II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. Ciclo C.
LA PROCLAMACIÓN DE LA
PALABRA DE DIOS
Ideas principales de las lecturas de
este domingo:
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1ª
Lectura: Nehemías
8,2-4ª. 5-6. 8-10: Proclamación de
la Ley al pueblo de Israel. El relato de Nehemías es uno de los episodios
más importantes de la restauración material y espiritual del pueblo de Dios
después de la cautividad. Israel es convocado para escuchar la Ley y participar
en la comida festiva y caritativa. Dios convocó a su pueblo para que escuchara
su Palabra y renovara la Alianza. Y nos convoca para que también escuchemos y
meditemos su Palabra divina. Su Palabra es espíritu y vida.
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2ª
Lectura: I Corintios
12,12-30: Somos el cuerpo de Cristo.
Como el cuerpo humano da unidad a las diversas funciones de sus miembros, así,
Cristo unifica por el bautismo a todos los cristianos en su Cuerpo, que es la
Iglesia. La unidad en la diversidad es una realidad. Todos los miembros son
necesarios y distintos; y todos están al servicio de los demás en el dolor y en
la alegría.
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Evangelio:
Lucas 1,1-4; 4,14-21: El cumplimiento de las promesas. Jesús
entra en la sinagoga y le entregan el libro de la Ley para que la proclame y la
comente. Él afirma que “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír” Las
promesas, las profecías se cumplen. Él es el ungido por el Espíritu y ha venido
a evangelizar a los pobres y anunciar la libertad a los oprimidos.
Queridos
hermanos y hermanas en Cristo: Después de escuchar las lecturas, hemos
constatado, en la primera lectura, cómo el pueblo de Israel se reunía a
escuchar la Palabra que le venía en forma de Ley. En el Evangelio hemos visto
también cómo Jesús se reunía para celebrar la Palabra con sus paisanos el día
del Señor, que entonces era el sábado. Hoy también nosotros nos hemos reunido
en el día del Señor, Domingo, para la celebración de la Palabra. El tema de
nuestra catequesis de hoy es la proclamación de la Palabra de Dios;
también meditaremos sobre la importancia de la unidad en la Iglesia y en el
mundo.
La Palabra de Dios siempre nos llega en palabras humanas, porque Jesucristo se ha hecho hombre para enseñarnos a ser hombre de verdad, y porque son los hombres los que se hacen portavoces de esa palabra que Dios nos regala. De modo que hablar de la “Palabra Dios” no es hablar de cualquier palabra, sino de una Palabra Sagrada.
Pero si nos fijamos en el plano puramente humano, encontramos que la palabra tiene una fuerza configurativa de la persona humana; es decir, con ella el ser humano ha tratado de educar a sus hijos o a las generaciones inferiores; la palabra conserva los valores con que un pueblo, cultura o civilización convierten en norma de vida (ley); la palabra actualiza al hombre, evocando las experiencias del pasado…; la palabra inmortaliza también al hombre, a nuestros hombres ilustres: intelectuales, héroes, antepasados con sus famosos dichos… Pero todo esto es nada en comparación con la Palabra de Dios que es
Cristo, que se presenta hoy en la sinagoga de Nazaret como el cumplimiento de
la Palabra de Dios: “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
El hoy de la palabra de Dios se sobrepasa la historia y el tiempo. La Palabra de Dios fructifica en el presente y es garantía del futuro. La palabra de Dios no envejece; siempre es joven y renueva el corazón de aquellos que la escuchan y la ponen en práctica en su vida. Cualquiera que proclame la Palabra de Dios ha de ser como Jesús: poseído por el Espíritu del Señor “para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos, la vista. Para dar la libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia de Señor” (Lc. 4,18b-19). Esto significa que ha ser transmisor de la fe, alegría y felicidad a sus hermanos.
Hoy, la Iglesia y el mundo entero quieren escuchar la palabra UNIDAD, de la que nos habla san Pablo en segunda lectura. Es apremiante la instauración de la unidad en muchas familias y comunidades divididas, y en muchos países en conflictos bélicos. Las divisiones y los conflictos los fabrica el hombre que no acepta al otro y quiere imponer su voluntad. Hoy la Buena Noticia es: “la unidad en la diversidad es una realidad. Todos somos necesarios y distintos; y todos estamos al servicio de los demás en el dolor y en la alegría”. Amén.
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