domingo, 28 de octubre de 2012

CATEQUESIS DOMINICAL

XXX DOMINGO DEL TIEMPO DEL ORDINARIO. Ciclo B.
ESCLAVITUD Y LIBERTAD, OSCURIDAD Y LUZ

Ideas principales de las lecturas de este domingo:
-          1ª Lectura: Jeremías 31,7-9: Esclavitud y libertad. El profeta Jeremías evoca con emoción el regreso de los exiliados a la patria, porque Dios es bueno para con su pueblo. Canta gozoso la liberación antes de que suceda para que el pueblo viva en esperanza.
-          2ª Lectura: Hebreos 5,1-6: El único sumo Sacerdote. La carta a los Hebreos señala las condiciones para ser sacerdote y las aplica a Cristo, único sacerdote de la nueva alianza, que ha ofrecido el único sacrificio.
-          Evangelio: Marcos, 10,46-52: Oscuridad y luz. La curación del ciego de Jericó es un acto de compasión de Jesús y un signo de su mesianidad. Sólo la fe hace ver con claridad y da fuerza para seguirle por el camino que lleva a la salvación.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Para los que no saben aún, el Papa Benedicto XVI ha proclamado este año litúrgico como el Año de la Fe. Esa decisión del Papa responde a unas detenidas observaciones de la situación religiosa de nuestro mundo actual, donde muchos bautizados: hombres, mujeres y jóvenes o han perdido la fe en Dios o ésta se ha relajado en ellos sobremanera por varios motivos, a veces comprensibles y respetables.
El Papa expresa esta inquietud en su Carta Apostólica que dirige a todos los creyentes en el Dios de Jesucristo,  Porta Fidei (Puerta de la Fe). Y lo dice en estos términos: “Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en el Eucaristía, que es la ‘cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde mana toda su fuerza’. Al mismo tiempo, esperamos que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe de hacer propio, sobre todo este Año” (Cf. P.F., núm. 9a).
“El testimonio de vida de los creyentes” al que alude el Papa, lo tenemos en el Evangelio de hoy en la figura del ciego de Jericó, Bartimeo, quien, a pesar de la mala pasada que le jugaba la vida, por pertenecer al grupo de los marginados sociales de su tiempo, como los hay en el nuestro, tendió la mano a Jesús, en lugar de alejarse de él. Así Bartimeo es para nosotros los creyentes un modelo de hombre de fe; del hombre que se sabe necesitado, limitado, humillado y marginado, pero no se desespera, no se rebela ni rechaza a Dios a causa de su miseria; ni mucho menos se resigna a buscar la solución a su problema; por eso aprovecha la presencia del que puede remediar su situación: Jesús de Nazaret.
Jesús no sólo devolvió la vista al ciego Bartimeo, sino que lo reintegró en la sociedad, y con ello, le devolvió la dignidad que le había sido arrebata por unos hombres y mujeres que no tomaban en serio las desgracias humanas, ni sentían lástima de ellas; por eso le mandan callar al ciego cuando suplica la compasión de Jesús. Esta pasaba porque las personas del tiempo de Jesús tenían la convicción de que ciertas enfermedades y los defectos físicos y psíquicos eran ‘castigo divino’, que cada cual había que responder ante su indignidad ética o su precaria situación económica, de ahí que pusieran etiquetas de ‘pecadores’ y ‘pobres’ a la gente que sufría todo esto en sus propias carnes.
Queridos hermanos y hermanas, Jesús rompe con todo esto y nos invita también hoy a nosotros a ser sensible ante cualquier situación de sufrimiento humano. Para Jesús, lo decisivo es la integridad de la vida y la felicidad de las personas. Pero nos dice también que si nos fiamos de Él y de su Padre, podemos conquistar para nosotros y para otros esa integridad y esa felicidad que anhela el ser humano. Amén.

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