sábado, 22 de mayo de 2010

Domingo de Pentecostés


ENVÍA TU ESPÍRITU

IDEAS PRINCIPALES DE LAS LECTURAS DE ESTE DOMINGO
- 1ª Lectura: Hechos de los Apóstoles, 2,1-11: El Evangelista Lucas subraya la doble dimensión de la irrupción del Espíritu sobre los apóstoles. La primera es interna, a saber, la transformación de los discípulos; la segunda es externa. Pentecostés es el inicio de un movimiento encaminado a unir un mismo sentir a los que son diferentes.

- 2ª Lectura: Primera Corintios 12,3b-7.12-13: Desde el principio de la Iglesia se creyó que el Espíritu era uno de los grandes dones concedidos a la comunidad cristiana. Es el lazo de unión entre los miembros de la Iglesia. La diversidad de carismas o dones se vive en la unidad de la comunidad y para el bien común. La Iglesia es, además, un cuerpo con muchos miembros al servicio de la totalidad del cuerpo. Todo es efecto del Espíritu Santo.

- Evangelio: Juan 20,19-23: Cristo resucita el primer día de la semana y se aparece a sus discípulos. Estando en medio de ellos, les saludó con la paz pascual y muestra sus manos y costado. La paz va unida a la pasión. Luego los envía a ser portadores del evangelio y les capacita para perdonar los pecados.

1. Queridos hermanas y hermanos en Cristo: Pentecostés es un tiempo privilegiado para invocar al Espíritu del Señor Jesús, que siempre trae consigo los dones y carismas que le son propios. Dos signos describen la fiesta de Pentecostés: el primero es perceptible a l oído: “ruido del cielo”; el segundo, perceptible a la vista: “vieron aparecer una lenguas de fuego”. En realidad, ni se oye ni se ve, solamente “se llenaron del Espíritu Santo y comenzaron a hablar lenguas”.

2. Habitamos en un mundo en el que se dan los síntomas de la confusión de lenguas. Es muy difícil ponernos de acuerdo para conseguir la paz y evitar las guerras; eliminar el hambre en el mundo y crear justicia; implantar la democracia y respetar los derechos humanos… Hay odios sembrados, como minas bajo tierra, que dan fruto de muerte y destrucción. Hay egoísmos disfrazados de piel de cordero que muerden y hacen sangrar los corazones. Hay orgullos prepotentes que desprecian y marginan a los sencillos…

3. El católico, en cambio, es portador del don del Espíritu que transforma y recrea. El Espíritu de verdad nos libera de la mentira y falsedad. El Espíritu de paz elimina guerras y odios, envidias y enemistades, y crea fraternidades entre los hombres y mujeres. El Espíritu de vida visita a los afligidos, consuela a los tristes, ayuda a los pobres. El Espíritu de sabiduría ilumina las mentes (oscuras) para descubrir el sentido del misterio divino. El Espíritu Santo es el verdadero protagonista de la historia después de la resurrección de Cristo y es el protagonista de nuestra santificación y perfección de cada día. AMÉN.

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