SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR.
Distinguidas
autoridades civiles y militares. Amadísimas hermanas y hermanos en Cristo: La acción de gracias, que culmina en la eucaristía, es la
actitud más característica y propia del cristiano: todo es don gratuito de
Dios, todo es gracia. Sepamos reconocerlo en cualquier momento de nuestra vida.
Desde este rincón de España, de la Sierra de Huelva, nos
hemos reunido para agradecer al Señor por este don que nos da, de poder
celebrar, un año más, nuestra Fiesta Nacional. Y la celebramos, como todos los
años, dentro del contexto de la Solemnidad de Nuestra Señora del Pilar.
Permitidme, hermanos, comenzar esta reflexión comparando la
nación con una madre. La nación, más allá de ser un espacio geográfico o la
suma de espacios geográficos, trae a la memoria el origen común que nos
identifica, vayamos por donde vayamos; estemos donde estemos; pase lo que pase.
Hay momentos decisivos en la historia de los pueblos, en
que sus habitantes dejan atrás sus diferencias para apoyarse mutuamente, para
defender una causa común, y esta cooperación les hace sentirse uno. ¿Quién no
se acuerda del grito de “yo soy español, español, español”
con que la juventud de este país festejó la victoria de España en el mundial de
Sudáfrica en 2010? Todos los jóvenes de todas las comunidades autonómicas del
territorio español salieron a la calle y cantaban todos ellos este mismo
estribillo. Y lo vimos por las pantallas de la TV. Todos se extasiaban al ver cómo
sus ídolos de los mejores equipos del país ganaban el máximo título del futbol
mundial. Todos eran uno en la alegría
como ese mismo equipo que conquistaba la copa del mundo. Todos eran españoles
porque España había ganado. España era aquella mágica noche una gran madre que
aglutinaba a todos sus hijos. Era el fundamento de esa unidad.
Partiendo de este gran signo de los tiempos que todos
vivimos aquella histórica noche, vamos a vivir la celebración de esta Fiesta
Nacional como en familia; como hermanos de una única familia. Lo ideal en una
familia es la cooperación de sus miembros; el mutuo apoyo en los momentos malos
y buenos. En la familia, todos podemos hacer un poco de todo; pero algunos miembros
prestan determinados servicios con más habilidad, y esto es un don de Dios. Por
eso hoy agradecemos al Señor por la gran labor que realizan los Guardias Civiles en todo el territorio
nacional. Y aquí, de manera especial, vamos a pedir al Señor, por intercesión
de Nuestra Señora del Pilar, por los guardias de nuestro pueblo, para que les
asista en todos los momentos.
Hermanos y hermanas, Jesús, en el evangelio, nos hace también
una invitación a ver a todo ser humano como parte de nuestra vida, como si
fuera nuestra familia. Hemos visto que él no da mucha preferencia a su propia
familia. Cuando, en una ocasión, le informan de que su madre y sus hermanos
están buscándolo, responde: “¿Quiénes son
mi madre y mis hermanos? Y mirando entonces a los que estaban sentados a su
alrededor, añadió: ‘estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumple la voluntad
de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’” (Mc 3,33-35).
Jesús pronuncia estas palabras en un contexto donde los
judíos se valoraban más por su origen común. Aquellos que no compartían ese
origen, no tenían cabida en su grupo, en su familia. Éste era el caso de los
samaritanos y cananeos. Así aprovecha Jesús esta ocasión para fundamentar de
nuevo la hermandad y la dignidad de los hombres. Ya no somos hermanos sólo por
pertenecer a un origen común determinado; no sólo debemos tratar mejor a los
demás sólo porque son de los nuestros.
Ahora Jesús funda la hermanad y la dignidad de las personas
desde la escucha de la palabra de Dios. Por eso en el evangelio de hoy, llama dichosos a los que escuchan la Palabra de
Dios y la cumplen (Lc 11,28). Les llama dichosos porque hacen lo correcto;
porque hacen este mundo más humano; porque aquellos que, de verdad, defienden
la causa del ser humano y buscan el bien de los demás. Los que así obran sí
pertenecen a la familia de Jesús. De ahí que nos muestre a su madre como
ejemplo de aquellos que lo han hecho. Ella es dichosa no por ser su madre
biológica, sino por haber escuchado y cumplido la Palabra de Dios.
Con
esto, Jesús rompía nuestra estrecha visión y valoración de las personas, a las
que tratamos, en ocasiones, movidos por nuestros intereses o por nuestras
manías. Hoy el Señor nos invita a ensanchar nuestra mirada y nuestra mente en
el trato con nuestros hermanos, los hombres, porque todos formamos parte de la
gran familia de los hijos de Dios por el bautismo recibido. Amén.
(Homilia
de nuestro parroco Rvdo. D. Jesús Rafael Edu Eyama Achama en la
celebración de la Solemnidad de N. S. del Pilar, Patrona de la Guardia
Civil, en la Parroquia de Santa María Magdalena. Cala. Huelva)
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