BIENAVENTURADOS VOSOTROS
Ideas principales de la lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Sofonías 2,3;3,12-13: La Biblia describe acontecimientos históricos que son interpretados como intervenciones divinas. Sofonías, que profetiza hacia 640 a.C., anuncia un nuevo camino. Lo recorrerán los que buscan la justicia y confían en el nombre del Señor.
- 2ª Lectura: I Corintios 1,26-31: Pablo en el domingo anterior se enfrentaba con la división interna de la comunidad de Corinto, hoy les dice que Dios escoge a los sencillos de corazón y a los humildes para encomendarles grandes tareas confundiendo así a los autosuficientes y orgullosos.
- Evangelio: Mateo 5,1-12a: El sermón de la montaña es la carta magna del cristianismo. Las bienaventuranzas son la puerta de entrada en el reino de Dios. Pasan por ella los pobres y humildes, los últimos y los que sufren, los puros de corazón y los misericordiosos. Son todos los que caminan y construyen un mundo fundamentado en la pobreza y misericordia, en la paz y felicidad.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: ¿Dónde buscamos la felicidad? Todos buscamos ansiosamente y deseamos lo que el otro tiene para ser más. Es la ambición humana. Las tres lecturas de hoy coinciden en una misma dirección: la humildad, la pobreza, la sencillez como actitudes fundamentales de los que quieren ser felices.
El discurso programático de Jesús es revolucionario. Sus bienaventuranzas resultan incomprensibles en el mundo en el que se valora los ricos, a los que tienen poder y se desprecia a los pobres y sencillos; a los de corazón lleno de mansedumbre, a los que tienen los ojos limpios…
¿Creemos sinceramente el discurso de Jesús? Buscamos la felicidad y nos sentimos infelices. Hay muchos, sin embargo, que son pobres económicamente y son felices y muchos ricos que no les falta nada también son felices porque su felicidad consiste en encarnar en sus corazones las bienaventuranzas.
La felicidad no está naturalmente en la misma pobreza, o en las lágrimas, o en la persecución, sino más dentro, en el espíritu, en la actitud de confianza y humildad y apertura ante Dios. Jesús es el mensajero y, a la vez, la persona que encarna el mensaje. Por eso sus palabras y sus promesas tienen sentido.
El cristiano evangelizador es parte del Evangelio, por esto sus palabras y obras deben ser limpias; su trabajo responsable; su corazón pobre y su espíritu sin egoísmo; sus ojos deben ser puros para ver la belleza esparcida por el universo y contemplar la belleza infinita de Dios; sus manos sin malicia ni manchadas por la injusticia ni con sangre humana. Quien vive las bienaventuranzas posee ya en su corazón el Reino de Dios y hace que los demás sean también dichosos. Amén.
Jesús Rafael Edu Echama Ayama. Párroco.
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