MIERCOLES DE CENIZA. Ciclo A.
CENIZA, PREGÓN DE LA CUAREMA.
Ideas principales de las lecturas de hoy:
1ª Lectura: Joel 2, 12-18: La penitencia de la conversión. El profeta Joel convoca al pueblo de Israel a una liturgia penitencial. Le invita a convertirse de su mal vivir y a cumplir la alianza. Pide también que rasgue su corazón y no los vestidos. La penitencia adquiere su pleno sentido en la conversión del corazón. La conversión tiene que ser interior y buscar y cumplir la voluntad de Dios.
2ª Lectura: II Corintios 5, 20 - 6, 2: La conversión y la reconciliación. Pablo considera la conversión como una tarea de reconciliación con Dios y dice: "Dejaos reconciliar con Dios", porque el tiempo es favorable, es gracia y salvación. La reconciliación consiste en recomponer la relación rota o debilitada entre nosotros y Dios, y entre los hermanos.
Evangelio: Mateo 6, 1-6. 16-18: Espíritu de penitencia. Jesús enseña a sus discípulos como tiene que ser su estilo de vida y describe tres dimensiones de la misma: la oración = relación con Dios; la limosna = relación con el prójimo; y el ayuno = relación con uno mismo. La oración es imprescindible para el discípulo de Jesús; la limosna es expresión de sincera caridad, y el ayuno exterioriza la conversión a Dios.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: lo mismo que el Domingo de Ramos es pórtico de la Semana Santa, el Miércoles de Ceniza lo es para la Cuaresma. Hoy comienza la Cuaresma. El punto de llegada es la noche de la Pascua. Los cuarenta días que la preceden constituyen, una subida hacia la Pascua.
De modo que el Miércoles de Ceniza abre para la Iglesia un tiempo de conversión y renovación, tiempo de gracia y perdón, tiempo de oración y de escucha de la Palabra de Dios. Tiempo de volver al buen camino para llegar purificados, personal y comunitariamente, a renovarnos y a caminar hacia la Pascua. El camino pasa por la conversión, la renuncia y la humildad.
El signo austero de la ceniza nos recuerda que el Evangelio es nuestra creencia. La ceniza expresa la fragilidad, lo perecedero, la debilidad radical del ser humano, nuestro pecado y maldad. Pero tenemos que vincular este signo de la ceniza con la Fe y la Palabra de Dios. Porque la Ceniza sin Palabra es mala noticia; la Ceniza sin Fe es un rito de mal gusto. Por eso el gesto de la imposición de la Ceniza en la cabeza va acompañado de las palabras: Convertíos y creed en el Evangelio.
De ahí que las lecturas de esta celebración nos inviten a la conversión y a recorrer día a día el camino de la cruz, que lleva a la Pascua de la Luz. La llamada a la conversión de hoy significa un toque de atención para que iniciemos cada uno el (su) examen de conciencia, intentando descubrir aquellas actitudes profundas que impiden a Dios realizar su obra de salvación en nosotros.
Desde la Eucaristía de esta tarde la Iglesia nos va a ofrecer un serie de medios humanos y divinos como la limosna, la oración, el ayuno, la escucha de la Palabra de Dios y el sacramento de la Penitencia. Nos ofrece estos medios, no para nuestra ostentación o vanagloria, ni para nuestro sufrimiento o victimismo, sino para nuestra santificación. Jesús quiere que, a través de ellos, seamos siempre humildes y buenos con los demás hombres.
En definitiva, Jesús enseña a sus discípulos cómo tiene que ser su estilo de vida y describe tres dimensiones de la misma: la oración nos mantiene en relación con Dios; la limosna nos vincula con el prójimo, y el ayuno nos hace estar más unidos a nosotros mismos. La oración es imprescindible para el discípulo de Jesús; la limosna es expresión de sincera caridad, y el ayuno exterioriza la conversión a Dios. Amén.
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