IV DOMINGO DE PASCUA. Ciclo B.
CRISTO, PASTOR DE LA IGLESIA
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 4,8-12: Cristo, piedra angular, cura y salva. Pedro y Juan son interrogados por los jefes del pueblo de Dios por haber curado al paralítico. Pedro responde con un breve discurso a las autoridades y explica por qué han curado al lisiado. La misión y el camino de la Iglesia naciente arranca de la fe en Cristo Resucitado.
- 2ª Lectura: I San Juan 3,1-2: La deificación del creyente. La condición de hijos de Dios, aquí en la tierra es un pálido reflejo de lo que llegaremos a ser en el futuro. Dios nos ama hasta tal punto que nos ha hecho hijos suyos. No sólo nos llamamos hijos de Dios sino que realmente lo somos. Pero lo que somos se manifestará en su plenitud cuando lo veremos tal cual es.
- Evangelio: Juan 10,11-18: Cristo, el Buen Pastor. Jesús es el verdadero y único Pastor de la comunidad. Los rasgos mesiánicos del buen pastor son: conocer y amar a cada una de las ovejas, llevarlas por los mejores pastos, buscar a la descarriada y esperar a la perdida, curar a la herida y fortalecer a la enferma.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: El domingo pasado veíamos cómo lo importante para Jesús, en este tiempo de pascua, era convencer a sus discípulos de que él había resucitado. “Soy yo mismo, en persona y no un fantasma”. Los apóstoles acabaron convencidos de la resurrección de Jesús y se convirtieron en “testigos” de esa resurrección. En torno a este testimonio de los apóstoles nació la Iglesia.
Jesucristo, en vida, les había dado unas catequesis preciosas y sencillas sobre su persona, de tal manera que cuando tuvieran que predicar pudieran hacerlo con imágenes que el pueblo humilde entendiera. Una de estas imágenes es la del pastor que san Juan nos presenta hoy en Evangelio.
Este Evangelio nos invita hoy a cuestionar y a reflexionar sobre el “liderazgo” que ejercemos cada uno al frente del pequeño o gran grupo que el Señor le ha confiado: padres de familia, maestros, catequistas, animadores de grupos, políticos, sacerdotes…
¿Faltan líderes? Para responder a esta pregunta es preciso a sumarnos a nuestro mundo y nuestros grupos y observar los acontecimientos y las personas. Son un sin número. Cada uno anuncia su programa y promete una infinidad de realidades. Los escuchan muchas personas. Buscan los púlpitos más altos para hacerse oír. Sus palabras invaden la prensa, la televisión, la radio…
En cambio, Cristo es el guía, el maestro y el pastor. No excluye a nadie en su programa de salvación. No hace distinciones de personas y su prefiere a alguien es el que está fuera del redil. Su misión es callada; la realiza en el silencio y en el monte. Busca lo que está perdido, anima lo que ha decaído, restaura lo que está roto, cura y sana al que está malherido.
Es otro estilo de ser líder. Es el líder del Evangelio, o sea de Buena Noticia, es el Buen Pastor, es la piedra que desecharon y se ha convertido en piedra angular. Su palabra se oye como un eco que va resonando siglo tras siglo y la oímos nosotros con toda su claridad. Quien se considera su discípulo debe escucharle cada día. Su Palabra es cálida como el Pan caliente que está sobre el altar por la acción del Espíritu. Amén.
Hola a tod@s: Recibid un saludo cordial y cariñoso a cuantos a través de este blog de la Parroquia "Santiago el Mayor" de Arroyomolinos de León, accedeis a esta página. La Parroquia quiere avanzar y crecer en ser comunidad cristiana que anuncia, forma, celebra y testimonia la fe. Siéntete invitado y llamado a asumir y compartir la misión evangelizadora de la que somos corresponsables. En nombre del Consejo Parroquial, de nuevo, un cordial saludo.
domingo, 29 de abril de 2012
domingo, 22 de abril de 2012
Catequesis Dominical
III DOMINGO DE PASCUA. Ciclo B.
LA CONVERSIÓN, SIGNO PASCUAL
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 3,13-15. 17-19: Pedro predica a Jesucristo. La curación del lisiado en la puerta del templo ofrece a Pedro la oportunidad de hablar a los presentes. En su discurso hace una relectura del acontecimiento de la resurrección como la gran acción de Dios en Jesús. Les recrimina el rechazo a Cristo y les invita a la conversión y al perdón de los pecados.
- 2ª Lectura: I Juan 2,1-5a: No peca quien ama. Juan habla del pecado en la vida del creyente y de la necesidad de que la fe se traduzca en actitudes. Quien ama no peca y guarda los mandamientos. Los preceptos no se guardan por miedo al castigo, sino porque se ama a Dios y se experimenta su presencia entre nosotros.
- Evangelio: Lucas 24,35-48: El Resucitado se vuelve a aparecer. El Resucitado se aparece a los discípulos en un escenario lleno de realismo humano y, a la vez, trata de afirmar la identidad total entre el crucificado y el resucitado para evitar confundir la resurrección con su fantasma. Les hace comprender las Escrituras para que sean sus testigos y prediquen la conversión del corazón.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Las tres lecturas de hoy nos insisten en el mismo tema: la resurrección de Jesús nos exige comenzar en nuestras vidas una nueva historia y distinta que pase por el abandono de la antigua vida de pecado y el inicio de una vida nueva, cumpliendo los mandamientos y acogiendo la palabra que se nos predica y que es la única capaz de salvarnos.
Pero si nos fijamos atentamente en nuestra realidad, nos damos cuenta de que parece que la vida no tiene nada nuevo que contar. El peso de la rutina y de la costumbre hace mella en nosotros. Buscamos las relaciones sociales y pronto nos cansamos porque siempre oímos casi lo mismo; y cuando alguien nos ofrece otra lectura de los acontecimientos, sacude nuestra rutina y prestamos atención.
Esto es lo que sucede con la presencia del Cristo Resucitado en medio de sus discípulos: rompe su rutina y su inmovilidad, abre su inteligencia para comprender las Escrituras y los envía a predicar la conversión y el perdón de los pecados.
El Cristo Resucitado nos envía también a nosotros para romper la rutina de los corazones y anunciar al mundo entero el gozo de la vida en Cristo: Porque su vida y su historia nos ha afectado profundamente. Quienes participan en la Eucaristía deben salir de la rutina cotidiana y dar testimonio de Jesús con gran valor en un mundo que rechaza los signos religiosos ni se habla de conversión y del perdón de los pecados. Amén.
LA CONVERSIÓN, SIGNO PASCUAL
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles 3,13-15. 17-19: Pedro predica a Jesucristo. La curación del lisiado en la puerta del templo ofrece a Pedro la oportunidad de hablar a los presentes. En su discurso hace una relectura del acontecimiento de la resurrección como la gran acción de Dios en Jesús. Les recrimina el rechazo a Cristo y les invita a la conversión y al perdón de los pecados.
- 2ª Lectura: I Juan 2,1-5a: No peca quien ama. Juan habla del pecado en la vida del creyente y de la necesidad de que la fe se traduzca en actitudes. Quien ama no peca y guarda los mandamientos. Los preceptos no se guardan por miedo al castigo, sino porque se ama a Dios y se experimenta su presencia entre nosotros.
- Evangelio: Lucas 24,35-48: El Resucitado se vuelve a aparecer. El Resucitado se aparece a los discípulos en un escenario lleno de realismo humano y, a la vez, trata de afirmar la identidad total entre el crucificado y el resucitado para evitar confundir la resurrección con su fantasma. Les hace comprender las Escrituras para que sean sus testigos y prediquen la conversión del corazón.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Las tres lecturas de hoy nos insisten en el mismo tema: la resurrección de Jesús nos exige comenzar en nuestras vidas una nueva historia y distinta que pase por el abandono de la antigua vida de pecado y el inicio de una vida nueva, cumpliendo los mandamientos y acogiendo la palabra que se nos predica y que es la única capaz de salvarnos.
Pero si nos fijamos atentamente en nuestra realidad, nos damos cuenta de que parece que la vida no tiene nada nuevo que contar. El peso de la rutina y de la costumbre hace mella en nosotros. Buscamos las relaciones sociales y pronto nos cansamos porque siempre oímos casi lo mismo; y cuando alguien nos ofrece otra lectura de los acontecimientos, sacude nuestra rutina y prestamos atención.
Esto es lo que sucede con la presencia del Cristo Resucitado en medio de sus discípulos: rompe su rutina y su inmovilidad, abre su inteligencia para comprender las Escrituras y los envía a predicar la conversión y el perdón de los pecados.
El Cristo Resucitado nos envía también a nosotros para romper la rutina de los corazones y anunciar al mundo entero el gozo de la vida en Cristo: Porque su vida y su historia nos ha afectado profundamente. Quienes participan en la Eucaristía deben salir de la rutina cotidiana y dar testimonio de Jesús con gran valor en un mundo que rechaza los signos religiosos ni se habla de conversión y del perdón de los pecados. Amén.
sábado, 21 de abril de 2012
Campaña informativa sobre la Asignación Tributaria 2011
Cáritas propone marcar simultaneamente las casillas de fines sociales y de la Iglesia en la declaraciṕn del IRPF
Si tu declaración es "a devolver" no se restará ningún porcentaje de esa cantidad y si es "a pagar" no te supondrá ningún incremento.
“Un gesto multiplica la ayuda. A ti no te cuesta nada”. Esta es la invitación que, con motivo del inicio de la campaña anual de la Declaración de la Renta, Cáritas Española vuelve a lanzar a todos los contribuyentes para que marquen simultáneamente las dos casillas de la Asignación Tributaria: la dedicada a “Fines sociales” y la destinada a apoyar el sostenimiento de la “Iglesia católica”.
Al marcar las dos casillas conjuntamente, todas las acciones que desarrolla Cáritas para acompañar a las personas en situación más precaria pueden beneficiarse doblemente, tanto con los fondos económicos destinados a las ONG a través de la casilla de “Fines sociales” como con el apoyo que reciben de la Iglesia en cada Diócesis.
domingo, 8 de abril de 2012
CATEQUESIS DOMINICAL
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
TESTIGOS DEL SEPULCRO VACÍO
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
Primera lectura: Hc 10, 34.37-43. Nosotros somos testigos. En la primera lectura San Pedro nos relata hoy a nosotros el resumen de la vida de Jesús. El pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. Él murió, pero Dios lo resucitó.
Segunda lectura: Col 3, 1-4. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo. El Bautismo hace al cristiano participar de la vida gloriosa. San Pablo nos exhorta a mostrar con obras concretas una vida renovada y distinta.
Evangelio: Jn 20, 1-9. Cristo había de resucitar de entre los muertos. Aceptemos de verdad el anuncio de la Pascua, que da paso a ese rayo de luz que trae la buena noticia, y sobre todo pidamos a Jesús Resucitado que nos ayude a remover la losa que paraliza nuestra alma y nos libere del peso que aplasta nuestros corazones. ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: La resurrección significa que Jesús es el gran argumento, que el cristianismo ofrece a la humanidad, para mostrar que la vida es más fuerte que la muerte. El Resucitado nos dice, según la fe de los cristianos, que, más allá de todas las evidencias que se nos imponen, la muerte no tiene la última palabra en el destino de los humanos. No estamos destinados al fracaso y a la corrupción, sino a la vida y a la felicidad.
Entre nosotros solemos decir este refrán: “todo tiene arreglo, menos la muerte”. Y lo decimos como consuelo al que se encuentra en una situación muy difícil. Hoy decimos: “todo tiene arreglo hasta la muerte”. La resurrección de Jesús es un grito de ánimo a quienes luchamos por las grandes ideas, sin encontrar respuestas al momento. La igualdad entre los hombres, la solidaridad, la justicia, la paz, el perdón… Estas ideas grandes no se apagarán porque somos muchos los que creemos en la vida y estamos dispuestos a luchar por todas ellas. Cristo resucitado, vencedor de todas las muertes, es nuestra fuerza. Nunca faltarán hombres y mujeres de Dios en un rincón del mundo que harán posible la unidad de los hombres y el aliento de las grandes ideas. Todos dando un grito a la vida y a la esperanza.
Nadie tiene tantos motivos como nosotros los cristianos para dar ese grito. Lo nuestro es vivir, es la alegría. No dependemos del Viernes Santo, aunque tengamos que pasar por él, porque no hay resurrección si no ha habido previamente una muerte. El que la cruz sea señal del cristiano es porque la entendemos como el árbol de la vida que ha florecido en Cristo resucitado.
El sepulcro vacío es la señal de que la muerte no tiene la última palabra en la vida del creyente. El poder del Padre en el Espíritu que sacó a Jesús de la muerte, el mismo poder del Dios resucitado y resucitador puede poner en pie a todos los muertos vivientes que están aplastados por todo tipo de muerte: pobrezas, depresiones, hambres, egoísmos, injusticia social, paro, odios… todas las muertes que queráis ahora, aquí abajo, y la misma muerte física, seguiremos con la esperanza cierta de que si Cristo ha resucitado también lo que muramos con Cristo resucitaremos con Él.
De modo que hoy es la fiesta de los que caminan con los ojos iluminados por la fe. Es la fiesta de los que han tenido las manos encadenadas por el pecado y ahora las elevan al cielo, libres de ataduras y las extienden hacia la tierra como signo de liberación pascual. Es la fiesta de los que se han despojado de las obras del mal y se han revestido de la vida de Cristo resucitado. Es la fiesta de los hambrientos y sedientos que se han sentado en la Mesa con Cristo para compartir su Palabra y el Pan sacramental. Es la fiesta de los ciegos y, ahora contemplan el misterio de la fe; de los sordos y ahora escuchan la palabra de salvación. Es la fiesta de los sin camino porque han hallado la senda de la vida y de la verdad en Cristo. Es la fiesta de los pobres enriquecidos por Cristo Resucitado. Y, en fin, es la fiesta de Cristo y nuestra fiesta pascual. ¡Aleluya!
TESTIGOS DEL SEPULCRO VACÍO
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
Primera lectura: Hc 10, 34.37-43. Nosotros somos testigos. En la primera lectura San Pedro nos relata hoy a nosotros el resumen de la vida de Jesús. El pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él. Él murió, pero Dios lo resucitó.
Segunda lectura: Col 3, 1-4. Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo. El Bautismo hace al cristiano participar de la vida gloriosa. San Pablo nos exhorta a mostrar con obras concretas una vida renovada y distinta.
Evangelio: Jn 20, 1-9. Cristo había de resucitar de entre los muertos. Aceptemos de verdad el anuncio de la Pascua, que da paso a ese rayo de luz que trae la buena noticia, y sobre todo pidamos a Jesús Resucitado que nos ayude a remover la losa que paraliza nuestra alma y nos libere del peso que aplasta nuestros corazones. ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: La resurrección significa que Jesús es el gran argumento, que el cristianismo ofrece a la humanidad, para mostrar que la vida es más fuerte que la muerte. El Resucitado nos dice, según la fe de los cristianos, que, más allá de todas las evidencias que se nos imponen, la muerte no tiene la última palabra en el destino de los humanos. No estamos destinados al fracaso y a la corrupción, sino a la vida y a la felicidad.
Entre nosotros solemos decir este refrán: “todo tiene arreglo, menos la muerte”. Y lo decimos como consuelo al que se encuentra en una situación muy difícil. Hoy decimos: “todo tiene arreglo hasta la muerte”. La resurrección de Jesús es un grito de ánimo a quienes luchamos por las grandes ideas, sin encontrar respuestas al momento. La igualdad entre los hombres, la solidaridad, la justicia, la paz, el perdón… Estas ideas grandes no se apagarán porque somos muchos los que creemos en la vida y estamos dispuestos a luchar por todas ellas. Cristo resucitado, vencedor de todas las muertes, es nuestra fuerza. Nunca faltarán hombres y mujeres de Dios en un rincón del mundo que harán posible la unidad de los hombres y el aliento de las grandes ideas. Todos dando un grito a la vida y a la esperanza.
Nadie tiene tantos motivos como nosotros los cristianos para dar ese grito. Lo nuestro es vivir, es la alegría. No dependemos del Viernes Santo, aunque tengamos que pasar por él, porque no hay resurrección si no ha habido previamente una muerte. El que la cruz sea señal del cristiano es porque la entendemos como el árbol de la vida que ha florecido en Cristo resucitado.
El sepulcro vacío es la señal de que la muerte no tiene la última palabra en la vida del creyente. El poder del Padre en el Espíritu que sacó a Jesús de la muerte, el mismo poder del Dios resucitado y resucitador puede poner en pie a todos los muertos vivientes que están aplastados por todo tipo de muerte: pobrezas, depresiones, hambres, egoísmos, injusticia social, paro, odios… todas las muertes que queráis ahora, aquí abajo, y la misma muerte física, seguiremos con la esperanza cierta de que si Cristo ha resucitado también lo que muramos con Cristo resucitaremos con Él.
De modo que hoy es la fiesta de los que caminan con los ojos iluminados por la fe. Es la fiesta de los que han tenido las manos encadenadas por el pecado y ahora las elevan al cielo, libres de ataduras y las extienden hacia la tierra como signo de liberación pascual. Es la fiesta de los que se han despojado de las obras del mal y se han revestido de la vida de Cristo resucitado. Es la fiesta de los hambrientos y sedientos que se han sentado en la Mesa con Cristo para compartir su Palabra y el Pan sacramental. Es la fiesta de los ciegos y, ahora contemplan el misterio de la fe; de los sordos y ahora escuchan la palabra de salvación. Es la fiesta de los sin camino porque han hallado la senda de la vida y de la verdad en Cristo. Es la fiesta de los pobres enriquecidos por Cristo Resucitado. Y, en fin, es la fiesta de Cristo y nuestra fiesta pascual. ¡Aleluya!
sábado, 7 de abril de 2012
TRIDUO PASCUAL
SABADO SANTO
¡Cristo ha resucitado! Hoy es día de gozo y alegría....Jesucristo ha roto las cadenas de la muerte. No hay que temer. Es cierto, es verdad. ¡Señor Jesús has resucitado, no tenemos ya ningún miedo! Porque el Señor es nuestra luz y nuestra salvación, confiamos en El.
A pesar de los pesares, del dolor, del fracaso de las tentaciones, de la soledad y de la agonía de Getsemaní. A pesar de la crisis, del paro, de la droga y del sida, de la guerra, de las vallas y pateras... es posible una solución. ¡Regocijense los cielos y la tierra; verdaderamente resucitó Jesús, ha salido victorioso del sepulcro y éste ha "quedado vacío"! La muerte es la puerta de la vida. Es increíble....la muerte es la puerta de la vida. ¡Qué difícil es entender esto! Jesús, la vida es misterio, la muerte es misterio. No entiendemos muchas cosas, nos desbordan los acontecimientos, nos ahoga el no saber, el no poder, tu silencio muchas veces. Pero nosotros Señor, confismos en Ti, Tú eres nuestra salvación.
Hoy, Señor, nos haces capaces de entusiasmarnos. Sí, la tiniebla ya no es tiniebla delante de Ti, la noche tiene luz como el día. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¡HA RESUCITADO! Hoy empieza una nueva era, las lanzas se convierten en podaderas, de las armas nacen arados y los oprimidos son liberados.
Andemos en una vida nueva como nos recomienda la lectura apostólica, busquemos los bienes de arriba, ¡resucitemos con Cristo! Dios nos ha liberado para siempre. Es monento de proclamar nuestra fe en Dios Padre, nuestra fe en la vida, en el Dios de la vida. Y saber que vale la pena "desvivirse" por los demás. ¡Jesús, resucitado de entre los muertos, luz de luz, vida de la vida, primogénito de la nueva creación, proclamamos nuestra fe en Ti, Señor!
¡Cristo ha resucitado! Hoy es día de gozo y alegría....Jesucristo ha roto las cadenas de la muerte. No hay que temer. Es cierto, es verdad. ¡Señor Jesús has resucitado, no tenemos ya ningún miedo! Porque el Señor es nuestra luz y nuestra salvación, confiamos en El.
A pesar de los pesares, del dolor, del fracaso de las tentaciones, de la soledad y de la agonía de Getsemaní. A pesar de la crisis, del paro, de la droga y del sida, de la guerra, de las vallas y pateras... es posible una solución. ¡Regocijense los cielos y la tierra; verdaderamente resucitó Jesús, ha salido victorioso del sepulcro y éste ha "quedado vacío"! La muerte es la puerta de la vida. Es increíble....la muerte es la puerta de la vida. ¡Qué difícil es entender esto! Jesús, la vida es misterio, la muerte es misterio. No entiendemos muchas cosas, nos desbordan los acontecimientos, nos ahoga el no saber, el no poder, tu silencio muchas veces. Pero nosotros Señor, confismos en Ti, Tú eres nuestra salvación.
Hoy, Señor, nos haces capaces de entusiasmarnos. Sí, la tiniebla ya no es tiniebla delante de Ti, la noche tiene luz como el día. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¡HA RESUCITADO! Hoy empieza una nueva era, las lanzas se convierten en podaderas, de las armas nacen arados y los oprimidos son liberados.
Andemos en una vida nueva como nos recomienda la lectura apostólica, busquemos los bienes de arriba, ¡resucitemos con Cristo! Dios nos ha liberado para siempre. Es monento de proclamar nuestra fe en Dios Padre, nuestra fe en la vida, en el Dios de la vida. Y saber que vale la pena "desvivirse" por los demás. ¡Jesús, resucitado de entre los muertos, luz de luz, vida de la vida, primogénito de la nueva creación, proclamamos nuestra fe en Ti, Señor!
TRIDUO PASCUAL
VIERNES SANTO
El Viernes Santo es día de silencio, meditación y adoración de Cristo en la cruz. Y como el silencio debe estar lleno de reflexión, vamos a dar unas pautas que la faciliten.
El Sentido de la cruz tiene tres dimensiones:
Una, la cruz de Cristo. Él no vino a eliminar el dolor humano, sino a compartirlo, a participar de él, a tomar sobre él la cruz de cada ser humano, hacer de Simón de Cirene para que la cruz le fuera un poco menos pesada al hombre. Es la Cruz de amor.
Otra es la cruz de cada uno de nosotros, personal, familiar, social. Comparémosla hoy con la de Cristo y nos será más fácil llevarla. Hoy podemos comprender que, efectivamente, nuestra cruz es pasada pero la de Cristo fue más. Y al fin y al cabo a nosotros nuestra cruz nos puede purificar y la tenemos un poco merecida por nuestra forma de ser y comportarnos. Pero Cristo era inocente, como muchos inocentes que cargar con su cruz.
Finalmente, la cruz de los demás. Hoy es el día de abrir los ojos a la realidad que nos rodea y, al menos, lamentarnos interiormente de la vida tan feliz que llevamos (algunos) habiendo como hay tantas cruces en torno nuestro, en nuestra sociedad y en nuestro mundo, clamando a voces por cireneos dispuestos a echar una mano. Pensemos hoy en la cruz de los parados: más de seis millones de hombre y mujeres, dispuestos a trabajar para ganar su pan, están en la cruz del paro. Millones de enfermos de cáncer, sida, y otras enfermedades clavados en la cruz de un dolor insoportable. Millones de ancianos con la cruz de la soledad. Depresivos, masacrados por las guerras… cada uno con su cruz.
El Viernes Santo es día de silencio, meditación y adoración de Cristo en la cruz. Y como el silencio debe estar lleno de reflexión, vamos a dar unas pautas que la faciliten.
El Sentido de la cruz tiene tres dimensiones:
Una, la cruz de Cristo. Él no vino a eliminar el dolor humano, sino a compartirlo, a participar de él, a tomar sobre él la cruz de cada ser humano, hacer de Simón de Cirene para que la cruz le fuera un poco menos pesada al hombre. Es la Cruz de amor.
Otra es la cruz de cada uno de nosotros, personal, familiar, social. Comparémosla hoy con la de Cristo y nos será más fácil llevarla. Hoy podemos comprender que, efectivamente, nuestra cruz es pasada pero la de Cristo fue más. Y al fin y al cabo a nosotros nuestra cruz nos puede purificar y la tenemos un poco merecida por nuestra forma de ser y comportarnos. Pero Cristo era inocente, como muchos inocentes que cargar con su cruz.
Finalmente, la cruz de los demás. Hoy es el día de abrir los ojos a la realidad que nos rodea y, al menos, lamentarnos interiormente de la vida tan feliz que llevamos (algunos) habiendo como hay tantas cruces en torno nuestro, en nuestra sociedad y en nuestro mundo, clamando a voces por cireneos dispuestos a echar una mano. Pensemos hoy en la cruz de los parados: más de seis millones de hombre y mujeres, dispuestos a trabajar para ganar su pan, están en la cruz del paro. Millones de enfermos de cáncer, sida, y otras enfermedades clavados en la cruz de un dolor insoportable. Millones de ancianos con la cruz de la soledad. Depresivos, masacrados por las guerras… cada uno con su cruz.
jueves, 5 de abril de 2012
TRIDUO PASCUAL
JUEVES SANTO.
Jerusalén bullía con la proximidad de la gran Pascua hebrea. Gentes venidas de lejos, peregrinos de la Diáspora se preparaban para rememorar gozosos el paso del Señor por la tierra, para liberar a su pueblo. La sangre fresca de los corderos señalaba las puertas del barrio judío... Jesús celebra con los suyos, en la intimidad del anochecer, la cena pascual. Su ardiente deseo de que llegara aquella hora estaba cumplido, el amor por los discípulos llegaba a su zenit, hasta el extremo de una entrega incondicional y absoluta...
No importaba la cercanía del demonio, escondido en el corazón de Judas. Jesús se pone a lavarles los pies polvorientos de sus apóstoles, asombrados y desconcertados ante aquel gesto de supremo servicio y anonadamiento. Pedro se rebela, pero el Señor vence con facilidad su rebeldía. La lección magistral del adiós es clara y conmovedora. Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros habéis de amaros y servíos unos a otros...
Ultima noche del nuevo paso de Dios por la tierra, noche de intimidad, de confidencias hondas, de entrega definitiva, de oración intensa y doliente, de traiciones y olvidos, de sudor de sangre y de lágrimas, angustias de muerte, entrega generosa y decidida. Noche dolorida de amor supremo, noche de luces y de sombras, de palabras encendidas, de promesas maravillosas, únicas y divinas. Noche de la Nueva y Eterna Alianza, cuando el Amor se entrega hasta las últimas consecuencias. Noche de Eucaristía, Noche de Pascua. Noche luminosa. Jesucristo, Dios y hombre, el Señor abre los tesoros insondables de su Corazón divino y los entrega a manos llenas. Desde entonces su Presencia entrañable bienhechora se prolonga y renueva a lo largo del tiempo y del espacio.
Jerusalén bullía con la proximidad de la gran Pascua hebrea. Gentes venidas de lejos, peregrinos de la Diáspora se preparaban para rememorar gozosos el paso del Señor por la tierra, para liberar a su pueblo. La sangre fresca de los corderos señalaba las puertas del barrio judío... Jesús celebra con los suyos, en la intimidad del anochecer, la cena pascual. Su ardiente deseo de que llegara aquella hora estaba cumplido, el amor por los discípulos llegaba a su zenit, hasta el extremo de una entrega incondicional y absoluta...
No importaba la cercanía del demonio, escondido en el corazón de Judas. Jesús se pone a lavarles los pies polvorientos de sus apóstoles, asombrados y desconcertados ante aquel gesto de supremo servicio y anonadamiento. Pedro se rebela, pero el Señor vence con facilidad su rebeldía. La lección magistral del adiós es clara y conmovedora. Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros habéis de amaros y servíos unos a otros...
Ultima noche del nuevo paso de Dios por la tierra, noche de intimidad, de confidencias hondas, de entrega definitiva, de oración intensa y doliente, de traiciones y olvidos, de sudor de sangre y de lágrimas, angustias de muerte, entrega generosa y decidida. Noche dolorida de amor supremo, noche de luces y de sombras, de palabras encendidas, de promesas maravillosas, únicas y divinas. Noche de la Nueva y Eterna Alianza, cuando el Amor se entrega hasta las últimas consecuencias. Noche de Eucaristía, Noche de Pascua. Noche luminosa. Jesucristo, Dios y hombre, el Señor abre los tesoros insondables de su Corazón divino y los entrega a manos llenas. Desde entonces su Presencia entrañable bienhechora se prolonga y renueva a lo largo del tiempo y del espacio.
domingo, 1 de abril de 2012
CATEQUESIS DOMINICAL
DOMINGO DE RAMOS
LA SEMANA SANTA
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- El Domingo de Ramos es pórtico de la Semana Santa. La liturgia de la bendición y de la procesión de los ramos anticipa ya el triunfo de Cristo, el Rey pacífico y humilde que entra en la ciudad de Jerusalén aclamado mesiánicamente.
- El Siervo está siempre dispuesto a escuchar la palabra de Dios y a proclamarla a favor de los oprimidos a pesar de padecer él mismo la persecución (1 Lect.).
- Jesús, el Siervo, proclama su mensaje y es perseguido y muere en la cruz para liberar al hombre del pecado (Evangelio).
- En la segunda lectura se proclama el himno en el que Pablo habla de la humillación y de la glorificación de Jesús sobre todo nombre (2 Lect).
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: La liturgia de este domingo es tan rica que se nos pueden escapar detalles. Comienza con la bulla de la procesión de los ramos: Cristo llega como un rey, pero en un borrico, es decir la vida y triunfo pero desde la humildad personificada en el animal más paciente y sencillo. Apenas terminados los gritos y las aclamaciones, viene la lectura del tercer canto del siervo de Yahvéh: “Y yo no me resistí ni me eché atrás”. Es la clave para comprender la semana santa. Un rey, Jesús, pero entendido como siervo de Yahvéh, es decir, como alguien dispuesto a dar la vida por el otro. Y tenemos que seguir sus pasos, haciéndonos también siervos de Yahvéh sin resistirnos al mal.
San Pablo, en la carta a los Filipenses, nos describe magistralmente el itinerario de Cristo y, por tanto, el de todo cristiano que quiera serlo de verdad. Solamente mediante la kénosis, la humillación, se consigue la exaltación. Es una lectura preciosa. Hay que leerla despacio para comprender el camino que siguió Jesús hasta llegar a la exaltación del Kirios o Señor resucitado.
Y como telón de fondo, la pasión. Son días de meditar sin prisa la pasión de Cristo buscando cada uno el personaje con quien más nos identifiquemos: los judíos, los suyos, que lo acusaron, rechazaron y pidieron a gritos su muerte; los paganos, como el cinturión, que reconoció que “realmente este hombre es el hijo de Dios” porque como murió Cristo no había visto morir a nadie: perdonando y disculpando, en vez de blasfemando y maldiciendo que era la forma normal de morir un ajusticiado; o Judas, el traidor; o Pedro, el fanfarrón; o Pilato, el cobarde; o la jauría que gritaba; o las mujeres que se lamentaban; o María, su madre: ¿cómo viviría María la pasión de Jesús? ¡Cuánto dolor!, de ahí le viene el título mejor ganado: la Virgen de los Dolores.
Queridos hermanos y hermanas, que no vivamos la pasión como un relato de lo que le pasó a Cristo, sino como una proclamación de lo que le sigue pasando en cada ser humano concreto; no importa la edad, sino en cada ser humano que sufre. Cristo sigue sufriendo en cada hombre torturado por lo que sea, por el paro, el dolor, el hambre, la guerra, el silencio forzado, la incomprensión… Amén.
LA SEMANA SANTA
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- El Domingo de Ramos es pórtico de la Semana Santa. La liturgia de la bendición y de la procesión de los ramos anticipa ya el triunfo de Cristo, el Rey pacífico y humilde que entra en la ciudad de Jerusalén aclamado mesiánicamente.
- El Siervo está siempre dispuesto a escuchar la palabra de Dios y a proclamarla a favor de los oprimidos a pesar de padecer él mismo la persecución (1 Lect.).
- Jesús, el Siervo, proclama su mensaje y es perseguido y muere en la cruz para liberar al hombre del pecado (Evangelio).
- En la segunda lectura se proclama el himno en el que Pablo habla de la humillación y de la glorificación de Jesús sobre todo nombre (2 Lect).
Queridos hermanos y hermanas en Cristo: La liturgia de este domingo es tan rica que se nos pueden escapar detalles. Comienza con la bulla de la procesión de los ramos: Cristo llega como un rey, pero en un borrico, es decir la vida y triunfo pero desde la humildad personificada en el animal más paciente y sencillo. Apenas terminados los gritos y las aclamaciones, viene la lectura del tercer canto del siervo de Yahvéh: “Y yo no me resistí ni me eché atrás”. Es la clave para comprender la semana santa. Un rey, Jesús, pero entendido como siervo de Yahvéh, es decir, como alguien dispuesto a dar la vida por el otro. Y tenemos que seguir sus pasos, haciéndonos también siervos de Yahvéh sin resistirnos al mal.
San Pablo, en la carta a los Filipenses, nos describe magistralmente el itinerario de Cristo y, por tanto, el de todo cristiano que quiera serlo de verdad. Solamente mediante la kénosis, la humillación, se consigue la exaltación. Es una lectura preciosa. Hay que leerla despacio para comprender el camino que siguió Jesús hasta llegar a la exaltación del Kirios o Señor resucitado.
Y como telón de fondo, la pasión. Son días de meditar sin prisa la pasión de Cristo buscando cada uno el personaje con quien más nos identifiquemos: los judíos, los suyos, que lo acusaron, rechazaron y pidieron a gritos su muerte; los paganos, como el cinturión, que reconoció que “realmente este hombre es el hijo de Dios” porque como murió Cristo no había visto morir a nadie: perdonando y disculpando, en vez de blasfemando y maldiciendo que era la forma normal de morir un ajusticiado; o Judas, el traidor; o Pedro, el fanfarrón; o Pilato, el cobarde; o la jauría que gritaba; o las mujeres que se lamentaban; o María, su madre: ¿cómo viviría María la pasión de Jesús? ¡Cuánto dolor!, de ahí le viene el título mejor ganado: la Virgen de los Dolores.
Queridos hermanos y hermanas, que no vivamos la pasión como un relato de lo que le pasó a Cristo, sino como una proclamación de lo que le sigue pasando en cada ser humano concreto; no importa la edad, sino en cada ser humano que sufre. Cristo sigue sufriendo en cada hombre torturado por lo que sea, por el paro, el dolor, el hambre, la guerra, el silencio forzado, la incomprensión… Amén.
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