II DOMINGO DE ADVIENTO. Ciclo C
EL BAUTISTA, VOZ QUE GRITA EN EL DESIERTO
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
1ª Lectura: Baruc 5,1-9. Pocas veces nos encontramos en la liturgia con un texto del libro de Baruc. Fue una persona cercana a Jeremías. El texto emplea el simbolismo de Jerusalén comparándola a una madre que ha visto partir a sus hijos hacia el destierro. Partieron doblegados y deshonrados para regresar renovados y llenos de honor. Mientras sucede esto, es tiempo de mantener con paciencia el ánimo y la esperanza.
2º Lectura: Filipenses 1, 4-6. 8-11. Pablo escribe a la comunidad de los filipenses que sufre problemas de hostilidad exterior y tensiones internas. El texto rebosa del afecto de Pablo por esta, comunidad. La oración y el amor a la comunidad llenan de alegría al Apóstol en medio de su cautiverio en Éfeso. Pablo pide a Dios que la comunidad crezca en el amor mutuo. De esta forma llegará purificada al día final.
Evangelio: Lucas 3, 16. Se dice que el Evangelio lucano se caracteriza por ser historia narrativa. El texto de hoy constituye un buen exponente de su forma de narrar. Presenta la figura histórica de Juan Bautista en sincronía con su tiempo, es decir, encuadrando su persona en la historia universal y en la del pueblo de Israel.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El pueblo de Israel había sido objeto de muchísimos mensajes proféticos. Unos le llamaban a la esperanza, otros a la penitencia, otros a la conversión.
El pueblo de Dios vivió
durante siglos animado por la esperanza del Mesías; los profetas alentaban y
avivaban esa esperanza en el Salvador prometido por Dios.
En estos momentos, cuando
ese acontecimiento se hace próximo, surgen las Llamadas mas apremiantes: !preparaos
porque ya esta a la puerta!
Es ahora cuando
aparece un profeta muy especial. La venida del Mesías, del Salvador ya se ha realizado.
Es preciso hacerle una preparación inmediata y digna.
El pueblo de Israel
necesita una llamada a la "conversión", a preparar los caminos al Señor,
a quitarle obstáculos, a preparar los corazones para darle calurosa acogida.
Y es Juan Bautista quien
realiza esa misión, quien proclama la necesidad de preparar los caminos al Señor
para que todos vean la salvación de Dios. Juan no tenía títulos, ni cargos, ni
dignidades. No tenia, por tanto, “poder" alguno. Pero tenía
"autoridad". Y gozaba de credibilidad. Juan tenía autoridad y
credibilidad porque su vida coincidía con sus enseñanzas, por eso gentes tan
diversas por cultura, religión y costumbres acuden a él.
Juan Bautista profeta,
y mas que profeta, desgasto su vida "predicando un bautismo para la conversión
y el perdón de los pecados". Era la preparación adecuada para recibir al "Cordero
de Dios que quita el pecado del mu11do".
Juan fue una palabra ardiente
y refrescante a la vez. Hablaba con palabras y con signos. Movía al
arrepentimiento y conversión. Sentía que el tiempo estaba a punto y presentía
la cercanía de Dios.
Hoy, en el Evangelio,
Juan Bautista nos dice que:
- Allanemos nuestro corazón,
- Rectifiquemos nuestra voluntad,
- Corrijamos nuestras asperezas,
- Pongamos alegría en nuestra vida para que Jesús tenga una acogida calurosa y encuentre corazones amigos esperándole.
El Adviento nos
recuerda la invitación que Dios nos hace a preparamos para su venida: "que
se eleve nuestra oración; que descienda nuestro orgullo; que se suavice nuestro
egoísmo y ambición; que se enderece nuestra conducta de excesos o defectos".
Pero ha de ser una preparación
realizada gozosamente y con desbordante alegría porque celebramos nuestra liberación,
muestra salvación. Y, si lo hacemos así, "todos verán la salvación de
Dios", como dice el Evangelio. Amén.
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