II DOMINGO DE PASCUA. Ciclo B.
EL RESUCITADO ENTRE LOS SUYOS
Ideas principales de las lecturas
de este domingo:
- 1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 2,32-35: La vida compartida de la primen comunidad. La resurrección de Jesucristo ha cambiado la vida de sus discípulos. Se preocupan ahora de crear comunión entre ellos y de ser testigos autorizados para anunciar el mensaje de Cristo, su Maestro. Comparten entre sí los bienes y anuncian el Evangelio no como una doctrina teórica, sino de su experiencia vivida.
- 2ª Lectura: 1 Juan 5,1-6: Las exigencias de ser hijo de Dios. El ser hijo de Dios es un don y exige entrar en la dinámica del amo] de Dios manifestado en Jesucristo. El que cree debe amar a Dios, de modo que su amor a Dios se muestre también a sus hermanos,
- Evangelio: Juan 20.19-31: Los discípulos del primer día, del octavo y del día siguiente. Los discípulos gozaron de dos singulares experiencias con el Resucitado. En la primera aparición. Cristo les confía la misión de perdonar los pecados; en la segunda, el discípulo del octavo día, Tomás, confiesa abiertamente la resurrección del Señor porque ha visto y ha creído. Los discípulos del día siguiente, nosotros, creemos sin haber visto.
Hoy celebramos también el
Domingo de la
Misericordia , porque los mensajes nos hablan de la gran misericordia
divina, que perdona y que instituye el sacramento del perdón, y por otras
circunstancias histórico-eclesiales, relacionadas con Sta. Faustina y Juan
Pablo II. La fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer
llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: “Dios es
Misericordioso y nos ama a todos... y cuanto más grande es el pecador, tanto
más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario 723). En
este mensaje, que el Nuestro Señor nos ha hecho llegar por medio de Santa
Faustina, se nos pide que tengamos plena confianza en la Misericordia de Dios,
y que seamos misericordiosos con el prójimo a través de nuestras palabras,
acciones y oraciones... (Diario 742).
Las lecturas de hoy nos hablan
del poder transformador de la fe pascual. La primera lectura, tomada del libro
de los Hechos de los Apóstoles, nos relata la vida de los primeros cristianos
que sigue siendo modelo a imitar pan los cristianos de nuestro tiempo. Ellos
vivían "como hermanos"; eran constantes en escuchar las enseñanzas de
los apóstoles, compartían los bienes y muchas experiencias de la vida (formaban
una piña entre ellos), se juntaban para celebrar la Eucaristía semanal y
receban en común. Estos primeros hermanos nuestros, tal vez, querían vivir las
exigencias "de los hijos de Dios" corno decía segunda lectura tomada de
la primera carta de Juan: “el ser hijo de Dios es un don y exige entrar en la
dinámica del amor de Dios manifestado en Jesucristo. El que cree debe amar a Dios,
de modo que su amor a Dios se muestre también a sus hermanos“. Precisamente,
ese estilo de vida nunca visto hasta entonces, impresionó a todo el pueblo.
Había sido una auténtica experiencia transformadora ± la vida muchos creyentes.
El evangelio nos recuerda que
la fe en el Cristo resucitado es capaz de hacer que el grupo de los discípulos,
cerrados sobre sí mismo por miedo (a los judíos), al ridículo y la hostilidad
circundante se transforme, por l fuerza del Espíritu, en una comunidad
misionera. Es verdad que los discípulos estaban acobardados, muertos d miedo,
pensando en la muerte de su Señor, como los muchos miedos que tenemos nosotros
hoy para cree] firmemente al Señor. Pero Jesús viene a su encuentro; toma la
iniciativa de ir hasta donde estaban y se planta en medio de ellos, como un
sol, y los discípulos se llenaron de alegría, se emocionaban. Efectivamente,
Jesús sabe que ellos necesitaban de su presencia para recobrar el ánimo y la
valentía en ese momento de incertidumbre en que se encontraban.
Para ello, Jesús, resucitado
les ofreció sus dones más esperados y más necesitados para superarlo todo: la
paz para que se tranquilicen y sean dueños de sí mismos; la fe para que dejen
de dudar y se adhieran a El (por eso, le enseña las señales de los clavos); el
perdón de los pecados para que venzan cualquier tipo de mal, manifestado en odios,
venganzas, resentimientos...; y el gozo de saber y experimentar que El vive en
los que creen sin haber visto.
Queridos hermanos y hermanas, también hoy el Resucitado entra en
nuestras casas y en nuestros corazones aunque a veces las puertas están
cerradas. Entra donando estos mismos dones, es decir, la alegría y la
paz, la
vid y la esperanza, dones que necesitarnos para nuestro renacimiento humano y
espiritual. Sólo él puede quita piedras que ponemos sobre nuestros propios
comportamientos; piedras que sellan la muerte: divisiones enemistades, rencores,
envidias, desconfianzas, indiferencias. Sólo él, el Viviente, puede dar sentido
a la existencia y dar esperanza y firmeza a] desesperado. Amén.
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