XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C.
EL AMOR ES PERDON.
Ideas principales de las lecturas de este domingo:
- 1ª Lectura: II Samuel 12,7-10.13: Pecado, denuncia y perdón. La primera lectura de hoy narra el pecado de David y cómo Natán le recuerda su pecado por parte de Dios. El rey David reconoce su pecado y pide a Dios perdón.
- 2ª Lectura: Gálatas 2,16.19-21: Ley y fe. Pablo contrasta en la carta a los Gálatas la ley y la fe. Dice que vive para Dios; su vivir es vivir para Cristo.
- Evangelio: Lucas 7, 36-8,3: El amor alcanza el perdón. Solamente Lucas narra el episodio de la mujer pecadora. Un rabino invita a Jesús a comer. No sabemos ni el lugar del encuentro ni el nombre de la mujer protagonista. Jesús perdona porque la mujer ama mucho.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
Una vez más nos reunimos para celebrar la Eucaristía como profesión de nuestra fe y acción de gracias al Señor. Hace dos domingos, el evangelista San Lucas nos presentaba al Señor liberador de la enfermedad, pues dio la salud al criado del centurión romano ante la gran fe que éste manifestó. El domingo pasado nos ofrecía la figura de Jesús liberador de la muerte al devolver la vida al joven muerto, hijo único de la viuda de Naín, por pura compasión. Hoy nos ofrece la figura de Jesús como liberador del pecado al conceder el perdón a quien manifiesta su gran arrepentimiento y amor. Al domingo de hoy le podríamos llamar “el domingo de la misericordia y del perdón”, porque de ello nos habla el Señor en las tres lecturas.
Una vez más nos reunimos para celebrar la Eucaristía como profesión de nuestra fe y acción de gracias al Señor. Hace dos domingos, el evangelista San Lucas nos presentaba al Señor liberador de la enfermedad, pues dio la salud al criado del centurión romano ante la gran fe que éste manifestó. El domingo pasado nos ofrecía la figura de Jesús liberador de la muerte al devolver la vida al joven muerto, hijo único de la viuda de Naín, por pura compasión. Hoy nos ofrece la figura de Jesús como liberador del pecado al conceder el perdón a quien manifiesta su gran arrepentimiento y amor. Al domingo de hoy le podríamos llamar “el domingo de la misericordia y del perdón”, porque de ello nos habla el Señor en las tres lecturas.
La primera lectura de hoy nos ofrece una gran lección a todos. A los elegidos por Dios
para una misión especial, los hombres y mujeres les exigimos ser perfectos. Los
creyentes exigen de sus ministros sagrados conducta intachable; los ciudadanos
exigen honestidad, rectitud y justicia a los políticos, militares y jueces; los
alumnos e hijos exigen buen ejemplo a sus maestros y padres… No es fácil
disculpar sus errores o pecados. Sin embargo, no es este el obrar de Dios. Su
misericordia y perdón están por encima de las debilidades del hombre. El rey
David fue una persona elegida por el Señor para una misión sumamente importante,
la de orientar y guiar a su pueblo. A pesar de esta elección, David peca, hace
el mal. Pero también es un hombre que no rechazó el aviso de Dios, la llamada
al arrepentimiento y a la conversión que le anuncia el profeta Natán. Esta es
su mayor grandeza: el perdón alcanzado, arrancado de Dios, por humilde
confesión de su pecado. Esta acción, que rehace la amistad del rey David con
Dios, nos ofrece un mensaje de esperanza a todos nosotros. El pecador, aunque
sea rey, militar, juez, maestro, padre de familia, alcanza el perdón por el
camino del arrepentimiento.
El arrepentimiento es una clave importante para alcanzar el perdón y la
misericordia del Señor. Ni nuestros encubrimientos o nuestras justificaciones de “no hago mal a nadie”, “no tengo pecados”; ni nuestras acusaciones a los demás como los únicos
pecadores o los únicos que hacen mal las cosas; ni las posturas duras propias
de los legisladores inflexibles nos traen la salvación. Hoy nos lo dice el San
Pablo en la segunda lectura. “…el hombre
no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús”. El
mero cumplimiento de la ley no nos hace mejores. No somos artífices de nuestra
salvación. Hoy Jesús nos invita a creer en él para comprender su mensaje de la
misericordia divina.
La mujer del evangelio de hoy nos presenta el claro ejemplo de que sólo la fe en Dios y el
seguimiento de Jesucristo nos lleva a la salvación y la misericordia divina. Esta
mujer alcanza la paz y el perdón gratuitamente. Sólo le bastó ponerse a los
pies de Jesús y reconocerse pecadora. Con ello, su vida se ve cambiada y
transformada. Nuestro encuentro con Jesús, con esa misma actitud, haría que
nuestra vida sufriera el mismo cambio y la misma transformación. El evangelio
nos tiene que llevar a la esperanza, al sosiego, a la paz. El evangelio es
Buena Noticia porque ofrece la seguridad del perdón y de la misericordia de
Dios a nuestras muchas debilidades y pecados; a nuestras dudas y perplejidades.
Ojalá escuchásemos siempre estas palabras consoladoras del Señor a la mujer
pecadora: “tu fe te ha salvado. Vete en paz”. Amén.
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