama hoy el Señor es una condición para ser ciudadanos del Reino de Dios. La construcción del Reino pide conversión y fe. Y esa conversión no es un mero “cambio”, sino que supone un cambio profundo y radical a nuestra vida; no es cambiar la estrategia de la vida, ni supone mirar para otro lado; es cambiar la dirección de la mirada, volverse, darse la vuelta… porque consideramos mala nuestra orientación. Pero ese cambio no se da de golpe, no se logra al momento; es un proceso que tiene que ir a más. La conversión es apertura a Dios y a los hermanos.
El anuncio de la Buena Noticia incluye el llamamiento de los primeros discípulos. Jesús pasa junto a un grupo de pescadores y les dice que le sigan. Su modo de proceder choca un poco. Les dice una palabra: «Seguidme», y comienza una aventura para aquellos hombres que siguen a un desconocido. No nos interesa la crónica de unos hechos, sino los rasgos esenciales del discipulado cristiano, que acentúa el evangelista. El seguimiento a Jesús es la respuesta a la llamada. Es Él quien llama, y llama a quien quiere. Ser discípulo significa seguir a Jesús, estar con él y compartir su estilo de vida, conocerle y dedicarse al anuncio del Evangelio, que significa, Buena Noticia.
Jesús les dice que serán pescadores de hombres. El seguimiento de Jesús no admite condiciones; implica disponibilidad y capacidad de renuncia. El Maestro no violenta a las personas, les pide que pongan todo lo que son y saben al servicio del Reino. A partir de esta llamada, Jesús aparece siempre acompañado de sus discípulos. Jesús, también hoy, pasa por la orilla de nuestro mar en búsqueda de nuevos colaboradores, para que, convertidos y creyentes, extiendan su Reino. Les confía la misión de construir una sociedad fundamentada en el Evangelio y en la paz, en la justicia y en la fraternidad entre todos los hombres. Amén.

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