domingo, 28 de octubre de 2012

CATEQUESIS DOMINICAL

XXX DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO. Ciclo B.
ESCLAVITUD Y LIBERTAD, OSCURIDAD Y LUZ

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
-          1ª Lectura: Jeremías 31,7-9: Esclavitud y libertad. El profeta Jeremías evoca con emoción el regreso de los exiliados a la patria, porque Dios es bueno para con su pueblo. Canta gozoso la liberación antes de que suceda para que el pueblo viva en esperanza.
-          2ª Lectura: Hebreos 5,1-6: El único sumo Sacerdote. La carta a los Hebreos señala las condiciones para ser sacerdote y las aplica a Cristo, único sacerdote de la nueva alianza, que ha ofrecido el único sacrificio.
-          Evangelio: Marcos, 10,46-52: Oscuridad y luz. La curación del ciego de Jericó es un acto de compasión de Jesús y un signo de su mesianidad. Sólo la fe hace ver con claridad y da fuerza para seguirle por el camino que lleva a la salvación.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Para los que no saben aún, el Papa Benedicto XVI ha proclamado este año litúrgico como el Año de la Fe. Esa decisión del Papa responde a unas detenidas observaciones de la situación religiosa de nuestro mundo actual, donde muchos bautizados: hombres, mujeres y jóvenes o han perdido la fe en Dios o ésta se ha relajado en ellos sobremanera por varios motivos, a veces comprensibles y respetables.
El Papa expresa esta inquietud en su Carta Apostólica que dirige a todos los creyentes en el Dios de Jesucristo,  Porta Fidei (Puerta de la Fe). Y lo dice en estos términos: “Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en el Eucaristía, que es la ‘cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza’. Al mismo tiempo, esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio, sobre todo este Año” (Cf. P.F., núm. 9a).
“El testimonio de vida de los creyentes” al que alude el Papa, lo tenemos en el Evangelio de hoy en la figura del ciego de Jericó, Bartimeo, quien, a pesar de la mala pasada que le jugaba la vida, por pertenecer al grupo de los marginados sociales de su tiempo, como los hay en el nuestro, tendió la mano a Jesús, en lugar de alejarse de él. Así Bartimeo es para nosotros los creyentes un modelo de hombre de fe; del hombre que se sabe necesitado, limitado, humillado y marginado, pero no se desespera, no se rebela ni rechaza a Dios a causa de su miseria; ni mucho menos se resigna a buscar la solución a su problema; por eso aprovecha la presencia del que puede remediar su situación: Jesús de Nazaret.
Jesús no sólo devolvió la vista al ciego Bartimeo, sino que lo reintegró en la sociedad, y con ello, le devolvió la dignidad que le había sido arrebata por unos hombres y mujeres que no tomaban en serio las desgracias humanas, ni sentían lástima de ellas; por eso le mandan callar al ciego cuando suplica la compasión de Jesús. Esta pasaba porque las personas del tiempo de Jesús tenían la convicción de que ciertas enfermedades y los defectos físicos y psíquicos eran ‘castigo divino’, que cada cual había que responder ante su indignidad ética o su precaria situación económica, de ahí que pusieran etiquetas de ‘pecadores’ y ‘pobres’ a la gente que sufría todo esto en sus propias carnes.
Queridos hermanos y hermanas, Jesús rompe con todo esto y nos invita también hoy a nosotros a ser sensible ante cualquier situación de sufrimiento humano. Para Jesús, lo decisivo es la integridad de la vida y la felicidad de las personas. Pero nos dice también que si nos fiamos de Él y de su Padre, podemos conquistar para nosotros y para otros esa integridad y esa felicidad que anhela el ser humano. Amén.

lunes, 22 de octubre de 2012

LUGAR DE ORACION


CATEQUESIS DOMINICAL

XXIX DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO. Ciclo B.
ENVIADOS PARA SERVIIR

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
-          1ª Lectura: Isaías 53,10-11: Servir para justificar a muchos. La lectura proclama la parte final del cántico del Siervo de Dios. El profeta Isaías presenta al Siervo que entrega su vida en expiación; sus sufrimientos serán eficaces para la justificación de muchos.
-          2ª Lectura: Hebreos 4,14-16: La intercesión de Cristo. La carta a los Hebreos nos exhorta, en breves palabras, a mantener la fe en el Sumo Sacerdote, Cristo, que ha sido probado en todo como nosotros, menos en el pecado, y ahora intercede por nosotros ante el Padre.
-          Evangelio: Marcos 10,35-45: Estar al servicio de todos. El “Siervo”, presentado por Isaías, era un anuncio de Cristo. Jesús enseña a los suyos a ser servidores de todos y no hambrear los puestos de preferencia o de poder.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: En las tres lecturas que nos ofrece la liturgia de la palabra de este domingo XXIX del Tiempo Ordinario, aparecen tres títulos relacionados a Jesús. En la primera lectura aparece el título del SIERVO DE YAVÉH, que “salvará a muchos, cargando con los pecados de todos”. En la segunda lectura, aparece el título del SUMO SACERDOTE, que “ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado, pero capaz de sentir pena de nuestras debilidades”. Y el evangelio nos presenta el título del HIJO DEL HOMBRE, “que no ha venido para le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”.
Mis queridos hermanos y hermanas, estos títulos con los que la Palabra de Dios presenta hoy a Cristo, nos hablan de una vida entregada, de forma gratuita, por los demás. La vida de Jesús fue una ofrenda, una donación para los demás; vivió para los demás y no tanto para sí mismo. Trató de acercar a los hombres al Padre celestial. Por eso le podemos llamar Sumo Sacerdote porque se constituye en puente entre Dios y los hombres. Así también se hace solidario con el hombre para romper la soledad y el aislamiento de siempre. Además, sin dejar de ser Dios, se hizo hombre, con lo que nos conoce y es capaz de compadecerse de nuestras debilidades. Compartió todo lo nuestro, también nuestros sufrimientos. Tuvo frío en Belén, conoció el exilio en Egipto, el trabajo en Nazaret, el sufrimiento en la cruz. Y cuando se marchó no quiso que su obra la continuaran los ángeles del cielo, sino los hombres.
Estos hombres somos nosotros, todos los bautizados, los confirmados en la fe, los casados, los religiosos/as, sacerdotes. En fin, todos los cristianos estamos hoy invitados por el Señor a ser los continuadores de lo que él empezó con los hombres y mujeres de su tiempo. Ahora nos toca a nosotros hacer lo mismo con los de nuestra época, y no importa el lugar. Lo apremiante es ser transmisores y sembradores de fe, esperanza y amor. Algunos lo han entendido al pie de la letra yendo a otras tierras, lejos de sus lujares de nacimiento, a predicar la Buena Noticia, dando, así, su vida por sus hermanos los hombres, que aún no conocen a Cristo o se han alejado de él. Unos son los misioneros a los que recordamos y por los que rezamos en la celebración de hoy. Son los MISIONEROS DE LA FE, como reza el lema del DOMUND de este año. Otros somos nosotros, agentes de la pastoral, en nuestras parroquias y comunidades religiosas, que necesitamos nuevo ardor y nuevo impulso para llevar a cabo la Nueva Evangelización, tema que tratan ahora en el sínodo de los obispos en Roma.
Hermanas y hermanos, no olvidemos que el Papa Benedicto XVI ha proclamado este año como el Año de la Fe. Esa fe, dice él, es la clave de nuestra felicidad. De tal modo que la crisis de la fe, continúa él, es la fuente de todas las crisis que afectan al ser humano en nuestras sociedades actuales. La crisis o falta de fe en Dios es la que provoca este peligro que el Señor Jesús advierte a sus discípulos y a nosotros en el Evangelio de hoy: el afán de protagonismo, de aparentar, dominar y someter a los hermanos a toda costa. Y dirá: “Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso. El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. Jesús, con estas palabras, deja claro que mide al hombre no por su capacidad de conseguir que los demás le sirvan, sino en su disposición de servir a los demás. No es el poder lo que salva a los demás, sino el amor que se entrega por ellos; no es la gloria lo que ayuda a los demás, sino el servicio desinteresado. Servir une, agrupa e incluye; competir desune, divide y excluye. El cristiano debe entrar en la lógica de Jesús y no la del mundo; debe beber el cáliz y compartirlo con los demás. Que la Nuestra Señora de Fátima nos acompañe e interceda por nosotros en nuestro peregrinar en este sitio.

domingo, 14 de octubre de 2012

CATEQUESIS DOMINICAL

XXIII DOMINGO. TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B
SER RICOS PARA DIOS

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
·         1ª Lectura: Sabiduría 7,7-11: El sabio busca la Sabiduría por encima del poder y de la riqueza, de la salud y de la belleza. Es un don divino que Dios concede al que se lo pide.
·         2ª Lectura: Hebreos 4,12-13: La palabra de Dios es una fuerza viva, una luz que penetra como espada hasta lo más profundo del alma. La palabra de Dios es la Sabiduría que nos guía en las noches oscuras y nos da la mano en el camino.
·         Evangelio: Marcos 10,17-30: Jesús exige al joven rico que deje todo y le siga; no quiere solamente “justos”, sino seguidores que abandonen todo y se comprometan por el Reino.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: las lecturas que nos propone la liturgia de la palabra de este XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario nos presentan varios temas para nuestra catequesis dominical: la Palabra de Dios, la Sabiduría, los Mandamientos o el apego a las riqueza. Son temas interesantes que dan mucho que hablar en la actualidad. La reflexión que hagamos de ellos, nos llevaría a replantear muchas cosas en nuestra vida, ya no sólo como cristianos, sino también como humanos. De alguna manera, necesitamos la sabiduría para conocer quiénes somos, dónde estamos, qué es lo más importante para nosotros; necesitamos unas normas que enderecen nuestras acciones dentro de nuestra sociedad; necesitamos desprendernos de aquello que no nos lleva a la felicidad verdadera.
Para ello, el Señor nos habla hoy, en primer lugar, de la Sabiduría en la primera lectura. Nos dice concretamente que el sabio busca la Sabiduría por encima del poder y de la riqueza, de la salud y de la belleza. Es un don divino que Dios concede al que se lo pide. Pero es verdad que la sabiduría es bien poco valorada hoy en día en muchas sociedades del mundo. Lo que se aprecia más es el “tener”, “poseer”, “aparentar”, “el ser rico”. Esto no afecta a otros, también nos afecta a nosotros los cristianos domingueros.
La segunda lectura de la carta a los Hebreos empalma perfectamente con la primera. Esta Sabiduría que advertimos que hace mucha falta hoy a muchos hombres, mujeres y jóvenes, sólo la da Dios en su Palabra. Jesús es esa Palabra, es la Palabra del Padre, sabiduría para quien desea recibirlo. Esa palabra de Dios, que es Jesús, es una fuerza viva, una luz que penetra como espada hasta lo más profundo del alma. Nos guía en las noches oscuras y nos da la mano en el camino de la vida. Esa Palabra también juzga nuestros deseos e intenciones del corazón, dice la lectura; por esto es rechazada, porque pone al descubierto lo que somos y lo que llevamos dentro. Y eso no nos gusta. Preferimos estar arropados por nuestras mentiras que quedarnos desnudos ante ella.
¿Es lo que le pasó al joven rico del Evangelio de hoy? ¿Qué esperaba que le dijera Jesús ante su pregunta de “qué tengo que hacer para ganar la vida eterna”? ¿Quería que Jesús le mintiera? Pues, no. Jesús siempre nos dirá la verdad para nuestro bien. Nos mira con cariño, busca nuestra salvación y no la perdición; por eso nos habla muy claro. Por ello, exige al joven rico que deje todo y le siga; no quiere solamente “justos”, sino seguidores que abandonen todo y se comprometan por el Reino. Este muchacho del Evangelio puede ser reflejo de muchos de nosotros. Todos queremos la salvación, lo mejor, la perfección, pero no con los criterios que nos propone el Señor. Y si es así, ya empezamos fallando. Pero hoy nos propone Jesús otra alternativa para pertenecer al Reino de Dios: ya no basta ser bueno, sino distinto o diferente. Exige un cambio en nosotros. Y para que este cambio se haga realidad en nosotros, no invita ir al origen de nuestros problemas, de nuestras miserias: la crisis de fe. La crisis de fe, como dice el Papa Benedicto XVI, es la fuente de todas las crisis que sufrimos en la actualidad. Es una lástima que veamos sólo la punta del iceberg: la crisis financiera, sin ir a la profundidad de ella. Esto pasa porque creemos que el dinero lo es todo. Y el verdadero mensaje que Jesús le da al joven rico y a nosotros hoy es: EL DINERO NO ES UN VALOR ABSOLUTO, SINO UN MEDIO PARA LA REALIZACIÓN DEL SER HUMANO. Nos lo dice a todos: a los que especulan con el dinero y a los que sufren de verdad las consecuencias de la avaricia que fomentan los responsables de la economía mundial. Amén.

viernes, 12 de octubre de 2012

CATEQUESIS DOMINICAL

SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR.

Distinguidas autoridades civiles y militares. Amadísimas hermanas y hermanos en Cristo: La acción de gracias, que culmina en la eucaristía, es la actitud más característica y propia del cristiano: todo es don gratuito de Dios, todo es gracia. Sepamos reconocerlo en cualquier momento de nuestra vida.
Desde este rincón de España, de la Sierra de Huelva, nos hemos reunido para agradecer al Señor por este don que nos da, de poder celebrar, un año más, nuestra Fiesta Nacional. Y la celebramos, como todos los años, dentro del contexto de la Solemnidad de Nuestra Señora del Pilar.
Permitidme, hermanos, comenzar esta reflexión comparando la nación con una madre. La nación, más allá de ser un espacio geográfico o la suma de espacios geográficos, trae a la memoria el origen común que nos identifica, vayamos por donde vayamos; estemos donde estemos; pase lo que pase.
Hay momentos decisivos en la historia de los pueblos, en que sus habitantes dejan atrás sus diferencias para apoyarse mutuamente, para defender una causa común, y esta cooperación les hace sentirse uno. ¿Quién no se acuerda del grito de yo soy español, español, español” con que la juventud de este país festejó la victoria de España en el mundial de Sudáfrica en 2010? Todos los jóvenes de todas las comunidades autonómicas del territorio español salieron a la calle y cantaban todos ellos este mismo estribillo. Y lo vimos por las pantallas de la TV. Todos se extasiaban al ver cómo sus ídolos de los mejores equipos del país ganaban el máximo título del futbol mundial. Todos eran uno en la alegría como ese mismo equipo que conquistaba la copa del mundo. Todos eran españoles porque España había ganado. España era aquella mágica noche una gran madre que aglutinaba a todos sus hijos. Era el fundamento de esa unidad.
Partiendo de este gran signo de los tiempos que todos vivimos aquella histórica noche, vamos a vivir la celebración de esta Fiesta Nacional como en familia; como hermanos de una única familia. Lo ideal en una familia es la cooperación de sus miembros; el mutuo apoyo en los momentos malos y buenos. En la familia, todos podemos hacer un poco de todo; pero algunos miembros prestan determinados servicios con más habilidad, y esto es un don de Dios. Por eso hoy agradecemos al Señor por la gran labor que realizan los Guardias Civiles en todo el territorio nacional. Y aquí, de manera especial, vamos a pedir al Señor, por intercesión de Nuestra Señora del Pilar, por los guardias de nuestro pueblo, para que les asista en todos los momentos.
Hermanos y hermanas, Jesús, en el evangelio, nos hace también una invitación a ver a todo ser humano como parte de nuestra vida, como si fuera nuestra familia. Hemos visto que él no da mucha preferencia a su propia familia. Cuando, en una ocasión, le informan de que su madre y sus hermanos están buscándolo, responde: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y mirando entonces a los que estaban sentados a su alrededor, añadió: ‘estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’” (Mc 3,33-35).
Jesús pronuncia estas palabras en un contexto donde los judíos se valoraban más por su origen común. Aquellos que no compartían ese origen, no tenían cabida en su grupo, en su familia. Éste era el caso de los samaritanos y cananeos. Así aprovecha Jesús esta ocasión para fundamentar de nuevo la hermandad y la dignidad de los hombres. Ya no somos hermanos sólo por pertenecer a un origen común determinado; no sólo debemos tratar mejor a los demás sólo porque son de los nuestros.
Ahora Jesús funda la hermanad y la dignidad de las personas desde la escucha de la palabra de Dios. Por eso en el evangelio de hoy, llama dichosos a los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen (Lc 11,28). Les llama dichosos porque hacen lo correcto; porque hacen este mundo más humano; porque aquellos que, de verdad, defienden la causa del ser humano y buscan el bien de los demás. Los que así obran sí pertenecen a la familia de Jesús. De ahí que nos muestre a su madre como ejemplo de aquellos que lo han hecho. Ella es dichosa no por ser su madre biológica, sino por haber escuchado y cumplido la Palabra de Dios.
        Con esto, Jesús rompía nuestra estrecha visión y valoración de las personas, a las que tratamos, en ocasiones, movidos por nuestros intereses o por nuestras manías. Hoy el Señor nos invita a ensanchar nuestra mirada y nuestra mente en el trato con nuestros hermanos, los hombres, porque todos formamos parte de la gran familia de los hijos de Dios por el bautismo recibido. Amén.
(Homilia de nuestro parroco Rvdo. D. Jesús Rafael Edu Eyama Achama en la celebración de la Solemnidad de N. S. del Pilar, Patrona de la Guardia Civil, en la Parroquia de Santa María Magdalena. Cala. Huelva)

miércoles, 10 de octubre de 2012

ACTIVIDADES DIOCESANAS

INICIO DEL NUEVO CURSO PASTORAL
La Fe, la Nueva Evangelización y la Caridad, prioridades pastorales de este curso.

Nuestro obispo, Mons. José Vilaplana Blasco, ha ofrecido esta mañana una rueda de prensa en el Obispado de Huelva, en la que ha esbozado los principales acontecimientos y directrices que marcarán el presente Curso Pastoral 2012-2013, tercer año del Plan Diocesano de Evangelización, bajo el lema “Unidos caminamos en la Fe”. La fe, la nueva evangelización y el testimonio de la caridad serán las tres prioridades pastorales para este curso en la Diócesis de Huelva.
Desde estas premisas se desarrollarán los objetivos generales del curso: por una parte, acrecentar el sentido de ‘diocesaneidad’ en las parroquias -cuya revitalización constituye el principal fin del PDE-, es decir, “una parroquia no es una isla, sino que forma parte de la Diócesis, por lo que se fomentará este año la unidad de las parroquias y su sentido de pertenencia a esta diócesis”, ha subrayado nuestro Obispo; por otra parte, se ha conectado la programación de nuestra diócesis con los principales acontecimientos que va a vivir la Iglesia este año, como el Sínodo de los Obispos para la Nueva Evangelización, el Año de la Fe (que se abre mañana, 11 de octubre), el L Aniversario del Concilio Vaticano II, el XX Aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica o la proclamación de San Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia.
En lo que se refiere a reavivar la fe, destacan las siguientes acciones: la profundización en la carta de Benedicto XVI ‘Porta Fidei’; durante la Cuaresma, se hará entrega del Credo en las parroquias, para que los fieles lo conozcan mejor y puedan profundizar en él; la celebración de un acto diocesano de proclamación pública de la fe (25 de mayo 2013); el encuentro en Roma del Papa con representantes de la piedad popular (5 de mayo de 2013); o la exposición “Porta Fidei”, que albergará el Monasterio de Santa Clara de Moguer (del 16 de febrero al 25 de junio de 2013).
En el caso de la actualización y promoción de la nueva evangelización, el próximo sábado, 13 de octubre, se desarrollará un Encuentro de Nuevos Evangelizadores para jóvenes, que, además, protagonizarán otro encuentro en El Rocío, coincidente con la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro (del 26 al 28 de julio de 2013). También se ha previsto una visita de las reliquias de San Juan de Ávila, para que acompañe a los sacerdotes y a los nuevos evangelizadores de nuestra diócesis (20 de febrero de 2013); y un encuentro de profesionales de la salud (6 de abril de 2013).
Para intensificar el testimonio de la caridad, Mons. José Vilaplana, se ha referido a la importancia de que “la fe sea creíble porque los cristianos sepamos vivirla y ofrecer servicios desde la fe en la caridad”, todo ello, en un contexto de situación de crisis, que “demanda que el esfuerzo que se viene haciendo no decaiga, sino que se intensifique, por lo que agradezco el trabajo de las personas que están en las Cáritas parroquiales y de los sacerdotes que están tan cerca de los pobres”.
No obstante, ha incidido en que “se necesita hacer más”, por lo que, aparte de “denunciar el egoísmo que puede aprovecharse de las personas en esta crisis y de hacer un llamamiento más fuerte, los sacerdotes hemos acordado prescindir de la paga de Navidad para destinarla a las familias más necesitadas, que lo están pasado peor, invitando también a las personas que quieran sumarse a esta iniciativa a que lo hagan”.
Mons. José Vilaplana ha manifestado también la continuidad del proyecto de la Casa Hogar Oasis (antigua casa de las Adoratrices), para apoyar la vida con el cuidado de mujeres embarazas y de sus bebés en los primeros años de vida; y del Gesto Diocesano para la rehabilitación de la Casa Santa María (ya en su tercera fase), que agrupará diferentes acciones caritativas, junto a otras que desempeña Cáritas.


CATEQUESIS DOMINICAL

XXVII DOMINGO. TIEMPO ORDINARIO. Ciclo B
“LO QUE DIOS HA UNIDO QUE NO LO SEPARE EL HOMBRE”

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
-          1ª Lectura: Génesis 2, 18-24: La lectura relata el origen del hombre y de la mujer como el colofón de la creación del mundo y subraya la igualdad y dignidad de ambos. Los dos serán una sola carne.
-          2ª Lectura: Hebreos 2, 9-11: La carta a los Hebreos recuerda la realidad de la humanidad salvada por Cristo. La gloria de Cristo es nuestra propia gloria. Su sacrificio nos ha santificado y nos ha hecho hermanos.
-          Evangelio: Marcos 10, 2-16: Jesús en el Evangelio habla del matrimonio como una alianza indisoluble. La unión del hombre y la mujer es una realidad y un principio fundamental. Lo que Dios ha unido y no lo separe el hombre.

Queridos hermanos y en Cristo: El tema de la catequesis de este  Vigésimo Séptimo Domingo es el MATRIMONIO Y EL DIVORCIO: Dos realidades inseparables en la vida de los humanos; dos realidades muy controvertidas en los últimos momentos de nuestra historia de la humanidad. Si nos dejamos llevar por el pesimismo, tendríamos muy pocas ganas de predicar hoy sobre el matrimonio ya que no hay día que no se lea en la prensa o se oiga por la radio o televisión que una pareja se han divorciado, se han pegado, ha habido infidelidad o ha habido un desenlace fatal… Así puede parecer que el matrimonio es quita y pon. Aunque lamentablemente suceden estas cosas, los cristianos deberíamos pensar en positivo sobre el matrimonio, muy a pesar de todas las dificultades que pueda presentar a los casados. Para ello, deberíamos hacer constantemente una lectura actualizada de la Historia de la Salvación.
Al principio creó Dios el cielo y la tierra. Y después de que hubiera creado las demás cosas, vio Dios todo cuanto había hecho y todo estaba muy bien. Pero más tarde Dios hace un repaso a su obra y descubre una laguna muy grande en la creación: la soledad del hombre. Y eso le preocupa, porque nuestro Dios es Dios comunidad, comunicación, sociable, solidario y dialogante (Trinidad); por eso decide Dios darle al hombre a una compañera sacada de la misma carne del hombre. De ahí que los dos sean iguales en dignidad; de ahí que entre ambos no quepan ni ideologías machistas ni feministas, no debe haber lugar para los malos-tratos ni físicos ni psicológicos. No tiene sentido el divorcio. Todo esto no estaba en el proyecto original de Dios. Por la dureza del corazón del hombre y la mujer asistimos a estas situaciones negativas. La dureza del corazón puede ser la construcción de un mundo, de la propia vida o de la vida de pareja al margen de los planes  de Dios o puede ser los errores habituales que cometemos los humanos.
Esta Palabra de Dios debe hacer reflexionar a las parejas rotas por cualquier problema sobre su situación; y al mismo tiempo poner hoy en guardia a las demás parejas que se aguantan… Hoy el Señor Jesús y su Padre y Nuestro Padre hacen una invitación a todas las parejas, y les dicen que “el matrimonio hay que cultivarlo: fidelidad, cariño, comprensión y sacrificio hacen el amor inagotable. Y sobre todo, diálogo respetuoso entre los esposos. Lo que se opone al diálogo son los gritos o el silencio. Teniendo el talante y la actitud del niño ante la vida, admirando continuamente al otro, es como el matrimonio realizará el viejo ideal de Dios. Esto es difícil, porque es difícil hacerse como niño. Pero hay que intentarlo. Amén.