sábado, 24 de septiembre de 2011

CATEQUESIS DOMINICAL

XXVI DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO. Ciclo A.

NO EL QUE DICE… SINO EL QUE HACE

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Ezequiel 18,25-28: La propia responsabilidad. Ezequiel compara la conducta del justo y del malvado. El mensaje del profeta es esperanzador: invita a confiar en la bondad y el perdón de Dios. Cada uno es responsable de sus actos y no puede escudarse en el grupo al que pertenece. A veces se culpa a Dios de posturas que no cuadran en nuestros esquemas. Ante Dios cuenta el bien o el mal que se hace.
- 2ª Lectura: Filipenses 2,1-11: Las actitudes cristianas. Pablo exhorta a que tengamos entre nosotros los mismos sentimientos de Cristo, manteniéndonos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. Jesús, obediente al Padre, se hizo esclavo y aceptó la muerte por el amor a sus hermanos.
- Evangelio: Mateo 21,28-32: La obediencia del hijo. Es fácil decir “sí”, pero no es suficiente, es necesario cumplir la palabra dada. La hipocresía daña, y la responsabilidad engrandece. Jesús fue el primero en cumplir y, luego, enseñó hacer lo mismo. Fue el primero en decir “sí” al Padre y aceptó libre y responsablemente todas sus consecuencias. Quien cumple el “sí” se salva.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El tema de la Palabra de Dios de este domingo XXVI del Tiempo Ordinario es la necesidad de la conversión para agradar a Dios y Él nos responderá a todos nuestros interrogantes. Todos, sin excepción, “tenemos problemas sin solución y preguntas sin respuesta”. Algunos prefieren cerrarse y vivir como si no les pasara nada en su existencia, y otros, ante la impotencia, prefieren culpar a los demás y, en el peor de los casos, a Dios. De esto nos habla el profeta Ezequiel en la primera lectura, contestando a sus compatriotas que se quejan del mal comportamiento de Dios. Ezequiel sale en defensa de Dios: “no es Dios el injusto, sino vosotros al haberos apartado de Él”, les dice.
Efectivamente, esa gente que tiene problemas y busca respuesta a muchos interrogantes, lo que busca en el fondo es el sentido de la vida. Muchos vivimos sin sentido; y echamos la culpa a los demás y a Dios. Ahora es hora de que nos preguntemos, a modo de examen de conciencia, ¿cómo nuestras vidas van a tener sentido si el sentido de la vida se lo tiene que dar la cercanía a Dios y a los hombres y mujeres de Dios como punto de referencia y respuesta a todos los interrogantes que la vida plantea?
Lo que habrá que hacer en este caso es creer y convertirse a Dios, es decir, estar cerca de él. Hemos de escuchar esta palabra que Dios nos regala clave de conversión. Y la parábola de hoy va dirigida no a los fariseos, sino a cada uno de nosotros, y, en especial a los que tenemos el encargo de guiar humana y espiritualmente a los demás: obispos, sacerdotes, catequistas, padres y madres de familia.
Hoy esta parábola nos habla del compromiso, de la facilidad de palabra y de lo que cuesta atenerse a ella; de cómo hay unos que aceptan el reino incluso pareciéndolo rechazar y cómo otros que parece que lo aceptan, en el fondo pasan de largo. Esta parábola es una llamada a la fidelidad. No es simplemente una llamada a la claridad y a la coherencia, sino a la auténtica fidelidad. La fidelidad auténtica es la fidelidad del corazón. La boca a veces dice palabras que se las lleva el viento. Jesús nos llama al corazón. Él nos invita a entrar en el Reino y participar en el trabajo de la viña. No valen las medias tintas ni las falsas adhesiones. Ante Él no cabe aparentar una adhesión que no se traduce en la vida práctica. Por eso, muchos otros, los que aparentemente son despreciados a los ojos humanos preceden, llevan la delantera a los que falsamente parecen cumplir la voluntad de Dios. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario