sábado, 22 de junio de 2013

CATEQUESIS DOMINICAL

XII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C
¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO?

Ideas principales de las lecturas de este domingo:

  • 1ª Lectura: Zacarías 12,10-11;13,1: El establecimiento del reino de Dios. El profeta anuncia el reino y habla de la regeneración última y escatológica del pueblo elegido. Un siervo sufriente será el que salvará al pueblo. La salvación  depende de una muerte misteriosa que el profeta no precisa y la Iglesia la aplica a Jesús.
  • 2ª Lectura: Gálatas 3,26-29: Revestidos de Cristo. El bautismo nos hace hijos de Dios y nos reviste de Cristo. Pablo habla de la descendencia abrahámica y la condición de herederos. La fe nos hace entrar en el proyecto divino.
  • Evangelio: Lucas 9,18-24: ¿Quién es Jesucristo? Responder a esta pregunta es difícil. El no creyente no puede responder porque la respuesta exige la fe. Pedro confiesa que Jesús es el "Mesías de Dios". Jesús anuncia a los apóstoles su muerte y resurrección, y les invita a seguirle cargando con la cruz.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
 La experiencia de la Pascua, de la nueva ve que sale del sepulcro vacío de Cristo, aparte de llenarnos de la ilusión de vivir, de santificar nuestras vidas por la acción del Espíritu Santo que habita en nosotros, también puede infundir en nosotros una falsa serenidad en cuanto a la vivencia de nuestra fe. A veces queremos hacer la fe demasiado cómoda, demasiado fácil. Tratamos de evitar todo aquello que resulta costoso, difícil; aquello que suponga esfuerzo o sufrimiento. Por eso hoy la Iglesia nos presenta una catequesis muy oportuna que interroga nuestra fe en Jesús; y lo hace bajo la pregunta que formula el mismo Jesús a los Apóstoles: ¿Quién decía que soy yo? Esto es, "¿quién es Jesús para ti? Naturalmente la respuesta va a estar determinada por las propias experiencias y será distinta en la forma de expresar cada uno su fe en Jesús.
Muchos hombres y mujeres a lo largo de la historia han tratado de responder a esta pregunta fácil y difícil al mismo tiempo; cada uno a su manera. Pero hay que decir que sin fe, la respuesta es puramente humana y, por tanto, no exacta ni verdadera porque Jesús nos es solamente humano, es divino también. La gente sin fe, humanamente ha respondido a esta pregunta diciendo que Jesús es "un gran tipo", "un sabio como Buda", "un revolucionario con Che Guevara", "un libertador del pueblo" al estilo de un militar golpista, "un pacifista como Ghandi", "un profeta más de los muchos que vivieron en la antigüedad...". Jesús no es sólo esto, o mejor dicho, éste no es Jesús.
La verdadera respuesta surge, en primer lugar, cuando nos sabemos hijos de Dios. Y lo somos por el bautismo recibido que nos une a Cristo, nos hace ser descendientes de Abraham y herederos de la promesa (Cf. 2ª lectura). En segundo lugar, se puede responder a esta pregunta cuando brota de una experiencia de vida con Cristo. Los Apóstoles compartieron con Jesús el pan y el camino, la oración y la conversación, la pobreza y la generosidad, la multitud y la soledad, la alegría y el sufrimiento; por eso, uno de ellos, Pedro, que ha compartido todo esto, confiesa que él es el Mesías.
Hermanos y hermanas: La catequesis de hoy tiene que ser apologética, es decir, testimonial y contundente. El fiel cristiano, evidentemente, tiene que dar testimonio de su fe públicamente con palabras. Esto es más que necesario hoy día. Tiene que manifestar su creencias y defenderlas públicamente como el que no tiene fe presume de no tenerla. Junto a esta manifestación o testimono verbal de nuestra fe sea donde sea, el evangelio de hoy habla también del primer anuncio de la Pasión y las condiciones para el seguimiento de Cristo. Esto también es muy importante para responder a la pregunta de Jesús: "¿Quién dice la gente que soy yo?", "¿Quién es Jesús para ti?". Ahora se trata de responder con nuestra vida, es decir, nuestras obras y actitudes ante la experiencia.
El Señor manifiesta que el "siervo de Dios" ha de sufrir y el que siga su camino ha de ser capaz de afrontar el sufrimiento y la cruz. Si aplicamos esto a nosotros, tenemos que pensar que Jesús: no puede ser un simple crucifijo, aunque nos hable de cruz, de sufrimiento y de redención; no puede ser una imagen del Sagrado Corazón, aunque nos presente la realidad del gran amor de Dios; no puede reducirse a un cuadro colgado de la pared y que nos recuerda la fe de nuestros antepasados. Jesús, el Señor, tiene que ser "alguien más". Tiene que ser "aquel por quien tomamos partido y por quien comprometemos toda nuestra vida". Pues fuimos elegidos por Él y para Él. Jesús es la razón de mi existir. Amen.

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