viernes, 17 de agosto de 2012

CATEQUESIS DOMINICAL

SOLEMNIDAD  DE LA ASUNCION DE LA VIGEN MARIA
FESTIVIDAD DE N. S. DE LOS REMEDIOS


Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
            Hoy la Iglesia universal celebra la fiesta de la ASUNCIÓN de la Santísima Virgen María. Pero nosotros, aquí, celebramos LA SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA, VIRGEN DE LOS REMEDIOS. No son dos vírgenes diferentes. Es la misma virgen, la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, Madre de cada uno de nosotros, Madre de nuestro pueblo de Arroyomolinos de León.
            Todos los años, por estas fechas, el 15 de agosto, este pueblo se viste de fiesta y se llena esta Ermita, este sagrado Templo, con arroyencos  y arroyencas, con otros  hermanos y hermanas de distintos lugares. Obviamente, la única protagonista, la única persona que nos atrae aquí, que da sentido a nuestra celebración, es la Virgen de de los Remedios.
            Para los de Arroyomolinos de León no es sólo Madre. Es algo más: es Protectora de este pueblo; Gloria y Honor de nuestro pueblo; la Ciudad donde se refugian los creyentes de este pueblo; Célebre Piscina donde alcanzan su salud los enfermos de este pueblo… A esta Madre hemos venido a venerar con nuestra presencia, plegarias y cánticos.
Sin lugar a dudas, hoy todos estamos alegres porque el Señor nos ha permitido celebrar un año más esta fiesta en comunión con nuestros familiares, amigos, vecinos y conocidos; porque todo lo que hemos programado ha salido bien. Ha valido la pena el esfuerzo, la entrega y el ingenio de muchas personas que se han implicado de verdad en la organización de la fiesta; desde la Junta del Gobierno de la Hermandad, el Coro Semilla,  el equipo de la liturgia, el Ayuntamiento, y de todos los que habéis ofrecido lo mejor de vosotros para que todo saliera bien. Y está saliendo bien hasta ahora.
No obstante, nuestra alegría debe ser más grande aún, porque hoy nuestra Madre recibe del Padre Dios y de su Hijo, Jesucristo, el mejor premio que todos anhelamos: la ASUNCIÓN A LOS CIELOS. Nuestro destino es el cielo; todos estamos llamados a gozar de la presencia de Dios como María y todos los santos. Sabemos que María ha conseguido este premio porque aceptó contra toda esperanza ser la Madre de nuestro Señor Jesucristo, nuestro Salvador. Sólo dijo al Ángel enviado por Dios: “hágase en mí según tu palabra”. ¿Cuántos estamos dispuestos a aceptar, como María, lo que Dios nos pide para el bien de los demás y nuestro? María se fió de la verdad de Dios.
Pero nuestra débil fe nos hace dudar de esta verdad, ya que andamos un poco perdidos al constatar que vivimos (actualmente) en un mundo de miedos: miedo a la crisis económica, miedo a la miseria, miedo a la pobreza, miedo a las enfermedades y a los sufrimientos, miedo a la soledad y a la muerte. En nuestro mundo este, tenemos un sistema de seguros muy desarrollado. Sin embargo, sabemos también que en el momento del sufrimiento profundo, en el momento de la última soledad, que es la muerte, ningún seguro podrá protegernos. El único seguro válido en esos momentos es el que nos viene de nuestro Padre Dios y de nuestra Madre, la Virgen de los Remedios.
Hoy nos dice Ella a cada uno de nosotros, sus hijos: “no temas, yo estoy contigo”. Estas simples palabras son nuestra seguridad y confianza, sabiendo que podemos caer, pero al final caemos en manos de nuestra Madre, y las manos de nuestra Madre son buenas. Por el cariño que nos tiene, acoge siempre con benevolencia la oración de quien se dirige a Ella con fe. Responde a nuestra invocación y nuestra plegaria como quiere y cuando quiere, para nuestro bien y no según nuestros deseos. A nosotros nos toca acoger como una gracia los dones que nos ofrece. ¡Felices fiestas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario