sábado, 1 de septiembre de 2012

CATEQUESIS DOMINICAL


XXII DOMINGO. TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B
LEYES Y TRADICIONES

Ideas principales de las lecturas de este domingo
1ª Lectura: Deuteronomio 4, 1-2. 6-8: Moisés transmite al pueblo la Ley de Dios. La ley contiene sabios preceptos para la vida. Los mandamientos del Señor son signo de su cercanía a su pueblo y son también signo de fidelidad de Israel a su Dios Yahvé.
2ª Lectura: Santiago 1, 17-18. 21b-22. 27: El apóstol Santiago exhorta a aceptar la palabra de Dios. La Palabra, plantada en el corazón del creyente, debe fructificar en la vida cristiana y florecer en caridad y en inocencia.
Evangelio: Marcos 7, 1-8ª. 14-15. 21-23: Jesús se enfrenta ante la tremenda paradoja: se abandona el mandamiento de Dios para aferrarse a las tradiciones humanas. Insiste en la pureza de corazón que ilumina con su luz los actos del hombre.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Al volver de vacaciones es un momento oportuno para reflexionar sobre nuestra identidad cristiana, sobre nuestras costumbres. Podemos tener la sensación de andar desorientados sobre lo que constituye lo esencial de nuestra fe cristiana. Debemos reflexionar sobre lo que debemos creer firmemente, sobre lo que debemos realizar como cristianos y sobre lo que debemos celebrar. La vuelta a las prácticas ancestrales trasnochadas y la emergencia de las nuevas formas religiosas hasta ahora desconocidas, introducen el desasosiego y el desconcierto. Algunos (cristianos) se dejan arrastrar y rompen con su pasado cristiano; otros se aferran a lo de siempre, a las normas bien definidas, quizá sin ser bien comprendidas. Los fariseos irritados por el comportamiento novedoso de los discípulos de Jesús experimentan que se tambalean sus esquemas. Ante esta situación muchos preguntan en silencio o a voz en cuello: ¿Cuál es la religión verdadera a los ojos de Dios? Y urge esta otra pregunta: ¿Qué podemos hacer para descubrir esa verdadera religión? Veamos cómo la han descubierto otros a lo largo de la Historia de la salvación.
Escuchar la palabra, da sabiduría. Por aquí podemos empezar. ¿Tenemos sabiduría, conocemos los sólidos fundamentos de nuestra fe cristiana? Yo creo que no. Aunque la fe no sea cosa intelectual, pero requiere la razón; con lo cual, la gente debería esforzarse en investigar sobre su fe, al menos los que saben leer. Desgraciadamente, mucha gente no lee. Salen de la escuela o de sus estudios y listo. Si es que algunos leen, quizá cogerían una revista de moda o un catálogo de coches de lujo y algo más… ¿Quién lee un libro al trimestre? ¿Quién aprovecha una ocasión para regalar un libro bueno a un amigo/a? ¿Quién coge una Biblia un rato todos los días? ¿Quién asiste (con ganas de aprender) a una reunión formativa de su parroquia? Sin embargo, todos buscan la verdad y quieren salvarse. Lo curioso es que buscan esa verdad y salvación en medio de la confusión. Desgraciadamente no podemos decir como la primera lectura: “cierto que este pueblo es un pueblo sabio e inteligente”.
La religión, según Santiago. La religión pura e intachable a los ojos de Dios pasa por el prójimo más marginado y por mantenerse fiel a Dios. ¿Y las devociones, los cultos, los rezos, los ritos, los santos, imágenes, las procesiones? Son medios que usamos al servicio de un solo fin: Dios y prójimo. Tus rezos, tus procesiones, tus devociones, todo eso que haces ¿te acerca a ese fin? Tú lo verás. Aquí no podemos decir aquello de “sálvese quien pueda” sino “sálvese quien quiera”. Sólo el culto que lleva al hermano agrada a Dios. Nuestra religión es encarnación y trinitaria, comunidad de vida.
La opinión de Jesús sobre el tema. Jesús era profundamente religioso. Siempre unido al Padre y “pasó haciendo el bien”, según confiesa Pedro. Y, sin embargo, pone hoy de hipócritas a los fariseos, que eran “excesivamente” religiosos y cumplían la ley hasta pasarse, pero no pasaron haciendo el bien, sino presumiendo de buenos. Les importaba más la ley que el hermano. Con qué pena cita hoy Jesús a Isaías: “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su culto está vacío”. Nunca juzgamos a las personas: ese juicio es de Dios. Pero sí proclamamos una palabra de denuncia: una parroquia que no sea caritativa y misionera, no vale; una asociación religiosa que no destine buena parte de su presupuesto a obras de caridad, se mueve en la mentira; una casa cerrada al vecino y al pobre que pasa, aunque esté llena de santos alumbrados por la noche, no es una casa cristiana; una persona de mucha risa y mucho ir a la iglesia, pero que fastidia brutal o finamente a los demás, no vale. En definitiva, Jesús, en el evangelio de este domingo, expone el programa de una ecología del corazón y de las actitudes. La tarea consiste en resanar el corazón humano y amar la ecología interior que es siempre bella, buena y comunicativa. La fe es vida y se debe convertir en vida, no importa ni el lugar ni el momento. Amén.

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