domingo, 16 de enero de 2011

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo A


TRES PERSONAJES Y TRES COMPROMISOS

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Isaías 49, 3.5-6: La tradición primitiva aplica el poema de la presente lectura a Jesucristo, a quien Dios eligió, dio honor y fuerza para reunir al pueblo disperso, salvar e iluminar a todas las naciones. Existe una relación entre el poema de Isaías y el evangelio, entre el Siervo y el Cordero, que quita el pecado del mundo. La misión política, consiste en suscitar la unión de todos los hijos de Dios.
- 2ª Lectura: I Corintios 1, 1-3: Comenzamos hoy la lectura semi-continua de la primera carta a los Corintios. Pablo se presenta como el llamado a ser apóstol y saluda a la comunidad de Corintio, Iglesia de Dios. Nadie se hace apóstol por su propia fuerza, sino por la de Aquel que le llama para ser testigo de su amor y de la gracia. Los miembros de la comunidad son llamados a ser santos y a dar testimonio de la santidad de Dios en cualquier lugar y momento de la vida.
- Evangelio: Juan 1, 29-34: Juan, la voz del desierto, señala con el dedo al que es el Mesías, el Cordero que quita el pecado del mundo. La lectura contiene una rica cristología, pues el Bautista proclama la preexistencia de Cristo, su filiación divina y da testimonio del Espíritu que se posó sobre él y lo ungió para la misión.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: el hombre de hoy parece estar convencido que es el amo de su destino y de los demás. Proclama su autonomía y no se considera peregrino en el valle de lágrimas de este mundo. Aparece sedentario y cambia la tienda por la casa sólida. Conoce solamente la frontera de lo terrenal y temporal. Sustituye la espera salvífica por la espera humana y terrena. Su nueva misión y su nueva acción dan un nuevo sentido a su vida: la conquista gradual y global del mundo.
Demuestra una fidelidad en construir la ciudad terrena sin ninguna proyección de salvación. No se preocupa de la salvación, le interesa solamente las obras de sus manos y de su inteligencia. El hombre ha tenido prisa de proclamar su completa autonomía y de gritar su independencia de Dios.
El fiel cristiano no puede ni pensar ni obrar como tantas personas que prescinden de Dios (en teoría y en la práctica de su vivencia) y de la salvación. Todos hemos sido llamados a la salvación por el bautismo. Unos responden positivamente, otros no la aceptan y no faltan quienes no la conocen.
Juan el Bautista, reconoce a Jesús y lo señala con el dedo diciendo: “Este es Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Jesús continúa quitando el pecado del mundo, es decir, los males que provocamos a plena conciencia y que ofenden a Dios, dañan a nuestros hermanos y a la sociedad… Jesús continúa enderezando el destino de cada persona, sobre todo si ésta se deja guiar por Él. Jesús continúa concediendo la verdadera libertad que garantiza la felicidad. Jesús nos hace sentir peregrinos y nos confía la misión de señalar a Cristo en medio de nuestra sociedad. En el camino de la vida siempre hay un Juan Bautista, que indica dónde está Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y con él la salvación. Amén.
(Jesús Rafael Edu Echama Ayama, Párroco)

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