XX DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO. Ciclo A.
MI CARNE ES VERDADERA
COMIDA
Ideas principales de las lecturas de
este domingo
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1ª
Lectura: Proverbios 9,
1-6: La sabiduría ha preparado el
banquete. Es frecuente encontrar en la Biblia la imagen del banquete. La
Sabiduría se identifica en la lectura con el mismo Dios. Él prepara un banquete
e invita a sentarse en la mesa a todos. Anuncia así el banquete eucarístico
ofrecido por Jesús en el Evangelio.
-
2ª
Lectura: Efesios 5,
15-20: Sobriedad y acción de
gracias. Las palabras de Pablo no invitan a la vigilancia entendida como
sobriedad de vida y como compromiso para emplear mejor el tiempo presente, para
darle gracias y bendecirle.
-
Evangelio:
Juan 6,51-58: El pan vivo bajado del cielo. Jesús en su discurso responde a las
objeciones de sus oyentes y expone con precisión su doctrina sobre la
Eucaristía. El cristiano que come el Cuerpo y bebe la Sangre de Cristo, se
transforma en Él. Su comida es germen de vida eterna.
Queridos hermanos y
hermanas en Cristo: “Cuando nos reunimos para celebrar la Eucaristía revivimos la experiencia de los discípulos en la tarde
de aquel día primero de la semana cuando el Señor se les manifestó para darles
su pan y comunicarle el don del Espíritu” (Juan 20,21-22).
Estas palabras resumen
el mensaje de este Domingo XX del Tiempo Ordinario. Y con ellas, Jesús da
garantía de vida eterna a los que participan en la Eucaristía. Llama la
atención de que no dice nada de los que no participan. Al parecer no quiere
excluir a nadie.
Por ello, llegamos a la
afirmación de que la palabra de este domingo es una invitación de Jesús a comer
su pan y beber su cáliz. Vamos a aceptar esta invitación con fe, sabiendo que
Jesús nos invita a descubrir algo nuevo e importe a partir del pan material.
No olvidemos que el pan
es un alimento que fortalece el cuerpo y puesto sobre la mesa estrecha alianzas
y renueva amistades. El pan es vida. Fue vida para aquellos seguidores de
Cristo que saciaron su hambre con pan y los peces.
En este domingo llegamos
al punto culminante del discurso de Jesús en Cafarnaún cundo afirma que él “es el pan de vida bajado
del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre”.
No es un pan cualquiera,
es su carne como comida y su sangre como bebida. Es el pan ofrecido y
sacrificado en la cruz. Este pan que está puesto en la mesa redonda del mundo
para que el creyente en Cristo pueda comer y saciar su hambre de vida eterna.
El que come de este pan y ama y se entrega como Jesús por el bien de los
hermanos, comparte también el pan material con los hambrientos.
Es la
consecuencia de comer el pan eucarístico. Quien come el Pan bajado del cielo
realiza el milagro de multiplicar los panes entre los hambrientos de nuestra
sociedad y de nuestro mundo. Amén.
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