viernes, 21 de marzo de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

III DOMINGO DE CUARESMA. Ciclo A.
DOMINGO DEL AGUA VIVA

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Éxodo, 17,3-7: El desierto encierra un peligro constante. El oasis es lo más apreciado y valorado en el desierto. Israel, cansado y sediento, murmura y desconfía de Dios. Muy pronto ha olvidado las maravillas divinas precedentes. Dios responde con una nueva manifestación de su poder y de su misericordia dándole el agua necesaria.
  • 2ª Lectura: Romanos 5,1-2. 5-8: El N.T. el agua expresa simbólicamente el don del Espíritu para una nueva humanidad. El Espíritu derramado en nuestros corazones hace brotar una nueva vida y nos da las fuerzas necesarias para que confesando a Cristo, muerto y resucitado, seamos justificados y esperemos alcanzar la gloria eterna.
  • Evangelio: Juan 4,5-42: El agua es un elemento imprescindible para poder vivir. Dios nos dio no sólo el agua, sino la misma fuente, que es Cristo. Hoy, Jesús se acerca a nosotros, como se acercó a la Samaritana, y nos invita a revisar a fondo las actitudes de nuestra vida, a no beber en otras aguas que dan más sed, y a confesar que Él es el agua viva. Bebiendo de esta agua nos convertimos en auténticos adoradores del Padre en espíritu y en verdad.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El Evangelio de este Domingo tercero de Cuaresma es largo pero bellísimo. No sabe uno por dónde empezar: por la sed o por el agua, por la mujer del cántaro o por un Jesús sediento, por el viejo pozo de Jacob o por el manantial nuevo que surge de la fe del Mesías. Cada uno que lo lea y comience por donde quiera. Sólo quisiera poner unas notas que nos ayuden a meditar y rezar sobre este texto evangélico y otros que nos propone la liturgia de hoy.

Mirad: El pueblo hebreo estaba sediento en el desierto y también la samaritana junto al pozo. Hay momentos de nuestra vida que tenemos sed y sufrimos las inconveniencias del desierto. Todos tenemos sed de verdad, de felicidad, de amor, de vida… Es muy triste si no experimentamos esta sed. El que no tiene sed no busca las fuentes de vida.

Existen dos tipos de agua: el agua que no apaga la sed y el agua que salta para la vida eterna. Nuestros pies de caminantes pisan la ardiente arena del desierto y nuestro cuerpo está sediento y busca el oasis para saciar la sed.

Algunos sacian su sed en el pozo del dinero y tienen cada vez más sed; otros en el pozo del placer y experimentan la sequedad de todo su cuerpo. No faltan quienes quieren saciar su sed en la cisterna del poder y sus ojos se enturbian; hay quienes buscan en el pozo de la publicidad para dar a conocer su imagen y son instrumentalizados y manipulados. Todos están condenados a morir de sed.

Quien excava dentro de sí, bajo la arena de la propia culpa, encuentra el agua viva; quien excava en los signos de los tiempos, bajo la arena de lo cotidiano, halla el manantial del agua pura. El que bebe de esa agua no tendrá jamás sed, porque brota de la fuente que es Cristo, Palabra y Sacramento. Esa fuente está en la plaza del mundo para saciar y salvar a todos los sedientos. Amén.

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