domingo, 26 de octubre de 2014

CATEQUESIS DOMINICAL

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A.
AMARÁS AL SEÑOR Y AL PRÓJIMO.
 
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
  • 1ª Lectura: Éxodo 22, 21-26. Compromiso con los débiles. El Éxodo recuerda la verticalidad del amor a Dios, pero exige la horizontalidad amando lo que él ama, especialmente la obra predilecta de sus manos: los hombres. Dios, siempre compasivo, encenderá su ira si abusamos de los débiles, que son sus preferidos. Muchas veces nos comportamos débiles ante los fuertes y fuertes ante los débiles. En la lectura se mencionan normas referentes a la justicia social con relación al prójimo.
  • 2ª Lectura: 1 Tesalonicenses 1, 5c-10. Contagio del Evangelio. Pablo recuerda a los cristianos de Tesalónica los inicios de su evangelización, cuando entre dificultades acogieron la Palabra y abandonaron los ídolos y aceptaron al verdadero Dios. Pablo actuó con los tesalonicenses siempre movido por la caridad. Ellos siguieron el ejemplo del Señor y de Pablo. El Apóstol desea que sigan siendo modelos de fe y de amor para que la Palabra continúe siendo anunciada.
  • Evangelio: Mateo 22, 34-40. Síntesis del Evangelio. Jesús resuelve la polémica teórica que existía entre los judíos. Discutían cuál es el mandamiento principal de la Ley. El Maestro responde a los fariseos diciendo que el amor a Dios y al prójimo son tan semejantes entre si que se reducen a un solo precepto.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Como vemos en el evangelio que acabamos de escuchar, los fariseos se acercan con las "buenas intenciones" de tenderle una trampa a Jesús. La pregunta tiene pega porque era una cuestión muy debatida en la época de Jesús. La Ley de Moisés tenía 613 preceptos. Era urgente poner orden entre ellos, cosa que discutían los rabinos en reuniones interminables. Y aunque algunos opinaban que el sábado (el día de Yahvé de los judíos) era el más importante, en general estaban de acuerdo en reconocer como precepto fundamenta y primero el amor a Dios, hasta el punto que los recitaban dos veces al día. Ya en el precepto de amar al prójimo no estaban de acuerdo, sobre todo porque no quedaba claro  quién era el prójimo. Si sólo el israelita, si lo era también el que se convertía al judaísmo o los inmigrantes que estaban entre ellos.
Queridos hermanos, en una sociedad tan especializada como la nuestra hay expertos en todos los campos. Se multiplican las columnas en los periódicos y se generan corrientes de opinión, pero disminuyen quienes con autoridad digan lo que es importante en la vida. Cuando las normas fallan y las opiniones e ideologías son divergentes, se nos plantea preguntar por lo que es principal en la vida como les ocurrió a los judíos del tiempo de Jesús. Al menos ellos (los judíos) estaban acostumbrados a rezar la oración del Shemá ("Escucha Israel"). Desde niños aprendieron a recitar el mandamiento principal: "Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas".
Es probable que, ante la falta de claridad de lo que es importante en nuestra vida de creyentes, sigamos dirigiéndonos a Jesús para que nos saque de la duda. Y hoy nos quiere descubrir, en primer lugar, el espíritu de la ley y no tanta letra, y, en segundo lugar, Jesús nos dice hoy que Dios se sitúa en el ámbito del amor y le encontramos en la disposición a amar, es decir, en los testigos del amor. El amor de Dios lo experimentamos en el amor al los demás, y el amor a Dios lo verificamos en el amor al prójimo. No se comprende amar a Dios sin amar a los hermanos. Más bien el amor a Dios lo queda expresado en amor lo que él más ama. Estos dos mandamientos sostienen la ley y la enseñanza de los profetas. Amar a Dios y amar al prójimo son dos caras de la misma moneda. Si falta una de ellas, la moneda es falsa, no sirve.
Actualmente abundan los libros sobre autoestima. Ciertamente hay que quererse a uno mismo. Es necesario hacerlo, pero sin perder la perspectiva de que la realización de uno mismo pasa por la de los demás. La heteroestima (amar al otro) es el mejor antídoto contra la falta de autoestima. Amen.

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