“LO QUE DIOS HA UNIDO QUE NO LO
SEPARE EL HOMBRE”
Ideas principales de las lecturas de este
domingo:
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1ª Lectura: Génesis 2, 18-24: La lectura relata el
origen del hombre y de la mujer como el colofón de la creación del mundo y
subraya la igualdad y dignidad de ambos. Los dos serán una sola carne.
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2ª Lectura: Hebreos 2, 9-11: La carta a los Hebreos
recuerda la realidad de la humanidad salvada por Cristo. La gloria de Cristo es
nuestra propia gloria. Su sacrificio nos ha santificado y nos ha hecho
hermanos.
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Evangelio: Marcos 10, 2-16: Jesús en el Evangelio
habla del matrimonio como una alianza indisoluble. La unión del hombre y la
mujer es una realidad y un principio fundamental. Lo que Dios ha unido y no lo
separe el hombre.
Queridos hermanos y en Cristo: El
tema de la catequesis de este Vigésimo
Séptimo Domingo es el MATRIMONIO Y EL DIVORCIO: Dos realidades inseparables en
la vida de los humanos; dos realidades muy controvertidas en los últimos
momentos de nuestra historia de la humanidad. Si nos dejamos llevar por el
pesimismo, tendríamos muy pocas ganas de predicar hoy sobre el matrimonio ya
que no hay día que no se lea en la prensa o se oiga por la radio o televisión
que una pareja se han divorciado, se han pegado, ha habido infidelidad o ha
habido un desenlace fatal… Así puede parecer que el matrimonio es quita y pon.
Aunque lamentablemente suceden estas cosas, los cristianos deberíamos pensar en
positivo sobre el matrimonio, muy a pesar de todas las dificultades que pueda
presentar a los casados. Para ello, deberíamos hacer constantemente una lectura
actualizada de la Historia de la Salvación.
Al principio creó Dios el cielo y
la tierra. Y después de que hubiera creado las demás cosas, vio Dios todo
cuanto había hecho y todo estaba muy bien. Pero más tarde Dios hace un repaso a
su obra y descubre una laguna muy grande en la creación: la soledad del hombre.
Y eso le preocupa, porque nuestro Dios es Dios comunidad, comunicación, sociable,
solidario y dialogante (Trinidad); por eso decide Dios darle al hombre a una
compañera sacada de la misma carne del hombre. De ahí que los dos sean iguales
en dignidad; de ahí que entre ambos no quepan ni ideologías machistas ni
feministas, no debe haber lugar para los malos-tratos ni físicos ni
psicológicos. No tiene sentido el divorcio. Todo esto no estaba en el proyecto
original de Dios. Por la dureza del corazón del hombre y la mujer asistimos a
estas situaciones negativas. La dureza del corazón puede ser la construcción de
un mundo, de la propia vida o de la vida de pareja al margen de los planes de Dios o puede ser los errores habituales que
cometemos los humanos.
Esta Palabra de Dios debe hacer reflexionar a las parejas rotas por
cualquier problema sobre su situación; y al mismo tiempo poner hoy en guardia a
las demás parejas que se aguantan… Hoy el Señor Jesús y su Padre y Nuestro
Padre hacen una invitación a todas las parejas, y les dicen que “el matrimonio
hay que cultivarlo: fidelidad, cariño, comprensión y sacrificio hacen el amor
inagotable. Y sobre todo, diálogo respetuoso entre los esposos. Lo que se opone
al diálogo son los gritos o el silencio. Teniendo el talante y la actitud del
niño ante la vida, admirando continuamente al otro, es como el matrimonio
realizará el viejo ideal de Dios. Esto es difícil, porque es difícil hacerse
como niño. Pero hay que intentarlo. Amén.
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