sábado, 28 de julio de 2012

CATEQUESIS DOMINICAL


XVII DOMINGO. TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B
COMPARTIR, SIGNO DE SOLIDARIDAD

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
-          1ª Lectura: II Reyes, 4, 42-44: El Pan, fruto del trabajo del hombre y de la bendición divina, se multiplica en manos del profeta para remediar el hambre de la multitud. El milagro es un anticipo del gran milagro realizado por Jesús junto al lago de Tiberíades.
-          2ª Lectura: Efesios, 4, 1-6: Pablo, prisionero en Roma, exhorta a los cristianos de Éfeso a conservar la fe, a vivir en la caridad y en la paz, superando con humildad las divisiones y discordias.
-          Evangelio: Juan 6, 1-15: El monte de la multiplicación de los panes y la sinagoga de Cafarnaún son dos lugares que se unen por el lago que los separa. La multiplicación de los panes y el discurso tienen una comunidad que se prolongará hasta el Cenáculo y a la Iglesia con el pan eucarístico.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Comenzamos hoy, Decimoséptimo Domingo del Tiempo Ordinario, el discurso del pan de vida. Y durante unos cuantos domingos iremos repasando las páginas de este discurso. El discurso se desarrolla en una ocasión en que Jesús se da cuenta de que aquella multitud que los sigue fascinada “porque habían visto los signos que hacía con los enfermos”, en uno u otro momento tenía que comer.
El Señor no se desentiende de las necesidades de aquellos que lo siguen. Y es él quien toma la iniciativa interrogando a Felipe: “¿Con qué compraremos panes para que coman éstos? El discípulo, como habríamos hecho todos, expresa su desconcierto. Pero en este momento, otro discípulo, Andrés, descubre al muchacho que tenía cinco panes y dos peces. Es verdad que para aquel gentío estas cifras eran claramente insuficientes. Sin embargo, sin aquella aportación la multiplicación no habría sido posible. Jesús realiza el milagro, ¡si! Pero espera la colaboración humana, materializada en aquellos panes y peces.
¿Sigue teniendo sentido el milagro de la multiplicación de panes hoy? Pues, sí. Si volvemos la mirada a nuestro mundo lo comprobaremos. Existe hambre en el mundo. En tiempos de Jesús, muchas personas cada mañana se levantaban y salían a buscar trabajo para poder comer. Hoy hay hambre y muchas personas mueren porque no tienen nada para comer. De sus gargantas brota un grito débil y angustiado. Además, hay hambre de los valores humanos y cristianos. Dios no es indiferente al sufrimiento y a la soledad de los hombres, así lo demuestra en su Hijo Jesús que se compadeció de aquella multitud hambrienta. De modo que quien se compadece y se implica en las necesidades de los demás, como Jesús y Andrés, multiplica los cinco panes en sus manos.
En una noche oscura se enciende una vela, ésta no disipa las tinieblas y, sin embargo, ilumina un espacio. Si todos los cristianos encendieran cada uno la vela, brillaría la luz y desaparecerían las tinieblas. Cada uno está llamado a presentar los cinco panes, fermentados amorosamente, para que se multipliquen y puedan saciar el hambre de la multitud. El cristiano debe encender su vela y las demás se logrará disipar las tinieblas.
La colaboración hace posible el milagro. Amén.

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